jueves, 22 de enero de 2009

CRITIQUILLAS XVI

Por: José Tamborrel Suárez
Año: 1952

Por ahí anda un chiste a costa de las señales de tránsito en la ciudad de México… “Cuando estés en un crucero y veas la luz roja, no se te ocurra atravesar; si es amarilla, duda mucho en hacerlo; pero si es verde ¡DIOS te libre de intentarlo!...
Hay gente a quien le luce mucho lo que gana, Verbi.-gratia, algunos buenos funcionarios del Gobierno, que, percibiendo modestos sueldos, de acuerdo con lo poco o nada que hacen, viven como millonarios en suntuosas residencias, poseen ranchos, amantes, etc.….
¡Dios nos libre en México de alguna plaga como la de la “Mosca Prieta”, “Fiebre Aftosa”, “Langosta”, o cualquier otra! Y no por la plaga, sino por la odiosa burocracia que inmediatamente se crea, y que resulta infinitamente peor que el mismo mal.
Voltaire, decía, refiriéndose al abuso, que el catálogo de éste no podría contenerse en ninguna biblioteca por grande que fuera. Y yo, humildemente digo, que el catalogo de las arbitrariedades y abusos que siempre hemos sufrido los mexicanos, no cabrían en toda las bibliotecas del mundo, da tal manera han sido tantos. En México, solamente ha imperado el capricho y la voluntad de unos cuantos bárbaros apoyados por la fuerza y por nuestra increíble pasividad. Ellos han hecho del país lo que han querido, sin importarles la opinión y sufrimientos del pueblo…
No ha habido nadie que haya convivido con los diversos grupos indígenas que viven en México, que diga que son inmorales o perversos. Al contrario, todos se hacen lenguas de sus costumbres morigeradas, su frugalidad, espíritu de justicia y otras virtudes. Todo lo anterior no podría decirse del indígena salido de su medio, el cual por razones defensivas, desconocimiento del ambiente, diferencia de costumbres, etc., pierde u oculta sus virtudes, volviéndose desconfiado, ladino, ventajoso, inconsiderado…
En México está abolida la pena de muerte desde hace muchos años… ¡En verdad, no sé que opinar de esto! Desde luego, la ley relativa es muy avanzada y muy propia para un país civilizado. En Suiza, Dinamarca, Suecia, Noruega, Bélgica estaría perfectamente… En México, donde no existe la pena de muerte, la hola de sangre nos ahoga… ¡ya no sabemos que hacer!... Por otra parte, la llamada Ley Fuga se aplica con bastante frecuencia en diversos lugares del país.
En los Estados Unidos de Norteamérica existen cerca de dos mil museos de diversa índole, considerando los públicos y los privados… ¿Con cuantos en México, que es un país más viejo, de mayor tradición e historia?
¡-Sí, señores!, lo que voy a decir es verdad. Les doy mi palabra… En una ocasión un cartero me detuvo a mitad de la calle para preguntarme qué decía un sobre, porque según me confesó “NO SABÍA LEER”… ¿y cómo entrega usted las cartas? –le pregunté--, “Pos” preguntando, mi jefe –me respondió… Y así como anda este servicio público… los demás.
Creo que si el Gobierno conmemorara menos aniversarios y trabajara más, haría cosas mejores.
En México, lo de la expropiación de las compañías petroleras extranjeras, fue quizá bueno… ¡Lo malo, es la “lata” que cada año dan con la conmemoración, los discursos, y las estupideces que dicen y, sobre todo, que hablen de independencia económica de un infeliz pueblo como el nuestro, siempre enfermo, siempre en la miseria, siempre en calzón blanco y descalzo! ¡Un pueblo que carece de todo!... Francamente resulta una cruel burla hablar de independencia económica, cuando se está muriendo de hambre.
Todas esas fiestas que patrocina el gobierno, como las de la “Primavera”, “La Flor del Ejido, “La Adelita más airosa”, e5tc., jamás gozan de la simpatía del pueblo, que las considera como una forma y un pretexto para que se diviertan los de “arriba”… ¡Y tienen razón!...
Desde hace más de cincuenta años todo el mundo sabe que Tabasco es innecesariamente rico en petróleo, que existe ahí una extensa zona conocida por los grandes “trusts” petroleros con el nombre de “Triangulo Petrolero de Tabasco”… ¡Parece que el único que ignora todo esto es el Gobierno de México!
Para nadie es un secreto –me refiero naturalmente a la gente que entiende de estas cosas--, que en un lugar llamado “El Carmen”, cercano al punto llamado “Beluji”, en el Municipio de Tacotalpa, del Estado de Tabasco, fue ahorcado Cuauhtemoc, el último emperador azteca, justamente cuando el conquistador Hernando Cortés iba a Honduras… Después de ahorcarlo, Cuauhtemoc fue incinerado, tal como era costumbre hacerlo con los nobles aztecas… y ahí permanecieron, para después definitivamente quedarse, todos los miembros de su séquito. De ese lugar no se han movido jamás. Ahí están viviendo de acuerdo con sus antiguas costumbres, excepto las bárbaras de sacrificar niños a Tlaloc y humanos a Huichilopochtli. Ahora forman una colonia, quizá de unas cuatrocientas personas. Los patriarcas que gobiernan el grupo conocen el secreto de la muerte del emperador, y quizá hasta el lugar donde reposan sus restos convertidos en ceniza (polvo), De padres a hijos se han venido pasando el secreto… En esa región se les conoce con el nombre de indios Soca o algo parecido.
El periódico ideal sería el que dijera la verdad; pero ese jamás existirá. ¡Aunque se quisiera no podría existir!... ¡Y mucho menos en México!
Abolir la pobreza en determinados países no es cosa tan difícil como se cree. En México, por ejemplo, sería cuestión de que la cruzada relativa se emprendiera y desarrollara con toda honradez en tres períodos de gobierno. En seis años, México podría cambiar totalmente. En dieciocho ¡ni se diga!
Si los millones de soldados que figuran en los ejércitos se dedicaran a trabajar en beneficio de sus respectivas patrias, serían factores de progreso en lugar de factores de pobreza y miseria, como por desgracia son. En México, el más alto presupuesto es el de guerra. El pueblo de México tan lleno de necesidades urgentes, tiene que sostener a cien mil individuos que no producen nada. Si esos cien mil hombres se dedicaran a construir carreteras, reforestar el país, levantar defensas en los ríos para evitar inundaciones, preparar tierras para la agricultura, planificar terrenos escabrosos… ¡Otra cosa sería!...
En la ciudad de México se dan nombres muy extraños a las cosas. Por ejemplo, se da el nombre de río a un zanjón inmundo, lleno de basura y perros muertos. Así existen los famosos ríos del Consulado, La Piedad y Churubuisco. Muchos extranjeros al visitar a México y enterarse que la ciudad está cruzada de “ríos”, desean conocerlos… ¡y qué chasco! Se le da el nombre de jardín a una plazoleta abandonada y sucia, en donde apenas se distinguen las que probablemente en otro lapso fueron callecillas. Se le da el nombre de camellón a un estorbo que es regla esté siempre en mitad de la calle. Este estorbo siempre está también siempre está lleno de basura y borrachines. Nadie, que yo sepa, sabe el objeto de esos mentados camellones. Muchos creen que están hechos para arrojar en ellos los desperdicios e inmundicias, y eso hacen. Otros se suponen que están ahí para hacer más angostas las calles y entorpecer el tránsito… ¡En fin, solamente DIOS sabe para lo que están esos horribles y descuidados adefesios…! Se le da el nombre de Palacio de Justicia a… ¡bueno!... ¡lo mejor es callar!... ¿Y qué decir de lo que aquí se llama mercado, servicio telefónico, de transporte de pasajeros?...

CRITIQUILLAS XV

Por: José Tamborrel Suárez
Año: 1952

El portero de mi casa se llama Hipólito… Como él ya está muy viejo, su hijo Juan es el que hace sus veces… Todos los días cuando entro o salgo lo veo leyendo atentamente el periódico. Un domingo en la mañana me puse a charlar con él sobre diversos temas sin importancia, y platicando, me hizo esta pregunta: ¿Qué los demás países no querrán a México?... ¿Por qué dice usted eso? –le pregunté--. Pues porque diariamente veo en los periódicos que los gobiernos de otros países condecoran, con una asiduidad digna de mejor empeño, a nuestros altos funcionarios, que, como usted sabe, excepto uno que otro, no hacen otra cosa que fastidiarnos en todas las formas posibles…¿Qué esos gobiernos extranjeros no estarán enterados de lo que pasa al pobre y siempre muerto de hambre pueblo de México? Si no lo están, deberían estarlo, pues para eso tienen sus representantes aquí. Cada medallota y condecoración de esas, ¡que solamente DIOS sabe por qué las otorgan, es una ofensa para nosotros. En verdad, en los últimos años el intercambio de medallas, cintas y condecoraciones ha llegado a punto de farsa. Existen gobiernos extranjeros que nos mandan tres o cuatro embajadores por año, y con cada uno de ellos envían un centenar de condecoraciones para ser repartidas a diestra y siniestra… Así como van las cosas en este aspecto, dentro de poco va a ser muy difícil poder encontrar a una persona que no tenga su “condecoracioncita”
Hablando de la libertas de prensa, parece que en México, los últimos gobiernos han encontrado una sencilla fórmula para sujetar dicha libertad, creando un organismo de tipo comercial que controla y domina, y que es el encargado de proporcionar papel a los periódicos… Basta que un periódico se extralimite de lo que se le ha consentido, para que inmediatamente se vea envuelto en todas las dificultades derivadas de la falta de papel, que es el todo de la publicación… (¡Ojalá esté equivocado y esto no sea así!)
Todo lo que la ciudad de México tiene de bella, se debe única y exclusivamente a la iniciativa privada. A los hombres de empresa que, con clara visión de las cosas, desarrollaron los grandes fraccionamientos que ahora constituyen el orgullo de la metrópoli. El México, que depende del gobierno es el mismo de siempre: calles polvorientas, sin drenaje, agua, banquetas, alumbrado… callejuelas infectas, plazuelas sucias atestadas de barracas, mercados asquerosos, parques abandonados, camellones convertidos en basureros…
A pesar de sus malos gobiernos, México avanza…
No hace mucho tiempo, el gobernador de un Estado de la República, no teniendo nada que informar a su pueblo acerca de su gestión; pues nada había realizado, se le ocurrió mandar cortar ochenta “morillos” comunes y corrientes, los que ordenó colocar en diversos puntos del Estado, poniendo cuatro de un lado y cuatro del otro, con un gran letrero de que decía: “PARQUE NACIONAL”. . En esta forma el dinámico gobernador creó nada menos que diez grandes parques nacionales… Cuando leyó su Informe ante la Legislatura Local, y dio a conocer que durante el último año había creado los diez parques citados, fue frenéticamente aplaudido y felicitado. El representante del Ejecutivo Federal, al abrazarlo, le manifestó: “que pocos gobernantes habían hecho tanto como él en materia forestal… “La legislatura Local, en su primera acción, acordó otorgarle una medalla de oro y un pergamino, calificándolo de “Benemérito del Árbol”… ¡Y así es como se escribe la historia!... ¡Y así es como en México se crean los llamados los llamados parques nacionales!...
Sorprendente que los humildísimos papelerillos sean en todas partes del mundo; pero principalmente en México, tan buenos, honrados y corteses. En realidad se trata de un caso insólito, en el que no es fácil hallar respuesta, si se toma en cuenta la clase social a que pertenecen esos pequeños trabajadores.
Los mexicanos hemos perdido la fe hasta en las maldiciones… ¡lo que es el colmo!...
¡Benditos aquellos días de la revolución triunfante, ciando estaban prohibidas las corridas de toros, la lotería, el pulque y tantas de estas taras que son el azote del mexicano.
No me explico porqué la Lotería Nacional gasta enormes sumas anualmente, en una publicidad a todas luces inútil. Los que adquieren billetes de lotería lo hacen por costumbre o vicio, sin necesidad de que se les recuerde… ¡Qué mayor publicidad que la que hacen gratuitamente los miles y miles de vendedores de billetes, que materialmente están encima de la infeliz gente!... ¿Se imaginan ustedes cuantos beneficios puedan realizarse con esos millones de pesos tirados en esa publicidad inútil?
Los últimos gobiernos de México han creado con un gran empeño, una inmensa e inútil burocracia, que no teniendo nada en qué ocuparse, constantemente inventa toda clase de trabas y dificultades para entorpecer las cosas y así justificar su existencia. ¡Cuánto se beneficiaría el Estado y en consecuencia el pueblo, si desaparecieran tantos organismo inútiles y el personal burocrático fuera reducido en un noventa por ciento.
Muchas veces me pregunto en qué se ocuparán los miles y miles de empleados del gobierno, si no existieran las famosas “firmas”… y los no menos famosos “sellos”… Hay que considerar que cuando en mala hora se tienen alguno negocio con el Gobierno, éste siempre está detenido POR FALTA DE UNA FIRMA O DE UN SELLO. En el Gobierno todo estriba en eso: una firma o un sello…
Existen regiones de México en las que es bueno sembrar; pero todavía mejor que eso ¡no sembrar!... (Se cuenta de cierto político metido a agricultor, que en alguna ocasión comentaba respecto a sus siembras: “A mí me tiene sin cuidado que la cosecha sea mala, que yo de todas maneras “levanto”… si a mi no se da “levanto” la de mi vecino; pero yo “levanto”…).
En México, los héroes surgen como por encanto. Basta que un ciudadano sepa clavarse en el agua, pelear con fuerza una pelota o montar a caballo, para que unánimemente la prensa, y tras ella el gobierno, lo declaren héroe… Sin perjuicio de que un mes después… ¡ni quien se acuerde!... (A falta de pan, buenas son las tortillas).
¡Hay que ver las maravillas que se consiguen con cinco pesos por delante en cualquier cárcel de México!...
Cuan en las carreteras de México veas en letrero que diga: “Despacio, carretera en reparación”, acelera con toda confianza, porque seguramente tienes por delante el mejor de los caminos. A veces, cien kilómetros delante de un letrero de ese tipo, es donde efectivamente la carretera está en reparación; pero entonces si no esperes encontrar aviso… y si lo hay, posiblemente diga: “Velocidad máxima cien kilómetros por hora”. Para conocer el verdadero significado de las señales de tránsito en nuestras carreteras, se requiere una experiencia de tipo especial. Si dice despacio, vete de prisa; si dice: puente angosto, jura por San Cuilmas, que es ancho; si no dice nada acerca de un puente, lo mejor es pasarlo con precaución; si dice que puedes correr a cien kilómetros por hora, lo más cuerdo es que corras a cuarenta… y así por el estilo. ¡Ah! Se me olvidaba: si ves a un motociclista, no disminuyas la velocidad ni mucho menos te detengas, huye tanto como puedas…

viernes, 9 de enero de 2009

CRITIQUILLAS XIV

Por: José Tamborrel Suárez
Año: 1952

México, tuvo un Presidente de la República tan inmensamente estúpido y malvado, que pensando en ello llegué a la conclusión de que no era posible que tal ente pudiera haber sido el resultado de la unión de un hombre y una mujer, sino de muchas generaciones de imbéciles y malvados.
Cuando en las grandes capitales del mundo se contemplan los magníficos edificios de hoy, con toda su grandeza, admirables líneas, bellezas, etc.., no puede uno menos que asombrarse y sentirse orgulloso de formar parte del género humano, capaz de crear tales cosas.
Es verdaderamente lamentable lo que se ha hecho con la Ciudad de México en los últimos treinta años, por lo que a la cuestión arquitectónica se refiere. Al derrumbarse los viejos edificios con motivo del resurgimiento y ensanchamiento de la Ciudad, se han levantado en lugar de éstos, las más horribles y antiestéticas construcciones de que se hayan tenidos noticia, las cuales han afeado su aspecto, que durante siglos conservó fama de ser los más bellos, al grado de que el célebre Barón de Humboldt, la bautizó con el nombre de “Ciudad de los Palacios”… El sello característico de ella su primorosa arquitectura del tipo llamado “Colonial”, estilo bellísimo y singular que siempre ha causado la admiración de propios y extraños. Desgraciadamente esta característica se ha ignorado en las nuevas construcciones, las cuales no ofrecen otra cosa que una monotonía chocante y una pésima impresión a la vista y al espíritu. Ningún esfuerzo les hubiera costado a los irresponsables gobernantes de la época, exigir del estilo “Colonial” y, sin embargo, no lo hicieron, quedando convertida en la Ciudad México en un lugar incoloro y común…
En todas partes existen grupos de personas que se auto-juzgan aristocráticas. Generalmente, estos grupos proceden de padres o abuelos que lograron crear una fortuna en el comercio, la industria, la banca, o como sucede tanto en los países de América: es un ministerio o generalato…
Lograron una educación superficial, se casaron entre sí, uniendo sus fortunas… ¡y helos ahí convertidos, según ellos, en rancios aristócratas!... En México, sucede justamente esto último.
Existe un grupo relativamente pequeño, que desciende de antiguos asaltantes de caminos, que en una de tantas revoluciones que azotaron al país, se hicieron generales, después ministros, diplomáticos, etc., llegando a ocupar una brillante posición… Se construyeron suntuosas residencias, viajaron por el extranjero, se enseñaron a medio vestir y comer, enviaron a sus hijos a las que consideraron mejores escuelas, en donde mal aprendieron uno o dos idiomas, montar a caballo y unas cuantas tonterías más… Sus nombres sonaron por sus fiestas rumbosas, su aparatosa e inútil existencia, sus teatrales matrimonios, escándalos… ¡y éstos son los que se dicen aristócratas!... ¡Que DIOS los perdone!... ¡Si supieran que la verdadera aristocracia no se exhibe y es callada!... ¡Y segura de sí misma!...
Qué diferencia entre un verdadero filántropo. Digamos Arturo Mundet, con cualquiera de esos imbéciles que todos los días aparecen en los periódicos “presumiendo” y “sombrereando”… (Nadie ha superado en los últimos veinticinco años, la filantropía de don Arturo Mundet… y, sin embargo, nadie lo conoce, ni su fotografía ha siso publicada jamás en un periódico…).
Solamente Dios podrá SALVAR A México de una nueva y espantosa revolución armada, originada por la dantesca miseria del pueblo. La riqueza está en poder de unos cuantos egoístas e indiferentes, insensatos y torpes, que llegado el caso serán, que duda puede caber, las primeras víctimas. Aquí cada vez se acentúa más el fenómeno de los ricos, cada vez más ricos, y los pobres, cada vez más pobres…
Desde que el Gobierno de México explota el petróleo, este y sus derivados son más caros y más malos. Además, la atención y la cortesía en las estaciones de servicio ha desaparecido por completo, al grado que el personal de ellas trata con más consideración a un pordiosero que al infeliz automovilista que con cara compungida, se presenta para ver si le quieren hacer el favor de venderle gasolina y permitirle poner aire a sus llantas, agua a su motor… ¡Muy caro pagamos los mexicanos el gusto de decir que “el petrolero es nuestro”!... ¡Carísimo!
RESPETUOSAMENTE me descubro ante el valor de los hombres de negocios rmexicanos, que solamente conocen amarguras y de toda clase de asechanzas, por parte de sus dos inseparables socios: el gobierno y el sindicato.
En México, un hotel de provincia tiene que cubrir todo estos impuestos:
1°. Impuesto Municipal sobre el hotel.
2°. Impuesto Municipal sobre el restaurante.
3°. Impuesto Municipal sobre venta de cerveza.
4°. Impuesto predial.
5°. Impuesto del Estado.
6°. Impuesto Sobre Ingresos Mercantiles,
7°. Impuesto Sobre la Renta.
8°. Impuesto Sobre el Consumo de Electricidad.
9°. Seguro Social.
10°. Cámara de Comercio. (ingreso forzoso por ley).
Etc., etc.…. ¡Y eso que dizque los impuestos se han centralizado y definido!
Un conocido mío se hizo tatuar en el pecho de manera indeleble. La siguiente leyenda: “Me llamo fulano de tal, vivo en x parte, mis teléfonos son… etc., etc.” Me cuenta que se vio es el caso de proceder así, temeroso de que al sufrir un accidente en una de tantas calles de Dios, de la ciudad de México, no pudiera ser identificado, ya que inmediatamente que uno cae, inmediatamente también empieza a ser desvalijado. Primero, por los curiosos; luego, por la policía; después, por los camilleros de las ambulancias; más adelante, en la comisaría, en el hospital, etc.…. En esta forma tan inteligente y pintoresca mi amigo podrá ser siempre identificado aunque le roben sus documentos… y así podrá ser rescatado por sus familiares, evitando ir a la fosa común, que es donde van a parar los no identificados. (Solamente DIOS sabe hasta cuándo habrá moralidad en estas cosas).
El principio burocrático mexicano de “primero la diversión y después la obligación”… es sencilñlamente ¡de los demonios!
Los Presidentes de México deben tener la cabeza muy fuerte para no caer víctimas del halago y elogio sin medida, de que son objeto… ¡Qué manera de incensarlos!... (No hace mucho tiempo que una de las principales revistas que se publican en la ciudad de México, comparó a un expresidentes nada menos que DIOS…)
Gracias a las películas hechas en México, en el extranjero nos tienen por bandoleros y borrachos, matones y pendencieros, bárbaros y brutos… ¡Pobre México, ni siquiera en eso tuvo suerte! Pero no hay que pasar por alto que la mayor parte de las películas que se hacen en México, son hechas por extranjeros.
Las arbitrariedades hacen escuela… ¡Bien lo sabemos los mexicanos!
¿Una gran farsa¡... Pues hombre, muy sencillo... ¡la de la aftosa!

CRITIQUILLAS XIII

pOR: José Tamborrel Suárez
Año: 1952

Don Porfirio Díaz, opinaba de los mexicanos de la siguiente manera (¡lo bien que nos conocía!):
“Los mexicanos están contentos con comer desordenadamente antojitos, levantarse tarde, ser empleados públicos con padrinos de influencia, asistir a su trabajo sin puntualidad, enfermarse con frecuencia, obtener licencias con goce de sueldo, no faltar a las corridas de toros, divertirse sin cesar, casarse muy jóvenes y tener muchos hijos, gastar más de lo que ganan y endrogarse con los usureros para hacer “posadas” y fiestas… Los padres de familia que tienen muchos hijos, son los más fieles servidores del Gobierno, por su miedo a la miseria. A eso es a lo que tienen miedo los mexicanos: a la miseria; no a la opresión, no al servilismo, no a la tiranía; a la falta de pan, de casa y de vestido, y a la dura necesidad de no comer o de sacrificar su pereza.
En todos los contratiempos que de cuando en cuando surgen entre el Gobierno y la prensa, siempre existe la esperanza de que los puntos de vista de la prensa triunfen y esta se coloque arriba de una vez por todas, como debe ser y tanta falta hace. Desgraciadamente la prensa siempre pierde… ¡y todo queda en las mismas!
No debe permitírsele que la Autoridad sea absoluta. Ese es un grave error. Ella debe estar supeditada a la Justicia y sentir que existe una fuerza superior que está pendiente de sus actos.
Los gobiernos deberían atender preferentemente los problemas relacionados con la niñez y la juventud, que son sin duda los factores inmediatos para la salud, bienestar y progreso de la patria…
Se asegura que para dentro de diez mil años, los políticos mexicanos podrán estar al fin como la mujer de Cesar, es decir, “a salvo de la más leve sospecha”.
Los gobiernos harían bien en prestar más atención a esa ley natural que se llama “de la oferta y la demanda”. Las disposiciones relativas deberían circunscribirse a esta ley y no esta ley a las disposiciones.
Para que la industria prospere es necesario que la demanda supere la producción. En esta cuestión no hay secretos ni problemas. ¡Todo reside en eso!
La maldad con todas sus consecuencias se reducirá grandemente el día que los gobiernos proporcionen e impartan:
Escuelas.
Trabajo.
Justicia.

Diz que en confianza, uno de los más famosos líderes obreros me dijo: “Con habilidad puede uno hacerse inmensamente rico; sin considerar para nada al odioso trabajo”.
Los ujieres y cancerberos no saben decir otra cosa que: “– El señor está en acuerdo”. Y, generalmente, “el acuerdo” de los tales no es otro que chacotear con la secretaría, conversar con los amigos, “dormir la mona”, y cositas así por el estilo.
¡De ninguna manera es posible que los que han intervenido en la inacabable construcción de la carretera México – Pachuca , no se vayan al infierno… ¡Con todos sus millones!...
El problema de México, hacen falta biografías de sus grandes hombres. De ellos apenas si se conoce uno que otro detalle de su vida.
Sería injusto no decir que existen políticos y funcionarios públicos honestos, decentes y buenos. (Pero muy pocos).
El abaratamiento de las cosas no se consigue con leyes ni con disposiciones más o menos enérgicas. Se logra inspirando confianza y facilitando la labor del productor, para que produciéndolas en abundancia, su precio baje.
Alguna institución del gobierno organizó “una expedición” al lugar llamado “Bonampak” situado en el Departamento de Chilón, el estado de Chiapas, diz que para confirmar el descubrimiento de unas ruinas mayas, (conocidísimas desde hace muchos años). Con motivo de dicha “expedición” los periódicos llenaron muchas páginas y se le dio un aspecto novelesco, rayando en lo trágico.
Poco después de terminada la famosa “expedición”, el repórter de uno de tantos periódicos neoyorquinos hizo el viaje en su avión, absolutamente solo, conoció a los habitantes de la zona de los marras, que por cierto nada tienen de particular, obtuvo cuantas fotografías quiso… ¡y, regresó tranquilamente a New York!… ¡Para tener gracia, que sabrosos comentarios podrían hacerse alrededor de este asunto!...
El 95% de las coronas y demás ofrendas florales que es costumbre colocar en la tumbas, aquí se venden hasta diez veces… Los deudos compran una corona, la llevan al panteón, la colocan sobre la tumba… y dos horas después, la misma corona ya está de venta en cualquiera de los muchos “puestos” especializados… ¡La inmoralidad no respeta ni a los difuntos!
No hace mucho tiempo leí en uno de los principales de la Ciudad de México, una inserción, pagada sin duda por los mismos familiares del “ilustre desaparecido”, en la que se hablaba con grandes elogios de los méritos de un político fallecido (que siempre se distinguió por lo vanidoso y por lo bruto), y tras de los elogios, venía una extensa relación de las condecoraciones con las que había sido honrado en su vida. ¡Casi nada! ¡Mil ciento veinticinco!... ¡Friolera!... ¡Las congojas y trajines que le habrá traído obtenerlas!... ¡Pobre!
Después de lo de los cactos en el Paseo de la Reforma, de la Ciudad de México… ¡El diluvio!...
Ya es tiempo que se dicten las leyes precisas con el fin de evitar que los funcionarios se enriquezcan a costa de la salud y de los intereses del pueblo. ¿Qué esperan los Gobiernos para dictar esas leyes que todo el mundo espera con ansia…? ¿Y qué esperan los Gobiernos de los países en que estas leyes existen, para ponerlas en vigor?... Ya eso del funcionario público ladrón debería pertenecer al pasado… A las claras se ve que nada le ha importado a los Gobiernos esta cuestión tan importante…
La gente humilde de nuestro sufrido pueblo, siempre que ve que alguien comete un atentado, abuso, infracción a los reglamentos de tránsito, etc., piensa: ¡Seguramente es del Gobierno! ¡Y raramente se equivocan ¡…
Basta gritar en cualquier parte de la Ciudad de México: ¡Ahí viene el inspector!, para que inmediatamente cunda un pánico indescriptible…
Desde que me acuerdo, siempre se está hablando en México de la construcción de mercados públicos… ¡debe de ser una cosa de la otra vida la construcción de tales sitios tan indispensables, porque a pesar del tiempo transcurrido: CINCUENTA AÑOS, nada se ha hecho sobre el particular, no obstante que durante ese tiempo la ciudad creció considerablemente y su población aumento en cerca de diez tantos. ¡Benditos mercados, tan difíciles de construir! ¿Qué podríamos hacer?...
Diariamente muere más gente caminando a pie, a consecuencia de accidentes de tránsito, que un año viajando en avión. Se hace mucha publicidad cuando avión se estrella. En cambio, ni quien haga caso de los diarios accidentes automovilísticos, que arrojan centenares de muertos y heridos. En el Distrito Federal, la policía toma nota de seis mil muertos y heridos en accidentes de tránsito, cada año (solamente en su jurisdicción). En tanto, en toda la república, mueren por accidentes aéreos, aproximadamente cuarenta personas al año. La diferencia es enorme; ¡pero ni quien la note!... Un avión caído… ¡Un escándalo!... Un autobús chocado… ¡Ni quien haga caso!…
¡Cómo serán las cosas aquí en México, que al día siguiente de que se termino la última gran Guerra Mundial, ya estaba pidiendo dinero prestado a los Estados Unidos de América…! ¡Y eso, después de la bonancible situación económica que México disfrutó durante ese tiempo!...
Refiriéndose a la cuestión del dólar con respecto a nuestra moneda, uno de nuestros flamantes banqueros oficiales comentaba: ¡Los diablos de gringos no se han de salir con la suya, pues si bien es cierto que México carece de dólares, también es cierto que los Estados Unidos de América carecen de pesos mexicanos!... ¡Estamos a la par!...
Como la Ciudad de México es muy grande y todas las calles llevan nombre, aunque la mayor parte de ellas carece de letreros indicándolo, resulta que los que los ponen se ven en aprietos, y echan mano del primero que se les ocurre. Así, hay calles que se llaman de Juan Perico, Juan Lanas, El Piojo, etc.

CRITIQUILLAS XII

Por: José Tamborrel Suárez
Año: 1952

En México, el problema de la falta de escuelas es muy serio; pero lo es más aún el de los profesores preparados para su elevada misión. El maestro de escuela no debe improvisarse. Para ello hay que sentir vocación.
Un conocido economista, dio a conocer hace algún tiempo, estos interesantes datos:
México produce plátano en enormes cantidades: pero aquí se vende más caro que en los EE.UU., adonde se exporta.
México, produce azúcar; pero aquí se vende más cara que los mercados norteamericanos.
México, produce café; pero el este es más barato en los EE.UU. que aquí, no obstante que allá no se produce.
México produce arroz; pero aquí es más caro que en Inglaterra, en donde ese cultivo ni se conoce…
¡Y huelgan comentarios!...
¡Qué triste me siento!, me dijo un buen amigo… Soy propietario de un bien provisto museo de cosas raras; pero imagínate que no he podido conseguir la fotografía del hombre que tuvo la ocurrencia de sembrar los horribles cactos en el parisino y aristocrático Paseo de la Reforma… ¡Qué no daría yo por poseerlo! ¡Lo peor es que es que ni siquiera sé quien fue!...
Un grandísimo fanfarrón, muy conocido en la ciudad de México y con residencia en Acapulco, pagaba espléndidamente a los pescadores discretos, para que cada vez que éstos obtuvieran un “señor pez” lo mandaran llamar y le permitieran retratarse a su lado, apareciendo como el autor de su captura. Dícese que posee más de mil fotografías de este tipo. ¡Y el infeliz ni siquiera sabe tirar el anzuelo!... (¡Fotografías vemos… realidades no sabemos! -Caras vemos, corazones no sabemos-).
El mundo debe saber que a México le debe le siguiente:
Maíz Piña Chirimoya
Frijol Chicle Anona
Tabaco Chicozapote Chilacayote
Cacao Zapote Blanco Calabaza
Algodón Zapote Prieto Camote
Henequén Añil Jícama
Tomate Achiote Mamey
Jitomate Cochinilla Capulín
Cacahuate Guayule Papaya
Tuna Copal Chayote
Maguey Epazote Chilacayote
Aguacate Jinicuil
Todos los anteriores productos y otros mil más, fueron cultivados por los indios, antes de la conquista de México, por los españoles.
Sin los sindicatos la vida de los obreros sería imposible. ¡Ahí están para muestra las empleadas del comercio de la ciudad de México! Mal pagadas, vejadas, exp0lotadas… ¡Todo, por no estar sindicalizadas! Hay empleadas de este tipo que tienen que servir “para todo”… ¡desde fregar el piso!...
Las inmensas fortunas que amasan algunos líderes obreros son fáciles de explicar, si se consideran todas estas cosas:
¨ Percibes jugosas igualas de los patrones.
¨ Manejan a su arbitrio los fondos del sindicato.
¨ Por medio de sus “secretarios”, cobran “particularmente” una especie de cuota de inscripción a los que desean ingresar al sindicato.
¨ En todo tipo de conflicto que se suscita, siempre se inclinan a favor de “donde hay dinero”.
¨ Con dinero de los sindicalizados siempre están dispuestos a “caravanear”.
¨ Por “quítame estas pajas” exigen cuotas extraordinarias, las que hábilmente van a parar a sus bolsillos.
¨ A través de sus “secretarios” insinúan que el sindicato debe hacerles un buen obsequio con motivo de su onomástico, cumpleaños, navidad o año nuevo.
¨ En todas las adquisiciones del sindicato, ellos llevan su buena parte.
¨ Continuamente inventan gastos de representación, agasajos a funcionarios, etc., y por todos estos conceptos toman sumas considerables.
¨ Si existe Seguro de cualquier tipo… ¡ahí ellos tienen su parte!
¨ Si el sindicato se hace cargo de los funerales de compañeros… ¡También en eso tienen su parte!
¨ Si hacen una fiesta, que, supongamos, cuesta mil pesos, al sindicato le costará diez mil.

¡BUENO!... con todos esos gajes… ¡Cualquiera no se hace millonario!... ¡Con razón hay tipos de esos que ni siquiera saben poner su nombre y que, sin embargo, poseen inmensas fortunas! Existen sindicatos en los que para que una mujer pueda ingresar, es necesario ¡muchas cosas!... ¡Lástima que el interés y las circunstancias impiden a esas pobres mujeres denunciar lo que les acontece!... Hay otros a los que solamente se puede ingresar si se tienen hermanas…
Si ya es tonto, ¡por no decir otra cosa!, que los políticos se uniformen con moda del sombrerito claro, degeneración, muy mala por cierto, del odioso sombrero “tejano”, más lo que es aún en el caso de los que “no teniendo vela en el entierro”… lo usan… ¡Que lo usen los que son! ¡pero que lo usen los que no son! ¡Es el colmo!...

CRITIQUILLAS XI

Por: José Tamborrel Suárez
Año: 1952

De cuando en cuando surgen verdaderas anarquías que saben disfrazarse para despistar o engañar mejor, haciendo fe pública y ostentación continua de ideas y principios contrarios a la labor destructiva y fuera de todo orden que realizan por abajo. Los mexicanos tenemos bastante experiencia en este tipo de anarquía. Hubo Gobierno, que durante años pisoteara todo lo que en una sociedad civilizada se respeta. Fatídicos años, que sólo su recuerdo da escalofríos, años de destrucción constante, años de bandolero-pistolerismo, años de dictar leyes para proteger bribones, de endeñar a la niñez ideas estúpidas acerca de los padres, de corromper a la juventud, de facilitar la prostitución, de soliviantar las bajas pasiones del pueblo, de destruir nuestros bosques, de inculcar el cohecho, de perseguir la dignidad y la vergüenza, de hacer desaparecer todos los valores espirituales de la sociedad, de dividir todas las clases sociales para que se odiaran y exterminaran… ¡Regiones enteras devastadas!... ¡De3strucción sistemática de la riqueza y bienestar de todos”… ¡Qué época para México!... ¡Pavorosos años de anarquía perfecta!... Después de lo que el pobre pueblo de México vivió en esa época de tragedia y atraco… ¡nada ni nadie podrá asustarlo ya!...
Los gobernantes deberían ya saber que el camino de hacerse aparecer como honrados y meticulosos, mientras sus familiares roban y saquean para ellos, ya está muy trillado… ¡No hay nadie que no la lo conozca!
A un pueblo como el de México, que no es capaz de pronunciar, pongamos por ejemplo, la palabra “pues”, ya que generalmente dice “pos” o “puesn”, quieren que diga palabritas como estas: crown cola, orange crush, misión, spur, nehi, raleigh, fast track, gate, etc., etc… ¡Perdónalos, Señor!
Es curioso lo que acontece en México, con relación a las obras públicas que suelen inaugurar los altos funcionarios del Gobierno. Conozco el caso de la inauguración de una carretera que jamás existió; el de un mercado que no pasó de los muros; pero que orgulloso ostentaba una magnífica placa de bronce en la que señalaba la fecha de su inauguración y la asistencia del C. Presidente de la República y altos funcionarios; el de una obra de mucha importancia para la ciudad de México, que fue inaugurada a todo bombo, con banquetes, descubrimiento de placas… y fotografías a porrillo… ¡sin que existiera de hecho!...
¿Qué nunca se llegará a reglamentar el uso de los cohetes en México? Durante tres meses del año se queman cohetes sin cesar: el mes de la semana mayor, el de septiembre y el de diciembre… (Más de dos mil personas resultan heridas cada año como consecuencia de los cohetes) Todo el mundo protesta; pero como si no lo hiciera… ¡nadie le hace caso!
Uno de los más activos e inteligentes Secretarios de Gobierno de un Presiente, que tenía la costumbre de dar todo lo que no era de él, un día, en confianza, me dijo: “Mire, siñor”, déjese de cuitlacuachadas (textual) y aprenda: que la noche se hizo para dormir y el día para descansar….
Y, no se le olvide que no hay cosa “pior” que trabajar entre comidas…”. Con estas prácticas el buen ministro se salvaba… y la pobre patria se hundía…
Es de lamentarse que en México no se cultive la vid en gran escala, y en consecuencia no se elaboren buenos vinos… Beber vino es saludable. En cambio, se fabrican infames aguardientes, dañosos para el cuerpo y para el espíritu… aguardientes que corroen las entrañas y embrutecen.
Es verdaderamente notable la perseverancia de los productores de películas “mexicanos” al hacer exactamente iguales y estúpidas las películas de charros, que entre paréntesis ya no existen, excepto en la radio y en alguna que otra fiesta de carnaval o de bienvenida a algún personaje extranjero…
En alguna ocasión tuve la ocurrencia de preguntarle a uno de nuestros políticos de más renombre, famoso, famoso por su rabioso comunismo, sus millones y su incultura: -- ¿Sabe usted qué es un peatón? – “Pos” mire –me contestó--, de fijo no sé, pero entiendo que se trata de esos pobres diablos que “no llegan a coche…”.
Hace algunos años tuve la oportunidad de conocer a un individuo de modesta posición, casado, con dos hijos… Se trataba de un buen hombre, excelente padre y esposo, metódico, reposado.
Andando el tiempo, y por mediación de un compadre suyo, que ocupaba magnífica posición política, nuestro hombre ingresó a la burocracia, y poco a poco fue escalando puestos hasta llegar a uno de los más importantes de la administración pública. Su fe comunista, según se estiló en cierta época en nuestros políticos y altos funcionarios, pronto lo hizo millonario. En Rusia cobraba… y aquí robaba… Con su fortuna vino un soberbio palacio: albercas, frontones, salón de cine, etc., residencias campestres, muchos ranchos ahora se da el nombre de rancho a lo que antes se llamaba hacienda. El nombre de hacienda está muy desprestigiado, por ser cosa de los ricos 2”de antes”), amantes, bacanales, etc.…. Por su parte, la esposa no se quedó atrás, y metió su ruido con grandes fiestas, magníficas joyas, dos o tres “protegidos”… Los hijos a su vez ocuparon su nuevo puesto, suspendiendo estudios, escandalizando, armando broncas en los centros nocturnos, chocando automóviles, contrayendo deudas, malas costumbres y toda clase de vicios, y lo que en la pobreza fue hasta cierto punto un hogar modelo, en la opulencia se convirtió en un infierno, --Cada quien jaló por su lado e hizo lo que le vino en gana--. Cierto conocido de ellos y mío, que estaba al tanto de mi manera de pensar con respecto a la teoría de la Justicia de DIOS, con frecuencia me decía: “Su teoría está fallando en este caso. Ahí tiene a fulano, robando al que se le pega la gana, dándose vida de príncipe, gozando de amantes costosas, disfrutando de magníficas residencias en Cuernavaca, Acapulco y en quién sabe cuántas partes más, y su familia gozando tanto como él. Yo no veo en dónde pueda estar el castigo por lo mal habido de su fortuna y por su vida inmoral y licenciosa…”—El tiempo transcurrió y la “buena estrella” del fulano comenzó a declinar. El esplendor de su vida no estaba de acuerdo con su “comunismo” y ya se mormuraba demasiado. Había que quitarlo de en medio… ¡y lo quitaron!
Sus ingresos disminuyeron primero, para desaparecer después totalmente. Sus compromisos económicos eran muchos y en todas partes. Pronto se vio en aprietos y comenzó a malvender… Sus amigotes le volvieron la espalda, pues según decían en su léxico era ya solamente “un cartucho quemado”; la mujer huyó con el más joven de sus “protegidos”, llevándose cuanto pudo y dejando tras sí una serie de letras y pagarés firmados. Los hijos, degenerados y sinvergüenzas, convertidos en estorboso lastre, con las puertas cerradas en todas partes… Ahora, el ex magnate, es un pobre viejo amargado que vaga por las calles, viviendo ¡DIOS sabe cómo! Nada se ha vuelto a saber de la mujer y de los hijos; y desgraciadamente jamás he vuelto a ver al incrédulo conocido aquel, para poder comentar cómo la justicia de DIOS jamás falla…
¡Estamos cansados!... ¡Mucho muy cansados, de tantas glorificaciones inútiles y sin sentido, de nulidades y mediocridades!... En todas estas cuestiones siempre existe un ridículo sentimentalismo, un falso patriotismo o un interés inconfesable. Queremos enorgullecernos de poseer figuras ilustres, ¡y en lugar de buscarlas! –pues las tenemos--, escogemos el camino más fácil: inventarlas. Y así glorificamos a aviadores irresponsables, pintores dementes, actrices producidas por obra y gracia de la publicidad, “genios” de la fotografía, estadistas de opereta, compositores de relajo… Se ha choteado tanto esto, que ya nadie sabe en donde se encuentra el verdadero mérito.