domingo, 30 de marzo de 2008

CRITIQUILLAS IV

Por: José Tamborrel Suárez
Noviembre de 1952


El pueblo de México no es un pueblo retrasado como comúnmente se cree. Su calidad racial es tan buena o mejor que muchas de las que están consideradas como superiores. El trazo que se observa no es racial ni cosa que se le parezca. Es simplemente resultado de la falta de gobiernos responsables que ininterrumpidamente ha padecido… Lo poco que se ha podido hacer, ha sido gracias a la magnífica calidad de su pueblo… ¡y a pesar de sus gobiernos!... México, quizá hubiera podido ser el país más adelantado del mundo (aunque lo parezca no es exageración), si hubiera tenido gobernantes, ¡lástima!

Con el mayor gusto manifiesto que después de haber conocido y tratado a la mayor parte de los diversos grupos indígenas que habitan en nuestro país, JAMAS he encontrado uno solo que careciera de los principios básicos que hacen la civilización. Ellos podrán tener muchos defectos (no más que los que tienen los que se consideran “superiores”) y ser ignorantes en muchas cosas (de lo que se considera “moderno”); pero particularmente cada uno de ellos es “gente” en toda la extensión de la palabra. Uno está acostumbrado a verlos humildes, callados, insignificantes, mal vestidos, y creer que no valen nada: pero hay que hablar con ellos, inspirarles confianza, tratarlos con respeto y entonces se asombra uno de sus conocimientos, de su filosofía y de sus elevados principios morales. Hablar mal de nuestros indios es no conocerlos.

Mientras en México existan millones de desheredados, siempre existirá la amenaza de una nueva revolución social. Todos deberían preocuparse por el reparto equitativo de la riqueza… ¡y pronto!... ¡antes de que sea demasiado tarde!... Esas inmensas legiones de hombres que se han enriquecido a la sombra del Gobierno, deberían despojarse de algo de lo que han quitado al pueblo y construir escuelas, orfanatorios, casas para ancianos, hospitales, etc., en lugar de dejar las enormes fortunas a sus viudas para que las despilfarren, como todos los días lo vemos.

Todo lo que sobresale en México: un palacio, una inmensa propiedad, etc., es generalmente de alguien que en una forma u otra ha estado conectado al gobierno.

En México, los grandes latifundios de los personajes del Gobierno, los militares afortunados, etc., se llaman simplemente “ranchos”… Dios lo libre a uno si al referirse a ellos los llama “haciendas”… Los odiosos nombres de hacienda, hacendado, etc., han desaparecido por completo, siendo propios de los “asquerosos reaccionarios”… Ellos son modestos… simplemente tienen sus “ranchos”… y son rancheros.

miércoles, 19 de marzo de 2008

CRITIQUILLAS III

Por: José tamborrel Suárez
30 de noviembre de 1952


IDEAS GENERALES ACERCA DEL HOMBRE MEDIOCRE DE LA CIUDAD DE MEXICO


Generalmente es chaparrón, grueso, de frente estrecha, manos regordetas y pie chico. Usa bigote.

Inculto

Ambicioso; pero muy confuso en ello.

Su idea de la felicidad es poseer casa y automóvil.

Es fanfarrón y presuntuoso.

Su lado flaco es el “donjuanismo”.

Lee revistas; pero prefiere las historietas propias de los niños.

Se desvive por una corrida de toros t por toda clase de juegos de pelota.

Le agrada el cine siempre y cuando sea malo… Películas nacionales ¡y esas cosas!...

Gusta de todo lo pornográfico: cine, teatro, libros, revistas, etc.

Viste con marcado mal gusto.

Su concepto de la elegancia no va más allá de una mala combinación de saco y pantalón.

Usa corbatas extravagantes.

Desfallece por calcetines rayados o acocolados, chillantes…

No usa sombrero.

Se perfuma con la loción de “moda”.

Se engrasa extraordinariamente el pelo y se peina con meticulosidad.

Usa anillos en las manos, reloj de pulsera y broches en camisas y corbatas.

Exteriormente es limpio (en términos generales)

Es muy exigente en lo relativo a la limpieza y brillantez de su calzado.

Llueva o truene semanariamente asiste a la peluquería (los sábados).

Lleva las uñas mal cortadas y generalmente no muy limpias.

Jamás se lava los dientes; pero se los limpia con la toalla o el pañuelo.

Se suena las narices estruendosamente.

Ríe a carcajadas por cualquier chiste de mal gusto.

En lo general es mal encarado.

Siente mucho respeto por la gente de dinero, los curas y los militares.

Gusta de afeitarse cuidadosamente. En esto es una verdadera autoridad.

Sufre de callos en los pies y de mal olor en la boca.

Jamás paga lo que debe a no ser por la fuerza.

Todo lo que adquiere lo compra en abonos.

Masca chicle cuando baila y cuando está en el cine.

Usa encendedor en cuyo manejo es un experto.

Se siente deportista aunque no lo sea ni lo haya sido.

Bebe cerveza o bebidas gaseosas embotelladas.

Es fumador y al hablar de ese lo hace con un admirable sentido de suficiencia.

Le gusta acariciar a las mujeres; pero sin responsabilidad.

Por dinero es capaz de cualquier cosa.

Es mal hijo; pero el día de las Madres cumple con ir a comer al lado de la autora de sus días.

Siempre habla mal del Gobierno; pero se desvive por ocupar un puesto cualquiera en él.

Acostumbre pegar a los hijos a los que por otra parte consiente con exceso.

Si comete un atropello con su automóvil siempre huye.

Es mal adulador pero no por su gusto, sino por escaso cacumen.

Se siente “muy macho”.

No sabe escribir una carta.

Le fascinan las credenciales que pueden concederle alguna impunidad.

Es católico; pero pésimo cristiano.

Es malicioso y suspicaz.

Habla de lo que no sabe y asegura lo que no le consta.

Admira a los toreros y a toda la gentuza del cina.

Su poco ingenio lo gasta en chascarrillos de dudosa gracia.

Asiste a cuanto lugar lo invitan, sobre todo si no hay que gastar nada.

No por equivocación asiste a una conferencia, un concierto o cualquier acto cultural por el estilo.

Lee el periódico de “cabo a rabo”.

Es ventajoso en todos sus tratos y, en eso piensa que hay inteligencia, sagacidad y conocimiento.

El concepto que tiene de su “hombría” le impide ser respetuoso y decente con las damas.

No tiene ni la más remota idea de lo que es la emoción estética.

Jamás trata de comprender a los demás. Solamente se preocupa por sí mismo.

Siente una marcada inclinación por las domésticas.

No le importa atropellar con su automóvil a un perro.

Es celoso; pero no sabe evitar las situaciones que desarrollan esta pasión.

El ruido le es indiferente.

Cree en todo lo que ve impreso.

Se embeleza y se pone más tonto cuando escucha esas horribles canciones de “ahora”.

Si acaso tiene alguna educación, tan luego como se apodera del volante de un automóvil la pierde.

En su casa padece escasez; pero a él le gusta pasar por espléndido en la calle, con sus amigos.

Su máxima prueba de capacidad mental-económica consiste en adquirir uno de esos llamados títulos de capitalización.

Le gusta que su mujer luzca bien; pero pelea con ella por lo que gasta en eso.

Es supersticioso y con infinitos prejuicios.

¡Naturalmente! Se cree un sabio.

Si se le concede confianza, siempre abusa.

Enamora a cuanta mujer se pone a su alcance.

Prefiere el ingreso seguro de un sueldo a ganarse la vida en otra forma.

Es muy afecto a retratarse y a dedicar fotografías.

Hace alarde de sus líos de faldas.

Es de esos tontos que cree a pie juntillas que no se puede ser bueno si no se tiene una religión.

Gusta de hacer favores; pero de esos que no cuestan absolutamente ningún trabajo.

Es irresponsable en todo sentido.

Solamente se acuerda que tiene hermanas cuando necesita algo de ellas.

Si alguien le debe algo es muy meticuloso.

Es indiferente al árbol, a los animales y en general a todas las bellas manifestaciones de la Naturaleza.

Gasta lamentablemente el tiempo en nimiedades y pláticas insulsas.

Le encanta desvelarse. En ello ve un detalle de la “buena vida” que cree estarse dando…

Es efusivo-hipócrita.

Su regla es desear a la mujer del prójimo.

Procura vestir a la moda aunque ésta sea ridiculísima.

En el restaurante come cuanto la sirven sin importarle calidad, origen, etc.

Presume de ser conocedor de vinos y licores.

Para amueblar su casa siempre copia de los demás. Carece de originalidad en esto.

El domingo no puede permanecer en su casa. Forzosamente tiene que salir; pero si para desdicha suya no sale, entonces se aburre y se duerma.

Es desordenado en todas sus cosas.

Ni da amor ni lo recibe. (Ni es capaz de amar con el espíritu, ni digno de ser amado así.)

Come carne y se burla de los vegetarianos considerándolos locos.

Asiste a las llamadas “fiestas” en donde parece divertirse en grande.

Es inquieto. Si está en un lugar desea estar en otro… y en otro…

Come y bebe hasta hartarse, sobre todo cuando no le cuesta.

Si se le concede alguna hospitalidad, se extralimita.

Admira la fuerza.

Cree que la última palabra de la “buena vida” consiste en asistir a un cabaret o bañarse en la playa.

Gusta de adornar y poner toda clase de accesorios a su automóvil.

No cuida lo que no es suyo.

Es iluso en todo.

Puede querer a su mujer y sin embargo serle infiel.

Prefiere la barato a lo bueno.

Gasta más de lo que tiene y de lo que puede.

Prefiere la comida del restaurante a la de su casa.

A su automóvil le pone aceite importado del mejor y en su casa se cocina con el peor aceite del país.

En su casa siempre está de mal humos y pésimo talante.

Siempre tiene muchos proyectos para el futuro.

Es materialista en grado superlativo.

La mentira no tiene importancia para él.

Jamás es sincero: pero le gusta que lo sean con él.

Si cree que tiene facilidad de palabra a toda costa trata de lucirse.

No bebe agua en la comida. Prefiere cualquier brebaje embotellado.

Es tan inocente que todavía cree que el pan de dulce contiene huevo.

Solamente come fruta cuando no puede comer otra cosa.

Es muy avaro en sus deberes y obligaciones.

Buen novio y mal esposo.

Es incumplido; pero le gusta exigir cumplimiento.

Le encantan las “combinaciones” para ganar dinero sin trabajar.

No es malo; pero sumamente ignorante.

Piensa que es caritativo y bueno solamente porque suele dar por ahí de cuando en cuando una limosna.

No entiende el automóvil más que para “volar” en él.

En sus viajes no asimila nada.

Cree en el “cielo”, la “gloria”, el “infierno”, el “diablo”, los “serafines” y “querubines”… ¡hasta en el coco!...
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sábado, 15 de marzo de 2008

CRITIQUILLAS II

Por: José Tamborrel Suárez
Noviembre de 1952

BONANPAK y toda esa región DIZQUE ULTIMAMENTE DESCUBIERTA, es conocidísima por la gente de aquellos rumbos, dedicada al negocio de maderas, chicle, hule, etc.…. Ya en los tiempos en que se trazó la Línea Divisoria entre México y Guatemala, se hablaba mucho de esas ruinas Y DE LAS MUCHAS QUE POR AHÍ EXISTEN cubiertas por la maleza. (Que se consulten los informes que sobre el particular rindieron los ingenieros que formaron parte de la Comisión Mexicana de Límites de México y Guatemala –véase los archivos de la que fue Secretaría de Fomento-- encabezada por el ingeniero geógrafo José Tamborrel Siqueiros).
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martes, 11 de marzo de 2008

DEL AMOR Y DEL MATRIMONIO


Por: José Tamborrel Suárez

Año: 1952









El amor siempre pondrá en derrota al dinero.

Con respeto a la vida amorosa del hombre, por ahí se dice, que hay una época, la primera naturalmente, en que todo se consigue por amos; después otra, en que todo puede conseguirse con amor y con dinero; y la otra, la última, en la que solamente por dinero...

Todo lo mejor que existe en el mundo es producto del amor.

Amor es el sentimientos que atrae a una persona hacia otra de distinto sexo. Es la inclinación natural del hombre a la mujer, o viceversa, como una consecuencia del instinto genésico. El amor es un hecho primitivo, un simple acto natural. Es el sentimiento con caracteres vagos e imprecisos, que por su índole afectiva se hace más apto para ser sentido, que para ser explicado, y que tiene formas sumamente complejas y de difícil determinación. ¡Qué cosas no podrán escribirse con relación a este tema!

Los dos instintos fundamentales de todo lo que vive, es el que de la conservación individual, y el de la propagación de la especie. La expresión del primero en su forma más natural, es la del hambre; y en la del segundo, el amor, que no es otra cosa que la dilatación de la individualidad.

Bajo el amparo del verdadero amor es como se vive mejor la vida.

Inmediatamente que el hombre ama de veras, busca la soledad.


El noviazgo es el romance... es la novela. El matrimonio es la realidad que exige hechos...

El amor es la fuente de personalidad. No hay nada como el amor para crear personalidad en el individuo. El que se siente amado, se siente grande... ¡y se da cuenta de que es alguien!... y hay momentos en que no se cambiaría ¡por nadie!

El casarse tiene sus problemas; pero el no casarse los tiene mucho más.

Entre más grande sea el amor que se tengan dos personas, mayor será en sacrificio que una y otra se impongan en virtud de las circunstancias.

Si el amor no está protegido por la amistad y la camaradería, lo más probable es que desaparezca.

Mientras los hombres prefieren ser el primer amor de una mujer, ellas se inclinan por ser el último.

Es muy difícil que los enamorados se conozcan tal como son, ya que es muy común que cada uno de ellos trate de parecer lo que no es.

Cuando los hombres pretenden la mano de una mujer, procuran presentarse lo mejor posible, alardeando de inteligencia, cultura, buena posición, etc. En apoyo de todo eso, llevan a la novia a los mejores sitios, mostrándose despreocupados en lo que gastan, celosos de su importancia... En la mayoría de los casos se trata de pobres diablos, de ésos, que según la expresión vulgar "no tienen ni en qué caerse muertos". Su iniciativa no va más allá de saber combinar el color de la corbata con el traje..., una cultura a base de revistas ilustradas, y todo así por el estilo. Este engaño que se repite todos los días y en todas partes, bien podría llamarse "prenupcial".

¡Qué ignorantes son los que habiéndoles tocado la exquisita prerrogativa, la de amar y ser amados, destruyen con insensatez lo que la vida solamente concede a unos cuentos! Pero cuando destruyen esa dádiva maravillosa, se destruyen a sí mismos.

Que tu decencia sea aún mayor cuando estés alejado del ser que amas.

La experiencia enseña que no es conveniente que las personas casadas se separen por largo tiempo. Por lo general, estas separaciones largas terminan mal.

La ausencia es algo que no tiene mucho que ver con nuestros sentimientos afectivos, pues nos indica con más o menos precisión la índole e intensidad de ellos. En la ausencia es donde se comprende mejor a los que se ama, y es también donde puede juzgarse con más serenidad y calma sus actos y manera de ser.

En el caso de ausencia entre dos personas que se aman, el gusto de volverse a ver guarda proporción semejante a la de la pena sufrida por la separación.

En tanto que el amor puro desarrolla en el hombre los mejores sentimientos y las más nobles aspiraciones, el deseo concupiscente lo degrada y lo inclina hacia el mal.

El matrimonio suele ser una fuente constante de dicha y felicidad; pero hay que saberlo ganar a fuerza de cariño, constancia, sinceridad, comprensión y lealtad. Pensar que se puede ser feliz simplemente porque sí, sin dar nada, sin ser noble y la base de un perseverante cultivo, al que jamás debe desatenderse en un solo instante.

Es muy difícil que puedan ser dichosos en el matrimonio los que el noviazgo ocultaron sus defectos, en lugar de corregirlos. La franqueza y la sinceridad deben ser una norma en las relaciones de noviazgo, sobre todo cuando está obrando seriamente.

La mujer que ama lo dice en los ojos.

El amor no tiene ojos para ver el mal.

Solamente por los caminos del amor se puede encontrar la dicha.




Para curar las heridas del espíritu: pesimismo, misantropía, esceptisismo, etc., no hay como el amor.




En los matrimonios comunes y corrientes, resulta insoportable para el marido, que la mujer le platique las nimiedades y pequeños sucesos del día, únicas cosas de que en realidad pueden hablar la mayoría de las infelices mujeres, encerradas en estrecho círculo de actividades y relaciones... Pero en los matrimonios en que hay comprensión y cariño y viven la vida magnífica de los enamorados, todas esas nimiedades y cosas sin importancia tienen mucho interés para el esposo.




El fuego del amor hay que sostenerlo constantemente. Con el menor descuido se apaga.




La ausencia con respecto al amor, obra como el agua en el fuego.




Todo amor constituye una serie de obligaciones, deberes y respomsabilidades. Si esto no acompaña al amor, es que no hay amor.




El amor nace de la simpatía, y después se sostiene por medio del cariño, el respeto, la consideración deseo de agradar, dulzura en el trato; sobretodo: por la claridad en todos los los actos.




Cuando existe amor verdadero, y este es correspondido, vale la pena cualquier sacrificio.




El amor ciego nunca puede ser verdadero. En el verdadero amor todos los defectos e inconvenientes deben ser conocidos; pero pasados por alto.




En las parodias de amor, el no amar es el mejor medio de ser amado.




Nadie mejor para mandarnos que las personas que amamos, De hecho uno hace lo que ellas quieren. Es mejor aceptar la verdad, y conociéndola, proceder de la manera más inteligente posible.




¿Puede haber placer más exquisito que reposar la cabeza en el pecho de la mujer amada?




En el caso de los amores apasionados, las situaciones que se presentan por el excesivo sentimiento afectivo, son sumamente complejas, y generalmente con resultados negativos a lo que se desea. Hay más seguridad en el feliz desarrollo de un amor reposado y sereno, que en aquel en que la pasión domina.




A los que no les gusta sacrificarse por los demás, no deben pensar en el amor, en donde todo es sacrificio y abnegación.




En ningún caso se sacrifica y se entrega tanto como en el amor; pero es quizá lo único en que esto no se nota... realizándose sin sentir.




El amor seguirá siendo víctimas hasta el fin... El remedio quizá fuera que la gente supiera lo que es en realidad el amor, ¡cosa imposible!...




El verdadero amor solamente lo pueden disfrutar los amantes virtuosos.




¿Cómo es posible que pueda existir amor entre personas que no son virtuosas? Entre ellas podrá existir todo lo que se quiera... ¡pero jamás amor!...




El amor exige prudencia, abnegación, dulzura, renunciación, delicadeza, consideración constante...




El que engaña en amor, se engaña a sí mismo...




¡Cuánta esperanza puede existir en una sola mirada!...




Amores buenos, ¡amores a la luz del día! (Ojo a las novias).




Las pruebas de amor solamente las piden los bribones y los definitivamente mal intencionados.




Los que aman, en realidad no se buscan para otra cosa que para dignificarse.






Los regalos producen agradecimiento, en el agradecimiento hay simpatía y la simpatía fácilmente genera amor.


En realidad el amor puro que se conoce con el nombre de platónico no existe, ni puede existir, ya que constituiría una desviación del instinto genérico, lo que es completamente contrario al individuo normal. Jamás ha habido un hombre que pudiendo materializar su amor no lo haya hecho. 8se entiende, naturalmente, un hombre normal). La sociedad ha instituido el matrimonio juntamente para materializar el amor puro, según la manera que esto se entiende.


El origen del amor está en esa corriente secreta que se llama simpatía, que es la inclinación favorable de una persona hacia otra y que es común sea mutua. En la evolución favorable de ese sentimiento es como se llega al amor.


Seguramente que no existe dicha mayor que la de amar y ser amado. Desgraciadamente, la inmensa mayoría de la gente no está preparada para vivir esa dicha y apenas la poseen la destruyen.


Una de las cosas que más víctimas hace el amor, es el hecho de que centralizándose la atención, afán, admiración, cariño y todo en una sola persona, se exija demasiado de ella.


El amor por cualquier lado que se le vea constituye una cadena; paro esa cadena vale la pena de ser llevada, no importa su peso, si existe reciprocidad por lo menos en las cosas esenciales. ENTIENNE REY, decía:--"La mujer enamorada de una esclava que hace cargar las cadenas de su amo".


Los que no saben lo que es el amor, ¡muchos por cierto! piensan que la uniformidad lo mata. NINÖN DE LENCLOS, sostenía "que desde que el espíritu de orden se apoderaba de asunto de amor, desaparecía la pasión, sucedía la languidez, asomándose el fastidio y terminando todo en disgusto". Sin duda que el que opinó de esa manera, jamás conoció el verdadero amor, todo dulzura, goce tranquilo, quietud, orden. ¿Por qué no orden? ¿El orden peleado con el amor? ¡No hay razón para pensar así! Sería incongruente y sin sentido que donde hubiera amor no pudiera haber orden.


Una de las mayores desgracias que pueden acontecer es entregar el corazón a quien no se lo merece. De suceder así, se vivirá dentro del infeliz papel de víctima, se sufrirá mucho y se terminará con la más amarga de las desilusiones. En estos casos hay que usar la cabeza antes, antes que el corazón.


El amar y ser amado es el bien máximo que la vida solamente concede una vez... Las demás, en caso de existir, son remedo, conveniencia... ¡cualquier cosa!, menos amor.


Así como cuando un hombre y una mujer se aman sinceramente, es una gloria, así también como las desavenencias conyugales son un verdadero infierno.


No creo que pueda existir una cosa peor dentro del ambiente del hogar, que la esposa sumisa por razón del deber.


Hay infinitamente más fracasos en los llamados matrimonios por amor, que en aquellos en que existen ciertas conveniencias y suficiente simpatía para llevarlos a cabo. En estos, generalmente el amor viene después y se obtiene todo: amor y conveniencia.


Nada más natural que la vida matrimonial tenga sus inconveniencias. La mayor parte de las cosas la tienen. El marido que trabaja en la calle durante todo el día, al regresar por la tarde o por la noche al hogar, lo hace cansado y aburrido, buscando reposo y tranquilidad... La mujer, en tanto, ha estado esperando con ansia su regreso, para platicar, salir a la calle, divertirse, etc. El problema consiste en que para el hombre el regreso al hogar significa el fin de la jornada, en tanto que para la mujer eso mismo significa el principio de la suya o cosa parecida... ¿Qué hacer?... ¿Cuál es el resultado?... compresión por ambas partes... consideración mutua.


ENTRE los fenómenos de la comprensión y entendimiento en los seres y las cosas, hay uno, por cierto bastante común, que consiste en lo siguiente: supongamos que un escritor sale de viaje, y durante un tiempo abandonaba su máquina de escribir... Si en tanto alguien la usa, él lo notará a su regreso, aunque la encuentre exactamente en el mismo lugar que la dejó y sin señal alguna de haber sido tocada. Lo mismo pasa con un jinete con su caballo, de una ama de casa con su horno de pan o licuadora, etc. Pero en donde esto se hace perfectamente sensible es en el caso de las relaciones entre un hombre y una mujer, sobre todo cuando entre ellos existe una verdadera comunión de pareceres y sentimientos.


Es lástima que uno no pueda ser desde el principio de una persona. ¡Tan hermoso que sería!... ¡No hay que rodar tanto, pasando por tantas manos! ¡Para por fin, a veces demasiado tarde, llegar hasta el compañero o compañera definitivo!... Me imagino que fuéramos piedras, que rodáramos por pronunciada pendiente , tropezando con otras muchas... Hasta por fin detenernos al lado de una... ¡Cuántas manos tienen que acariciar nuestra fuente, hasta encontrar las que nos han de acariciar siempre!... (¡Y muchas veces, las que creemos definitivas, tampoco lo son!).


En la relación amorosa entre el hambre y la mujer, lo primero que que debe existir es la atracción espiritual, la cual se traduce en elisión, que es cariño, gusto, simpatía. Solamente partiendo de esta base, es que más o menos se puede juzgar la duración o efectividad y efectividad de los lazos de unión entre ellos. Los fracasos, tan frecuentes en estas cuestiones, se deben principalmente a que se dejan llevar por los exteriores: belleza, guapura, elegancia, etc., circunstancias que nada tienen que ver con las realidades de la vida y con las necesidades espirituales que todo ser humano tiene.


Horrible tragedia la de aquellos que viven juntos solamente porque se gustan en el aspecto físico.


Todo matrimonio nuevo debe llevar consigo un buen cuchillo para poder cortar el pastel de muchas amistades inconvenientes.


Pocas esperanzas de felicidad tiene los que se han enamorado atraídos solamente por la belleza física. En primer lugar, porque ese tipo de belleza nada dice en las cosas del espíritu, que es el todo en la dicha del alma, y en segundo, porque es cosa que desaparece, generalmente pronto. Además, una vez acostumbrado a ella, suele cansar o pasar inadvertida. La única belleza efectiva, siempre sólida y constante, siempre leal y buena, es la del alma.


El amor no conduce a la locura; pero cierta locura si conduce al amor.


Millones de personas están casadas... y, sin embargo, viven solas,


Los matrimonios fulminantes, ¡tan de moda en estos tiempos!, son siempre un fiasco... ¡Hay que considerar que si fracasan los que se toman mucho tiempo para conocerse y estudiarse mutuamente!... ¡Con mayor razón los que dan ese paso con los ojos cerrados!...


Los matrimonios pueden ser felices, aunque cada quien piense diferente, siempre y cuando cada uno de ellos cumpla con su deber.


Hombres y mujeres deben considerar que el matrimonio no es un constante sueño de amor, sino que entraña una serie de problemas y responsabilidades, a las cuales hay que enfrentarse diariamente y sin titubeos.


En el matrimonia hay que llevar la idea de que es el paso más serio y definitivo de la vida; de que pase lo que pase, se debe permanecer firme en su puesto, que la batalla se dará en el terreno que sea necesario y a través de todas las vicisitudes que se presenten; que confiadamente se perseguirá la paz y la felicidad hasta donde eso sea posible.


Una de las cosas más gratas que existen es respetar y obedecer a los que amamos... Es natural que junto con el amor se les dé obediencia y respeto.


Nunca será bastante repetir lo de la enorme diferencia que existe entre el amor y el deseo... ¡No hay que confundirlos!...


Infinita es la gente que cree que ama, lo que solamente desea.


El deseo es uno de los movimientos humanos más mañosos que existen, de tal manera que fácilmente pueden lograr se le confunda con el amor...


Hijo del deseo es el hastío, y su nieto, el abandono.


La razón verdadera siempre surge en los matrimonios, cuando esposo y esposa se la conceden mutuamente.


Particularmente, la vida de uno no tiene mayor importancia, sobre todo los que creemos saber vivir; pero, en cambio, si la tiene para los que nos aman.


Las dificultades en los matrimonios desavenidos pueden desaparecer simplemente con que alguno de los dos luche sinceramente para evitarlas.


Entre más difícil es el carácter de un hombre, más susceptible es de ser vencido por el amor.


Si a uno le agrada ser mimado, lo primero que hay que hacer es mimar...


Muchas mujeres creen que tienen que ser amadas sin poner algo de su parte. Es un error pensar así. En el amor hay que dar para recibir y, sobre todo, ser el primero en dar. Cuando se deja de dar es cuando ya no se ama. El hombre sensato solamente distingue con su afecto a la mujer que se preocupa por él, que se interesa por sus cosas, que siente sus problemas.


Las mujeres casadas jamás perderían a su marido, si real y sinceramente se preocuparan por sus cosas.


La mujer casada, con constantes deseos y caprichos, traerá siempre revuelta la economía del hogar por sólida que sea.


Uno de los más graves errores que suelen cometer las mujeres casadas, es mentir al esposo... ¿Qué puede haber más grave que eso?... ¿Quien podrá creerlas después?... ¿Cómo poder vivir con una persona a la que es indispensable creer... y no se le cree?...


No se jure jamás al esposo, excepto amor... ¡y eso cuando él lo pida!...


La esposa que refunfuña, discute y cela, a la corta y a la larga está perdida.


La mujer que se casa debe considerar que a partir de ese instante, sus amistades t relaciones quedan supeditadas al parecer del esposo. Para ella, en ese aspecto, casarse es como volver a nacer.


Cuando la esposa desconoce el valor del dinero y lo que cuesta obtenerlo, ya existe un principio de fracaso en el matrimonio. Lo mismo cuando no se preocupa por el orden y arreglo del hogar, la cuidadosa selección de los alimentos y su presentación personal.


La mujer frívola no nació para el matrimonio. Sus devaneos, su deseo de lucir y su manera de ser en general, no comulga con los principios que rigen en el matrimonio.


Los hombres siempre escogerán por esposa a las mejores mujeres. Entre una que acostumbra beber y fumar, a otra que no lo haga, siempre preferirá a la última. Entre una que vista con descaro y la otra que lo haga con dignidad y decencia, se inclinará por la mejor... ¡y así en todo!...


La comida desabrida y la ropa descuidada enfrían más matrimonios que otras cosas al parecer más importantes.


Las mujeres tontas e indiferentes son incapaces de mantener el cariño y el respeto del marido.


La mujer que solamente se preocupa de sí misma, está condenada a se desdichada en amores.


En el amor hay que dar para recibie... ¡Dar! ¡Dar! ¡Siempre dar!...


Frecuentemente se oye decir que se abusa mucho de la palabra "maravilloso", que se usa sin ton ni son... Es muy posible que así sea; pero hay que considerar que existen muchísimas cosas tan bellas y extraordinarias, que relmente merecen ser llamadas "maravillosas"... ¿No es acaso maravillosa la mujer santa y serenamente cumple con su deber dedicada al hogar, sustentándolo con prudencia y abnegación, y haciendo de él un remanso de paz y tranquilidad?...


La gloria en casa es la dulzura de la esposa.


Siempre será mejor partido para la mujer, el hombre honrado y trabajador, aunque sea pobre, que el rico flojo, de dudosa solvencia moral...


La mujer casada debe tener interés y en muchos casos tomar parte en los esfuerzos y actividades de su esposo, del cual debe ser leal amiga y consejera, dejando de ser lo que ha sido hasta ahora: distracción y recreo del hombre, o en el mejor de los casos: madre de sus hijos.


Las mujeres hacen mal en precipitarse a contraer matrimonio. Las precipitaciones en estos casos siempre resultan funestas. La mujer debe poner en esto todo su buen juicio y sentido común, como lo es efecto, que el matrimonio es un paso definitivo en la vida, y que el divorsio de ninguna manera es o puede ser una solución, y sí una dolorosa t terrible experiencia.


La mujer que piensa reformar al hombre una vez casada, es una tonta, que sin excepción falla; pues estos casos de reformación son rarísimos, al grado que bien puede asegurarse no existen.


La mujer antes de enamorarse debe ver de quien lo hace, pues una vez enamorada es muy dificil pueda discernir y ver las cosas con claridad, máxime si se considera que de hecho está en manos del galanteador, que lo mismo puede ser un hombre bienintencionado, que un redomado bribón.


Para la coqueta, el amor es una simple farsa, de la cual hay que obtener el máximo provecho. Para los "Don Juanes", el amor es un pasatiempo al que conceden sus preferencias.


La perfecta esposa debe tener, además de las cualidades que pudieramos llamar matrimoniales, en el sentido del buen orden y arreglo del hogar, las del sentido espiritual, como la prudencia, la abnegación, fortaleza de ánimo, serenidad de espíritu...


Los hombres cuando se casan, buscan una compañera que les proporcione toda clase de solicitudes y atenciones en su comodidad y gustos en general. La mujer debe procurar llenar las necesidades del hombre en la mejor medida de sus posibilidades, considerando que de no hacerlo, puede exponerse a que él busque fuera del hogar lo que no puede hallar dentro.


Es muy dificil que una mujer que esté compenetrada de los deberes y responsabilidades del matrimonio, fracase.


Muchas mujeres tontas o ramánticas se casan solamente por lucir el anillo de boda. Este tipo de mujer, que por desgracia abunda, facilmente se deja embaucar por las palabras dulces de un galanteador cualquiera... El despertar de estas pobres mujeres es terrible, cuando se dan cuenta que tienen por esposo a un hombre ordinario, cruel, malvado, egoísta...


Es más facil que se case unaviuda de treinta años, que una soltera de veinte, sobre todo, si la viuda posee algún patrimonio aunque sea modesto. Cierto tipo de hombres prefiere a las viudas, quizá porque estas tienen un mejor conociemiento de la vida, y, sobre todo, porque suelen tener bienes de fortuna, que astutamente pueden disfrutar.


Cierto tipo de mujeres casaderas ¡de estos difíciles tiempos!, se desviven por encontrar al hombre suficientemente hábil, para ganar mucho dinero; y suficientemente tonto, para gastarlo...


Si las jóvenes cadaderas pudieran asomarse a la vida de las casadas, y ver sus complicaciones, necesidades y miserías, seguramente no se casarían, sino hasta cuando relmente se sintieran protegídas por la salud y la moral del hombre que deseara ser su esposo.


La mujer arriesga más que el hombre en el matrimonio, por lo tanto tiene el derecho de tomar todas las providencias posibles, investigando los antecedentes del que desea ser su esposo: su educación, principios, medios económicos, etc....


Una buena esposa jamás debe contraer deudas sin consentimiento de su marido, porque tarde o temprano le acarreará serías deificultades. Además, el procedimiento no es correcto, ya que en el matrimonio nada debe hacerse sin mutuo acuerdo.


Una cosa reprobable en la mujer casada, y que la coloca en el papel de una vulgar sirviente, es la costumbre de sisar en el gasto o tomar dinero de los bolsiloos de su esposo, sin que éste lo sepa.


Parece mentira; pero es el caso que existen infinidad de mujeres que solamente soportan a su marido... por su potamonedas...


Es muy dificil que una mujer verdaderamente virtuosa no encuentre un buen esposo.


Aunque parezca increible, la mejor manera de retener un marido es dándole bien de comer. Los hombres no son otra cosa que niños crecidos a los que hay que mimar y consentir.


Cierto tipo de mujeres no le gastan un centavo al marido; pero en cambio le gastan la honra.


Si la mujer dedicara integros los primeros ocho o diez años de matyrimonio al hogar, esposo e hijos, sería muy bueno, ya que serviría para afianzar y robustecer la felicidad para el resto de la vida matrimonial.


La mujer casada debe ser extraordinariamente cuidadosa de sus actos y comportamiento, particularmente en ausencia de su esposo. La vida de la mujer en estas circunstancias debe ser clara y definida para evitar murmuraciones y dudas, que puedan destruir su felicidad.


Es mil veces mejor permanecer soltera, que mal casada.


Es cosa sabida que nadie experimenta en cabeza ajena; pero mucho menos en las cosas relativas al matrimonio... Inútil es que la joven casadera observe fracasos en su alrededor, que siempre insistirá en dar el paso deisivo, exponiendosa a engrosar las largas filas de los desavenidos y los desdichadas.


Es absurdo que la mujer se case por no permanecer soltera o por tener quien la mantenga. Cualquiera de estos dos caminos conduce directamente a la desdicha y al fracaso.


Mal proceden los que hacen de la ceremonia matrimonial una comedia social.


Casarse es fácil, ¡facilícimo! Lo difícil es poseer el entido de responsabilidad necesario para sostener la la situación.


Las dos palabras que más usan los enamorados, son: siempre y nunca.


El amor, ¡naturalmente, el verdadero!, es muy serio y muy raro...


La única base realmente firme de la felicidad es el cariño.



sábado, 8 de marzo de 2008

CRITIQUILLAS I

Por: José Tamborrel Suárez
30 de noviembre de 1952


Mucho se habla del desenvolvimiento y progreso de México; pero la realidad es que:

La mayor parte de la población es analfabeta.

La asistencia social, nula.

La criminalidad pavorosa.

Millones de personas no usan calzado.

Millones de personas duermen en el suelo.

Millones de personas solamente comen tortillas y chile.

Decenas de millares de mujeres viven de la prostitución.

El 90% de la población es pobre.

La inmoralidad administrativa es absoluta.

La vida es carísima.

Los salarios no están de acuerdo con el alto costo de la vida.

En todas partes hacen falta escuelas.

En todas partes hacen falta maestros, y los que hay son incapaces.

En todas partes hacen falta hospitales.

En todas partes hacen falta hospicios.

En todas partes hacen falta casas para ancianos.

En todas partes hacen falta mercados.

En todas partes SOBRAN CANTINAS.

En toda partes SOBRAN PROSTÍBULOS.

La justicia no existe más que de nombre. Su desorganización es completa.

Las elecciones, sean del tipo que sean, siempre son farsa.

La ruina del país es inminente por la terrible deforestación que ha sufrido.

Crecemos de marina mercante.

Carecemos de verdaderos puertos.

Nuestras carreteras son pocas y PESIMAMENTE CONSTRUIDAS.

Un enorme porcentaje de la población está enferma de tuberculosis, paludismo, etc.

El problema de la escasez de agua es general en todas las poblaciones.

Nuestro sistema ferrocarrilero es un desastre.

Nuestro sistema penitenciario, con atraso de siglos.

La riqueza de nuestros mares es de los extranjeros y para los extranjeros.

El pescado no es comida de ricos, sino de millonarios…

Nuestra moneda carece de valor.

Por cada escuela hay ciento treinta y cinco cantinas.

Desde que el petróleo “es nuestro” es caro y escaso.

Para no morirnos de hambre tenemos que importar diversos víveres.

El volumen de agua de los ríos a disminuido a consecuencia de la desforestación.

Faltan aeródromos en la mayor parte de nuestras ciudades.

Cada año salen cientos de miles de hombres a buscar trabajo en el extranjero.

Existen diversos y bien cimentados monopolios.

El 95% de nuestras poblaciones ni siquiera sabe lo que es drenaje.

El agua que se bebe en la mayor parte del país, está contaminada.

Carecemos de servicio telefónico, pues el que existe no puede llamarse tal

El servicio telegráfico no puede ser peor.

El servicio postal es caro y malo.

La prostitución y el vicio y el vicio desbordan en todas partes.

Los causantes honrados ya no pueden con tanto impuesto…

De hecho no hay policía en ninguna parte.

El pistolerismo aumenta día a día. (La vida en los pueblos es imposible).

La burocracia aumenta y las molestias que ocasiona también.

Las leyes ya no se discuten… simplemente se aprueban.

El estado cada vez es más absorbente en perjuicio de la libertad y el derecho.







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DE LA AMONESTACION

Por: José Tamborrel Suárez

Año: 1952

Saber amonestar es difícil, y si no se sabe lo mejor es no hacerlo. La amonestación debe tener carácter constructivo. No se debe hacer “por no dejar” o por consideraciones parecidas. En ella debe buscarse un fin práctico, y como se dijo antes, de tendencia constructiva. Si las amonestaciones, por regla general, no dan buen resultado, no es por otra cosa, que por no saberlo hacer.

No tiene sentido regañar a los demás. Existen fórmulas mejores que el regaño. Este establece, aunque sea momentáneamente, una situación molesta, que vista bien, no tiene razón de ser.

Es cosa comprobada que se consigue más, amonestando con suavidad y razones, que con dureza.

No regañemos. Simplemente aconsejemos…

DE LA AMNISTÍA

Por: José Tamborrel Suárez

Año: 1952

Generalmente se establece cierta confusión entre lo que es amnistía y lo que es indulto. Se trata de dos cosas diferentes. En la amnistía, se declara honrado al que se exime del castigo, considerándolo simplemente como vencido y no como culpable; en tanto que en el indulto, se asegura la impunidad pero no se devuelve la honra.

La amnistía está bien para los hombres honrados que caen en desgracia en las ideas de la política, más no para los bribones que en todo río revuelto están en acecho.

Los atenienses establecieron la ley que se llamó de la Amnistía, cuando Trasíbulo arrojó del poder a los Treinta Tiranos. Esa ley ordenaba que a nadie se molestase por acciones políticas anteriores. De ahí nos viene ese precepto tan humano, que tantas tragedias y abusos ha evitado en el curso de la historia.

domingo, 2 de marzo de 2008

PROLOGO DEL LIBRO "CRITIQUILLAS"

Por: José Tamborrel Suárez
30 de noviembre de 1952

En realidad nunca me dediqué a escribir las críticas que ahora me atrevo a publicar. Las escribí sin sentir, poco a poco, en los más diversos lugares, en cualquier papel… Según observaba tal o cual cosa, así tomaba nota. En este caso no hubo esfuerzo ni desvelo y si quizás el placercillo íntimo que produce desahogar las malas experiencias sufridas, escribiéndolas o platicándolas a alguien. Tal cosa equivale a una especie de desquite, sobre todo cuando en ello se pone un poquitín de ese terrible veneno de la verdad, que a todos asusta tanto…

La vida en México es muy compleja. Nadie vive completamente dichoso ni completamente tranquilo. En nuestro ambiente siempre flota la inquietud, la desconfianza, el escepticismo… Se sabe que la ley es elástica, que la justicia es una farsa, que todo se arregla con influencias o con dinero, que no hay más seguridad que la que uno puede proporcionarse a sí mismo, que la única forma para hacerse rico es ocupando un puesto en el gobierno, que todo se doblega ante los deseos de los poderosos “del momento”, que todo es “combinación, engaño, fraude…

México es uno de los países más grandes y más ricos del mundo. Su amplitud y su riqueza podrían permitir que sus veintitantos millones de habitantes vivieran en medio de una razonable abundancia, gozosos tranquilos; pero no es así, es lo contrario. Se vive estrechamente… absurdamente. Millones de mexicanos andan descalzos y duermen en el suelo. Millones de mexicanos desfallecen de hambre y visten harapos, millones de analfabetas, de parias y de miserables… Y todo esto, a pesar de nuestro petróleo, nuestros fabulosos yacimientos mineros, la ilimitada riqueza de nuestros litorales, las magníficas tierras del sureste, nuestra posición como país enormemente turístico, etc., etc.….

¿Qué nos pasa? ¡Muy sencillo! La gente poco más o menos bien preparada forma una minoría insignificante que nada pesa ante la abrumadora mayoría de analfabetos, de ignorantes, de bárbaros, de ambiciosas, de que se yo tantas cosas… Esta minoría nada pueda hacer. Forzosamente tiene que cruzarse de brazos, tornarse indiferente o acomodarse en el medio.

El problema primordial de México es el de la educación y la cultura. En eso está la base y secreto para su desenvolvimiento. Duplíquese, triplíquese el presupuesto de educación. Todo eso que se gasta en representaciones diplomáticas, en boato de “los de arriba”, en obras públicas “políticas”, en exposiciones objetivas y, sobre todo, en tanta burocracia inútil, que además de costosa, estorba y perjudica, gástese en centros educativos de todo orden. Impúlsese la educación al máximo. Todo el mundo a la escuela, la academia, la universidad, entidades de investigación, ets., etc.

La gente del gobierno es producto de esa mayoría que he mencionado, por lo tanto nada se puede esperar de ellos. Nunca nos han gobernado los mejores hombres, los honrados, los bien preparados, sino los audaces, los astutos… los peores… La minoría nada puede… La mayoría aplasta siempre… Para ministros, para gobernadores, para cualquier puesto del gobierno, siempre será escogido entre el honrado y el bribón, el bribón; entre el culto y el ignorante, el ignorante; entre el bueno y el malo, el malo… Cansados estamos de verlo y sufrido… Naturalmente hay excepciones; pero la regla general es lo anterior… (Últimamente todo esto está radicalmente. Ojalá siga así---)

Pido sincero perdón a todos los que siendo honrados y buenos puedan sentirse aludidos en estas critiquillas con las cuales deseo cooperar a un algo mejor en nuestra sociedad y nuestra patria.

La única cosa particular de este libro, es la forma desordenada, pudiéramos decir, de la colocación de las notas. No hay en ello ningún orden ni concierto. Están colocadas tal como se fueron escribiendo. Por su contenido ni siquiera ha sido posible un índice.

¡Qué no daría por decir lo que aquí digo, sin molestar ni ofender a nadie absolutamente! En toda mi vida siempre he dado pruebas de comprensión y tolerancia; pero hay cosas, ¡éstas cosas!, que hay que decirlas… Años y más años he esperado que alguien las dijera, alguien que supiera decirlas; pero el tiempo ha pasado, me he hecho ya viejo… ¡y nada!... ¡Nadie se ha ocupado!... Y así no me ha quedado otros recursos que hacerlo... ¡Que Dios me perdone…!

J. B. PRIESTLEY, decía: --“El ciudadano más peligroso en un país, no es el que todo lo critica, sino el patriota superficial y necio que todo lo alaba” ¡Ojo mexicanos!

TENGO la absoluta convicción de que el futuro Gobierno de México, bajo la Presidencia de don Adolfo Ruiz Cortines, es honrado, decente, comprensivo, conocedor de todas necesidades y problemas, recto, justo… ¡Ojalá no me equivoque!

JOSÉ TAMBORREL SUÁREZ
30 de noviembre de 1952

DE LA AMISTAD

Por: José Tamborrel Suárez

Año: 1952



Las penas no deben platicarse, excepto a verdaderos amigos, si es que se tiene suerte en tenerlos.

Ser amigo de todos es lo mismo que no ser amigo de nadie…

La amistad es algo que solamente puede considerarse en particular y en determinadas personas. Es un sentimiento que desaparece cuando indiferentemente se concede a cualquie5a.

Antes de crear un amigo, hay que averiguar inteligentemente qué clase de amistad es la que puede ofrecernos.

Los verdaderos amigos jamás se exceden en dar consejos. Ellos sugieren, insinúan, exponen, siempre con suavidad, con tacto, con afectuosa consideración.

Lo importante en la amistad no es lo que pensamos, que en esto puede haber diferencias, sino en lo que somos.

Los amigos no se encuentran a la vuelta de la esquina. Para crearlos hay que sacrificar muchas cosas, constantemente ceder, etc. EMERSON, decía: --“Para tener un amigo, hay que ser amigo”. Y para el amigo hay que tener el corazón siempre bien dispuesto, la bolsa y la puerta abierta. En el diálogo “Lelius Sive Aminitia”, CICERÓN, dice: --“Es muy cierto lo que he oído a nuestros viejos, que oyeron de otros, que acostumbraba decir Arquitas Tarentino, que si alguno subiese al cielo y claramente viese la naturaleza del mundo, y la hermosura de las estrellas, no tendría mucho gusto en tan admirables cosas, las cuales les proporcionarían un gusto infinito, si tuviese a otro a quien contárselas”

Los hombres deben ser juzgados por todos; pero nunca por sus amigos.

Podemos estar seguros de que el que nos elogia no es nuestro amigo, aunque lo parezca. Los verdaderos amigos no elogian. Todo lo saben y lo comprenden. Su aprobación es siempre discreta. Su aprobación siempre es discreta.

La amistad verdadera es resultado de paciente cultivo. De ahí que las buenas amistades sean tan contadas.

La amistad no se apoya en la afinidad, ni tampoco en el contraste, sino como decía PLATON: --“En la combinación de la semejanza con la diferencia”.

En la época próspera se hace uno de amigos y en las adversas se pierden… ¿Se puede concebir no tener amigos en la prosperidad?

Cultivar la amistad cuesta mucho trabajo e implica no pocos sacrificios. Sin embargo, como es tan grata, y además necesaria, bien vale la pena cualquier esfuerzo.

En la amistad suele haber celos; pero afortunadamente jamás llegan a ser estos de la intensidad de los que se producen en el amor.

La amistad exige discreción. No puede existir amistad entre personas indiscretas.

La amistad se crea por la unión de caracteres opuestos, cuando la oposición es proporcionada.

Poca gente sabe lo que es la verdadera amistad. Si se llega a tener un buen amigo, hay que considerarlo como un regalo de vida, ¡la que por cierto no es muy pródiga en eso!

Existen dos formas para atraer a los demás, la natural y la artificial. Ambas poseen muchísimas subdivisiones de acuerdo con lo variado de las circunstancias. La gente alegre y sincera es la que más cautiva. La físicamente dotada atrae desde cierto punto de vista, por la superioridad que exteriormente representa, aunque moral y espiritualmente no valga nada. En lo que nos atrae hay siempre algo que nos interesa. No puede existir atracción sin interés. Cuando decimos que esto o lo otro es atractivo, queremos decir que nos interesa.

“Desde los tiempos antiquísimos se está hablando del templo de la amistad, y desde entonces sabemos que está muy poco concurrido” Así decía VOLTAIRE, y agregaba: --“La amistad es un contrato tácito que realizan dos personas sensibles y virtuosas; digo sensibles, porque un fraile solitario, puede no ser malo y vivir sin conocer la amistad. Digo virtuoso, porque los perversos sólo tienen cómplices; los voluptuosos, compañeros de disipación; los comerciantes, asociados; la generalidad de los hombres ociosos, relaciones superficiales; los príncipes, cortesanos. Solamente los hombres virtuosos tienen amigos”.

El hombre serio debe procurar establecer, cuando se refiere a un amigo, y cuando a un conocido, considerando la diferencia, entre uno y otro…

Perder es cosa que a nadie gusta. No le hagamos sentir esa desagradable sensación al amigo. (Con los amigos jamás se debe apostar.)

La amistad es un afecto benévolo, puro y desinteresado, por lo general recíproco, que nace y se fortalece con el uso. Es la unión personal creada por el instinto de la sociabilidad, en la cual el individuo halla su complemento. Es el lazo permanente que une a los seres humanos por medio de la estimación recíproca. En la amistad debe existir una cultura más o menos parecida. Se crea entre personas de cualidades semejantes; pero opuestas en la expresión individual de esas mismas cualidades. No puede existir atracción de una persona a otra si no hay contraste, pues habría monotonía en el trato y pronto desaparecería el sentimiento de la amistad. HERÄCLITO decía: --“Para la amistad nada mejor que el contraste…”

Solamente con bondad y honradez se logran buenos amigos.

Es una gran suerte hallar amigos en los hermanos… y en los amigos hermanos.

Para conseguir que un corazón extraño se abra, es necesario abrir antes el propio.

El principio moderno, muy de moda entre cierto tipo de hombres de negocios, de que a mayor numero de hombres de amigos, mayores probabilidades de éxito, es muy relativo.

La circunspección es buena para establecer distancias; pero nunca para acotarlas.

La gente del dizque gran mundo no entiende las cosas de la amistad, más que desde un extremo. Así suele decir: “Fulana, es mi mejor amiga”; mengana, es mi más íntima amiga; zutana, es mi amiga del alma, adoro a fulano; menganito es un encanto, y zarandajas por el estilo, ¡dichas sin ton ni son!, ¡y sobre cualquiera!...

La familiaridad entre personas que apenas se conocen, constituye una especie de bomba de tiempo puesta en sus manos, siempre pronta a estallar. Nada bueno puede esperarse de aquellos que quince minutos después de conocerse ya se están tuteando y hablando por su nombre de pila. En estos casos no puede uno menos de preguntarse cómo será la relación de estos individuos con sus viejas amistades… ¡caso que las tengan!... (¡Lo que es de dudarse!)

La verdadera amistad solamente puede crearse lentamente. Las que se hacen en estos tiempos de superficialidad y tontería son tan quebradizas como las que más… ¡Con la misma facilidad que se hacen se rompen!...

Puede considerarse una gran ventura tener por amigo a quien posea el arte de conversar.

No hay como las noches para conversar larga y tranquilamente con un buen amigo.

Es muy común que cuando una persona nos agrada, le atribuyamos virtudes y cualidades que está lejos de poseer. Es el reflejo de la simpatía o cariño que se tiene y así debe ser considerado.

Con sinceridad y honradez es posible conseguir amigos sinceros y honrados.

Cuando un amigo comete un error, por grave y terrible que sea, no es uno el que debe juzgarlo. La amistad debe estar encima de todo. El verdadero amigo todo lo comprende y todo lo perdona.

No se debe guardar silencio cuando en presencia de uno se habla mal de un amigo. Un silencia así es cobarde e indigno.

La mujer casada, las que aman y son madres, no está en condiciones de sentir una amistad verdadera, por la razón de que carecen de independencia que la amistad exige como una de sus bases principales. La amistad precisa almas libres que no estén sujetas a servidumbre de otros sentimientos de amor, pasión o determinados compromisos.

La amistad pura entre un hombre y una mujer es rarísima, siendo muy difícil pueda existir. La relación entre un hombre y una mujer está determinada por la propia naturaleza, en la ineludible atracción del sexo, existiendo siempre el peligro de que el sentimiento amistoso sea suplantado por el amor.

DE LA AMENIDAD

Por: José tamborrel Suárez

Año: 1952

No se pueden evitar los ratos desagradables; pero si se pueden evitar los ratos amenos.

No debe desaprovecharse la oportunidad de pasar un rato ameno y honesto. Los buenos ratos deben disfrutarse tantas veces como sea posible.

La vida requiere de ratos amenos para hacerla llevadera. Su atractivo está en esos ratos, que lo mismo pueden encontrarse en el trabajo, como en la lectura, la conversación, la música, etc. Esta cuestión de los ratos amenos es mucho más importante de lo que a primera vista parece. Basta considerar los millones y millones de personas que diariamente se mueven de un lado a otro buscando un rato de amenidad en teatros, cines, cafés…

El deseo de ser ameno existe en la mayor parte de la gente. ¡Lo malo está en que cada quien entiende eso a su manera, de acuerdo con su educación, cultura, etc.…!