sábado, 29 de enero de 2011

DE LA ATENCIÓN















Por: José Tamborrel Suárez



Año: 1952







Los que no saben fijar su atención en lo que están haciendo o viendo, son generalmente de mentalidad inferior. Muchas veces, a fuerza deshacer las cosas; pero sin fijar en ellas su atención, creen saberlas y hasta se atreven a realizarlas. Citaré un ejemplo de esto, que personalmente tocome conocer: "Encomendé a un 'albañil' blanquear cierta pared, y para el efecto, le proporcioné lo necesario y me retiré… Tomó un recipiente que contenía residuos de color rojo en polvo, y ahí puse el agua, la cual, la cual y un poco de sal para fijar el color, dando principio a su trabajo, es decir al blanqueo. Estaba dando naturalmente color rojo a la pared, y ya prácticamente había terminado, cuando me ´presenté a observar como marchaba el trabajo. Sorprendido de lo que estaba haciendo, le llamé la atención; pero en lugar de notar su errar que tan a las claras se veía, me dijo:--¡Usted me dijo que blanquera la pared y eso es lo que he hecho!... Observe usted –le dije-- que no ha blanqueado lo pared, sino que la ha pintado de rojo… ¡Por fin se dio cuenta y mostróse extrañado de que la pared no estuviera blanca sino roja!, y con ganas juraba que no entendía ¡cómo podía ser aquello! Eso pasa, aprenden de tanto ver las cosas; pero cuando las hacen es maquinalmente. Existe también cierta clase de tipo que de ninguna manera es capaz de aprender nada, así estén viendo hacer las cosas toda su vida. De estos podríamos decir que tienen una mentalidad inferior a la del mono,. Que por lo menos imita. Esta clase es muy común encontrarla entre el tipo de servidumbre doméstica… y el día que no se les dice, ¡no lo hacen!...







No prestemos atención a lo que de ninguna manera nos puede importar.







Con la luz de la atención es probable que encontremos la verdad.







Si ponemos la atención a lo que estanos haciendo, todo nos resultará mejor.







Para podernos dar mediana cuenta de lo que pasa a nuestro alrededor, necesitamos abrir bien los ojos y poner atención en todo.







Poca gente sabe poner verdadera atención a la que ve y escucha. Si la pusieran, un mundo nuevo aparecería ante sus ojos, y sus conocimientos en general aumentarían considerablemente, modificándose importantes aspectos de su manera de ser.







¡Qué saludables efectos produciría en el ser humano la observación cuidadosa del curso y consecuencias de cada uno de sus actos!







La atención debe estar regida por estas tres reglas:




1. Que ha de ser solamente una.




2. Que se ha de proceder con orden.




3. Que ha de ser continua.







Cuando leas, escribas o hagas cualquier cosa, hazlo poniendo toda tu atención. ¡Verás que magníficos resultados!...







¡Cuánto provecho podríamos obtener de la lectura si supiéramos poner atención!







La atención tiene diversas fases:




a. Cuando se ejercita espontáneamente se llama curiosidad.




b. Referida a la ausencia misma y a nuestro interior, toma el nombre de reflexión.




c. Si es continua, por lo que a la fase b se refiere, entonces es meditación.




d. Si la meditación persiste de manera exclusiva, entonces constituye lo que se llama preocupación.




e. Si la preocupación se aplica al exterior, entonces es observación.







El secreto para poseer buena memoria, es poner atención.







La atención es la tendencia del pensamiento hacia los a objetos y a todo orden de conocimientos que la solicitan. Es el primer movimiento se toda nuestra actividad intelectual, representando el comienzo en la colaboración que el sujeto ha de prestar a la formación del conocimiento, cualquiera que este sea. La atención es limitada: si la fijamos en varias. La atención que se denomina distraída y ligera, que es intermitente y que fácilmente pasa de una cosa a otra, indica inestabilidad de pensamiento, y en cierta forma ligereza de espíritu o carencia de juicio. MANSDLEY, afirma que:--"la atención es la cosa primera en todo proceso de actividad cerebral. De esto hay pruebas evidentes, como por ejemplo el caso del demente o del idiota, cuyo sistema nervioso lesionado, no puede atender ni precisar nada de tal manera que no puede formar el conocimiento, procediendo de ahí el torbellino de ideas e imágenes incoherentes que no pueden fijarse y que lo fustigan imposibilitándolo para ejercitar su atención. El caso del maniático es diferente, ya que solamente está dominado por una idea, permaneciendo indiferente a todo lo que no sea ella…

































































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