Por: José Tamborrel Suárez
Año: 1952
El portero de mi casa se llama Hipólito… Como él ya está muy viejo, su hijo Juan es el que hace sus veces… Todos los días cuando entro o salgo lo veo leyendo atentamente el periódico. Un domingo en la mañana me puse a charlar con él sobre diversos temas sin importancia, y platicando, me hizo esta pregunta: ¿Qué los demás países no querrán a México?... ¿Por qué dice usted eso? –le pregunté--. Pues porque diariamente veo en los periódicos que los gobiernos de otros países condecoran, con una asiduidad digna de mejor empeño, a nuestros altos funcionarios, que, como usted sabe, excepto uno que otro, no hacen otra cosa que fastidiarnos en todas las formas posibles…¿Qué esos gobiernos extranjeros no estarán enterados de lo que pasa al pobre y siempre muerto de hambre pueblo de México? Si no lo están, deberían estarlo, pues para eso tienen sus representantes aquí. Cada medallota y condecoración de esas, ¡que solamente DIOS sabe por qué las otorgan, es una ofensa para nosotros. En verdad, en los últimos años el intercambio de medallas, cintas y condecoraciones ha llegado a punto de farsa. Existen gobiernos extranjeros que nos mandan tres o cuatro embajadores por año, y con cada uno de ellos envían un centenar de condecoraciones para ser repartidas a diestra y siniestra… Así como van las cosas en este aspecto, dentro de poco va a ser muy difícil poder encontrar a una persona que no tenga su “condecoracioncita”
Hablando de la libertas de prensa, parece que en México, los últimos gobiernos han encontrado una sencilla fórmula para sujetar dicha libertad, creando un organismo de tipo comercial que controla y domina, y que es el encargado de proporcionar papel a los periódicos… Basta que un periódico se extralimite de lo que se le ha consentido, para que inmediatamente se vea envuelto en todas las dificultades derivadas de la falta de papel, que es el todo de la publicación… (¡Ojalá esté equivocado y esto no sea así!)
Todo lo que la ciudad de México tiene de bella, se debe única y exclusivamente a la iniciativa privada. A los hombres de empresa que, con clara visión de las cosas, desarrollaron los grandes fraccionamientos que ahora constituyen el orgullo de la metrópoli. El México, que depende del gobierno es el mismo de siempre: calles polvorientas, sin drenaje, agua, banquetas, alumbrado… callejuelas infectas, plazuelas sucias atestadas de barracas, mercados asquerosos, parques abandonados, camellones convertidos en basureros…
A pesar de sus malos gobiernos, México avanza…
No hace mucho tiempo, el gobernador de un Estado de la República, no teniendo nada que informar a su pueblo acerca de su gestión; pues nada había realizado, se le ocurrió mandar cortar ochenta “morillos” comunes y corrientes, los que ordenó colocar en diversos puntos del Estado, poniendo cuatro de un lado y cuatro del otro, con un gran letrero de que decía: “PARQUE NACIONAL”. . En esta forma el dinámico gobernador creó nada menos que diez grandes parques nacionales… Cuando leyó su Informe ante la Legislatura Local, y dio a conocer que durante el último año había creado los diez parques citados, fue frenéticamente aplaudido y felicitado. El representante del Ejecutivo Federal, al abrazarlo, le manifestó: “que pocos gobernantes habían hecho tanto como él en materia forestal… “La legislatura Local, en su primera acción, acordó otorgarle una medalla de oro y un pergamino, calificándolo de “Benemérito del Árbol”… ¡Y así es como se escribe la historia!... ¡Y así es como en México se crean los llamados los llamados parques nacionales!...
Sorprendente que los humildísimos papelerillos sean en todas partes del mundo; pero principalmente en México, tan buenos, honrados y corteses. En realidad se trata de un caso insólito, en el que no es fácil hallar respuesta, si se toma en cuenta la clase social a que pertenecen esos pequeños trabajadores.
Los mexicanos hemos perdido la fe hasta en las maldiciones… ¡lo que es el colmo!...
¡Benditos aquellos días de la revolución triunfante, ciando estaban prohibidas las corridas de toros, la lotería, el pulque y tantas de estas taras que son el azote del mexicano.
No me explico porqué la Lotería Nacional gasta enormes sumas anualmente, en una publicidad a todas luces inútil. Los que adquieren billetes de lotería lo hacen por costumbre o vicio, sin necesidad de que se les recuerde… ¡Qué mayor publicidad que la que hacen gratuitamente los miles y miles de vendedores de billetes, que materialmente están encima de la infeliz gente!... ¿Se imaginan ustedes cuantos beneficios puedan realizarse con esos millones de pesos tirados en esa publicidad inútil?
Los últimos gobiernos de México han creado con un gran empeño, una inmensa e inútil burocracia, que no teniendo nada en qué ocuparse, constantemente inventa toda clase de trabas y dificultades para entorpecer las cosas y así justificar su existencia. ¡Cuánto se beneficiaría el Estado y en consecuencia el pueblo, si desaparecieran tantos organismo inútiles y el personal burocrático fuera reducido en un noventa por ciento.
Muchas veces me pregunto en qué se ocuparán los miles y miles de empleados del gobierno, si no existieran las famosas “firmas”… y los no menos famosos “sellos”… Hay que considerar que cuando en mala hora se tienen alguno negocio con el Gobierno, éste siempre está detenido POR FALTA DE UNA FIRMA O DE UN SELLO. En el Gobierno todo estriba en eso: una firma o un sello…
Existen regiones de México en las que es bueno sembrar; pero todavía mejor que eso ¡no sembrar!... (Se cuenta de cierto político metido a agricultor, que en alguna ocasión comentaba respecto a sus siembras: “A mí me tiene sin cuidado que la cosecha sea mala, que yo de todas maneras “levanto”… si a mi no se da “levanto” la de mi vecino; pero yo “levanto”…).
En México, los héroes surgen como por encanto. Basta que un ciudadano sepa clavarse en el agua, pelear con fuerza una pelota o montar a caballo, para que unánimemente la prensa, y tras ella el gobierno, lo declaren héroe… Sin perjuicio de que un mes después… ¡ni quien se acuerde!... (A falta de pan, buenas son las tortillas).
¡Hay que ver las maravillas que se consiguen con cinco pesos por delante en cualquier cárcel de México!...
Cuan en las carreteras de México veas en letrero que diga: “Despacio, carretera en reparación”, acelera con toda confianza, porque seguramente tienes por delante el mejor de los caminos. A veces, cien kilómetros delante de un letrero de ese tipo, es donde efectivamente la carretera está en reparación; pero entonces si no esperes encontrar aviso… y si lo hay, posiblemente diga: “Velocidad máxima cien kilómetros por hora”. Para conocer el verdadero significado de las señales de tránsito en nuestras carreteras, se requiere una experiencia de tipo especial. Si dice despacio, vete de prisa; si dice: puente angosto, jura por San Cuilmas, que es ancho; si no dice nada acerca de un puente, lo mejor es pasarlo con precaución; si dice que puedes correr a cien kilómetros por hora, lo más cuerdo es que corras a cuarenta… y así por el estilo. ¡Ah! Se me olvidaba: si ves a un motociclista, no disminuyas la velocidad ni mucho menos te detengas, huye tanto como puedas…
Año: 1952
El portero de mi casa se llama Hipólito… Como él ya está muy viejo, su hijo Juan es el que hace sus veces… Todos los días cuando entro o salgo lo veo leyendo atentamente el periódico. Un domingo en la mañana me puse a charlar con él sobre diversos temas sin importancia, y platicando, me hizo esta pregunta: ¿Qué los demás países no querrán a México?... ¿Por qué dice usted eso? –le pregunté--. Pues porque diariamente veo en los periódicos que los gobiernos de otros países condecoran, con una asiduidad digna de mejor empeño, a nuestros altos funcionarios, que, como usted sabe, excepto uno que otro, no hacen otra cosa que fastidiarnos en todas las formas posibles…¿Qué esos gobiernos extranjeros no estarán enterados de lo que pasa al pobre y siempre muerto de hambre pueblo de México? Si no lo están, deberían estarlo, pues para eso tienen sus representantes aquí. Cada medallota y condecoración de esas, ¡que solamente DIOS sabe por qué las otorgan, es una ofensa para nosotros. En verdad, en los últimos años el intercambio de medallas, cintas y condecoraciones ha llegado a punto de farsa. Existen gobiernos extranjeros que nos mandan tres o cuatro embajadores por año, y con cada uno de ellos envían un centenar de condecoraciones para ser repartidas a diestra y siniestra… Así como van las cosas en este aspecto, dentro de poco va a ser muy difícil poder encontrar a una persona que no tenga su “condecoracioncita”
Hablando de la libertas de prensa, parece que en México, los últimos gobiernos han encontrado una sencilla fórmula para sujetar dicha libertad, creando un organismo de tipo comercial que controla y domina, y que es el encargado de proporcionar papel a los periódicos… Basta que un periódico se extralimite de lo que se le ha consentido, para que inmediatamente se vea envuelto en todas las dificultades derivadas de la falta de papel, que es el todo de la publicación… (¡Ojalá esté equivocado y esto no sea así!)
Todo lo que la ciudad de México tiene de bella, se debe única y exclusivamente a la iniciativa privada. A los hombres de empresa que, con clara visión de las cosas, desarrollaron los grandes fraccionamientos que ahora constituyen el orgullo de la metrópoli. El México, que depende del gobierno es el mismo de siempre: calles polvorientas, sin drenaje, agua, banquetas, alumbrado… callejuelas infectas, plazuelas sucias atestadas de barracas, mercados asquerosos, parques abandonados, camellones convertidos en basureros…
A pesar de sus malos gobiernos, México avanza…
No hace mucho tiempo, el gobernador de un Estado de la República, no teniendo nada que informar a su pueblo acerca de su gestión; pues nada había realizado, se le ocurrió mandar cortar ochenta “morillos” comunes y corrientes, los que ordenó colocar en diversos puntos del Estado, poniendo cuatro de un lado y cuatro del otro, con un gran letrero de que decía: “PARQUE NACIONAL”. . En esta forma el dinámico gobernador creó nada menos que diez grandes parques nacionales… Cuando leyó su Informe ante la Legislatura Local, y dio a conocer que durante el último año había creado los diez parques citados, fue frenéticamente aplaudido y felicitado. El representante del Ejecutivo Federal, al abrazarlo, le manifestó: “que pocos gobernantes habían hecho tanto como él en materia forestal… “La legislatura Local, en su primera acción, acordó otorgarle una medalla de oro y un pergamino, calificándolo de “Benemérito del Árbol”… ¡Y así es como se escribe la historia!... ¡Y así es como en México se crean los llamados los llamados parques nacionales!...
Sorprendente que los humildísimos papelerillos sean en todas partes del mundo; pero principalmente en México, tan buenos, honrados y corteses. En realidad se trata de un caso insólito, en el que no es fácil hallar respuesta, si se toma en cuenta la clase social a que pertenecen esos pequeños trabajadores.
Los mexicanos hemos perdido la fe hasta en las maldiciones… ¡lo que es el colmo!...
¡Benditos aquellos días de la revolución triunfante, ciando estaban prohibidas las corridas de toros, la lotería, el pulque y tantas de estas taras que son el azote del mexicano.
No me explico porqué la Lotería Nacional gasta enormes sumas anualmente, en una publicidad a todas luces inútil. Los que adquieren billetes de lotería lo hacen por costumbre o vicio, sin necesidad de que se les recuerde… ¡Qué mayor publicidad que la que hacen gratuitamente los miles y miles de vendedores de billetes, que materialmente están encima de la infeliz gente!... ¿Se imaginan ustedes cuantos beneficios puedan realizarse con esos millones de pesos tirados en esa publicidad inútil?
Los últimos gobiernos de México han creado con un gran empeño, una inmensa e inútil burocracia, que no teniendo nada en qué ocuparse, constantemente inventa toda clase de trabas y dificultades para entorpecer las cosas y así justificar su existencia. ¡Cuánto se beneficiaría el Estado y en consecuencia el pueblo, si desaparecieran tantos organismo inútiles y el personal burocrático fuera reducido en un noventa por ciento.
Muchas veces me pregunto en qué se ocuparán los miles y miles de empleados del gobierno, si no existieran las famosas “firmas”… y los no menos famosos “sellos”… Hay que considerar que cuando en mala hora se tienen alguno negocio con el Gobierno, éste siempre está detenido POR FALTA DE UNA FIRMA O DE UN SELLO. En el Gobierno todo estriba en eso: una firma o un sello…
Existen regiones de México en las que es bueno sembrar; pero todavía mejor que eso ¡no sembrar!... (Se cuenta de cierto político metido a agricultor, que en alguna ocasión comentaba respecto a sus siembras: “A mí me tiene sin cuidado que la cosecha sea mala, que yo de todas maneras “levanto”… si a mi no se da “levanto” la de mi vecino; pero yo “levanto”…).
En México, los héroes surgen como por encanto. Basta que un ciudadano sepa clavarse en el agua, pelear con fuerza una pelota o montar a caballo, para que unánimemente la prensa, y tras ella el gobierno, lo declaren héroe… Sin perjuicio de que un mes después… ¡ni quien se acuerde!... (A falta de pan, buenas son las tortillas).
¡Hay que ver las maravillas que se consiguen con cinco pesos por delante en cualquier cárcel de México!...
Cuan en las carreteras de México veas en letrero que diga: “Despacio, carretera en reparación”, acelera con toda confianza, porque seguramente tienes por delante el mejor de los caminos. A veces, cien kilómetros delante de un letrero de ese tipo, es donde efectivamente la carretera está en reparación; pero entonces si no esperes encontrar aviso… y si lo hay, posiblemente diga: “Velocidad máxima cien kilómetros por hora”. Para conocer el verdadero significado de las señales de tránsito en nuestras carreteras, se requiere una experiencia de tipo especial. Si dice despacio, vete de prisa; si dice: puente angosto, jura por San Cuilmas, que es ancho; si no dice nada acerca de un puente, lo mejor es pasarlo con precaución; si dice que puedes correr a cien kilómetros por hora, lo más cuerdo es que corras a cuarenta… y así por el estilo. ¡Ah! Se me olvidaba: si ves a un motociclista, no disminuyas la velocidad ni mucho menos te detengas, huye tanto como puedas…
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