sábado, 10 de marzo de 2012

DE LOS CELOS

Por: José Tamborrel Suárez


Año: 1952




El celoso no basa sus apreciaciones en la realidad. Con su imaginación enfermiza forja lo que le conviene para el desarrollo de la pasión que lo atormente… Siempre encuentra motivo para amargarse y para amargar al ser que hace objeto de sus dudas.



Después de todo, los celos son necesarios, pues gracias a ellos se producen determinadas reacciones indispensables para la buena marcha de los asuntos de los que se aman… Por otra parte, hay que considerar que sin los celos no hubiera sido posible la monogamia, que es la base donde descansa la sociedad actual.





No recuerdo quien dijo que eran más los amores que fracasaban por falta de celos que por otros motivos.





Los celos y el odio son dos pasiones que predominan en el hombre. Los celos provienen de de cierto complejo de inferioridad ---que podríamos juzgar latente en todo individuo---, y de otras muchas causas. La educación tiene un papel muy importante en esto, pues es la encargada de controlar los movimientos instintivos, que en estos casos aflojan la voluntad y empujan a la imaginación por senderos ilógicos y faltos de razón. Alguien dijo: ---"El celoso es un pobre diablo que se pasa la vida buscando un secreto, cuyo descubrimiento forzosamente ha de causar desdicha"…





Seamos claros y evitaremos los celos.





Los celos no entran en donde hay claridad.





Hay que rechazar con energía la horrible pasión de los celos, no permitiéndole anide en nuestro corazón.





Si le das entrada a los celos, ¡estás perdido!





¡Cómo sufren los celosos que llevan a su mujer a las playas!... Siempre al verlos me pregunto: pero si son asó, ¿Poe qué son tan estúpidos de traerlas?





Cuando los celos de la ira quieren posesionarse de nosotros, cerrémosles la puerta y abrámosles la ventana a los pensamientos de prudencia y comprensión, buscando la paz en nuestro espíritu.





Alguien dijo: ---"Los celos a nada bueno conducen, pues ni impiden las traiciones masculinas, ni agregan nuevos encantos a la mujer. Esta, en vez de preocuparse por los demás y atormentar al marido con una constante desconfianza, debe asegurar su amor por medios reales que están en su mano, como son el cuidado de su persona, la gracia, el buen gusto, las atenciones del hogar y de los hijos y, sobre todo: practicando y luciendo las encantadoras virtudes femeninas. Todo esto sí es efectivo, y así se logra conservar el amor de los hombres…"





Desgraciadamente, al lado del amor sueles andar los celos, y tras ellos, la suspicacia, la desconfianza, la sospecha… Los que aman (y los que creen que aman) deben conformarse con estas cosas que son lógica consecuencia de lo mismo.

































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