viernes, 9 de enero de 2009

CRITIQUILLAS XIV

Por: José Tamborrel Suárez
Año: 1952

México, tuvo un Presidente de la República tan inmensamente estúpido y malvado, que pensando en ello llegué a la conclusión de que no era posible que tal ente pudiera haber sido el resultado de la unión de un hombre y una mujer, sino de muchas generaciones de imbéciles y malvados.
Cuando en las grandes capitales del mundo se contemplan los magníficos edificios de hoy, con toda su grandeza, admirables líneas, bellezas, etc.., no puede uno menos que asombrarse y sentirse orgulloso de formar parte del género humano, capaz de crear tales cosas.
Es verdaderamente lamentable lo que se ha hecho con la Ciudad de México en los últimos treinta años, por lo que a la cuestión arquitectónica se refiere. Al derrumbarse los viejos edificios con motivo del resurgimiento y ensanchamiento de la Ciudad, se han levantado en lugar de éstos, las más horribles y antiestéticas construcciones de que se hayan tenidos noticia, las cuales han afeado su aspecto, que durante siglos conservó fama de ser los más bellos, al grado de que el célebre Barón de Humboldt, la bautizó con el nombre de “Ciudad de los Palacios”… El sello característico de ella su primorosa arquitectura del tipo llamado “Colonial”, estilo bellísimo y singular que siempre ha causado la admiración de propios y extraños. Desgraciadamente esta característica se ha ignorado en las nuevas construcciones, las cuales no ofrecen otra cosa que una monotonía chocante y una pésima impresión a la vista y al espíritu. Ningún esfuerzo les hubiera costado a los irresponsables gobernantes de la época, exigir del estilo “Colonial” y, sin embargo, no lo hicieron, quedando convertida en la Ciudad México en un lugar incoloro y común…
En todas partes existen grupos de personas que se auto-juzgan aristocráticas. Generalmente, estos grupos proceden de padres o abuelos que lograron crear una fortuna en el comercio, la industria, la banca, o como sucede tanto en los países de América: es un ministerio o generalato…
Lograron una educación superficial, se casaron entre sí, uniendo sus fortunas… ¡y helos ahí convertidos, según ellos, en rancios aristócratas!... En México, sucede justamente esto último.
Existe un grupo relativamente pequeño, que desciende de antiguos asaltantes de caminos, que en una de tantas revoluciones que azotaron al país, se hicieron generales, después ministros, diplomáticos, etc., llegando a ocupar una brillante posición… Se construyeron suntuosas residencias, viajaron por el extranjero, se enseñaron a medio vestir y comer, enviaron a sus hijos a las que consideraron mejores escuelas, en donde mal aprendieron uno o dos idiomas, montar a caballo y unas cuantas tonterías más… Sus nombres sonaron por sus fiestas rumbosas, su aparatosa e inútil existencia, sus teatrales matrimonios, escándalos… ¡y éstos son los que se dicen aristócratas!... ¡Que DIOS los perdone!... ¡Si supieran que la verdadera aristocracia no se exhibe y es callada!... ¡Y segura de sí misma!...
Qué diferencia entre un verdadero filántropo. Digamos Arturo Mundet, con cualquiera de esos imbéciles que todos los días aparecen en los periódicos “presumiendo” y “sombrereando”… (Nadie ha superado en los últimos veinticinco años, la filantropía de don Arturo Mundet… y, sin embargo, nadie lo conoce, ni su fotografía ha siso publicada jamás en un periódico…).
Solamente Dios podrá SALVAR A México de una nueva y espantosa revolución armada, originada por la dantesca miseria del pueblo. La riqueza está en poder de unos cuantos egoístas e indiferentes, insensatos y torpes, que llegado el caso serán, que duda puede caber, las primeras víctimas. Aquí cada vez se acentúa más el fenómeno de los ricos, cada vez más ricos, y los pobres, cada vez más pobres…
Desde que el Gobierno de México explota el petróleo, este y sus derivados son más caros y más malos. Además, la atención y la cortesía en las estaciones de servicio ha desaparecido por completo, al grado que el personal de ellas trata con más consideración a un pordiosero que al infeliz automovilista que con cara compungida, se presenta para ver si le quieren hacer el favor de venderle gasolina y permitirle poner aire a sus llantas, agua a su motor… ¡Muy caro pagamos los mexicanos el gusto de decir que “el petrolero es nuestro”!... ¡Carísimo!
RESPETUOSAMENTE me descubro ante el valor de los hombres de negocios rmexicanos, que solamente conocen amarguras y de toda clase de asechanzas, por parte de sus dos inseparables socios: el gobierno y el sindicato.
En México, un hotel de provincia tiene que cubrir todo estos impuestos:
1°. Impuesto Municipal sobre el hotel.
2°. Impuesto Municipal sobre el restaurante.
3°. Impuesto Municipal sobre venta de cerveza.
4°. Impuesto predial.
5°. Impuesto del Estado.
6°. Impuesto Sobre Ingresos Mercantiles,
7°. Impuesto Sobre la Renta.
8°. Impuesto Sobre el Consumo de Electricidad.
9°. Seguro Social.
10°. Cámara de Comercio. (ingreso forzoso por ley).
Etc., etc.…. ¡Y eso que dizque los impuestos se han centralizado y definido!
Un conocido mío se hizo tatuar en el pecho de manera indeleble. La siguiente leyenda: “Me llamo fulano de tal, vivo en x parte, mis teléfonos son… etc., etc.” Me cuenta que se vio es el caso de proceder así, temeroso de que al sufrir un accidente en una de tantas calles de Dios, de la ciudad de México, no pudiera ser identificado, ya que inmediatamente que uno cae, inmediatamente también empieza a ser desvalijado. Primero, por los curiosos; luego, por la policía; después, por los camilleros de las ambulancias; más adelante, en la comisaría, en el hospital, etc.…. En esta forma tan inteligente y pintoresca mi amigo podrá ser siempre identificado aunque le roben sus documentos… y así podrá ser rescatado por sus familiares, evitando ir a la fosa común, que es donde van a parar los no identificados. (Solamente DIOS sabe hasta cuándo habrá moralidad en estas cosas).
El principio burocrático mexicano de “primero la diversión y después la obligación”… es sencilñlamente ¡de los demonios!
Los Presidentes de México deben tener la cabeza muy fuerte para no caer víctimas del halago y elogio sin medida, de que son objeto… ¡Qué manera de incensarlos!... (No hace mucho tiempo que una de las principales revistas que se publican en la ciudad de México, comparó a un expresidentes nada menos que DIOS…)
Gracias a las películas hechas en México, en el extranjero nos tienen por bandoleros y borrachos, matones y pendencieros, bárbaros y brutos… ¡Pobre México, ni siquiera en eso tuvo suerte! Pero no hay que pasar por alto que la mayor parte de las películas que se hacen en México, son hechas por extranjeros.
Las arbitrariedades hacen escuela… ¡Bien lo sabemos los mexicanos!
¿Una gran farsa¡... Pues hombre, muy sencillo... ¡la de la aftosa!

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