miércoles, 19 de marzo de 2008

CRITIQUILLAS III

Por: José tamborrel Suárez
30 de noviembre de 1952


IDEAS GENERALES ACERCA DEL HOMBRE MEDIOCRE DE LA CIUDAD DE MEXICO


Generalmente es chaparrón, grueso, de frente estrecha, manos regordetas y pie chico. Usa bigote.

Inculto

Ambicioso; pero muy confuso en ello.

Su idea de la felicidad es poseer casa y automóvil.

Es fanfarrón y presuntuoso.

Su lado flaco es el “donjuanismo”.

Lee revistas; pero prefiere las historietas propias de los niños.

Se desvive por una corrida de toros t por toda clase de juegos de pelota.

Le agrada el cine siempre y cuando sea malo… Películas nacionales ¡y esas cosas!...

Gusta de todo lo pornográfico: cine, teatro, libros, revistas, etc.

Viste con marcado mal gusto.

Su concepto de la elegancia no va más allá de una mala combinación de saco y pantalón.

Usa corbatas extravagantes.

Desfallece por calcetines rayados o acocolados, chillantes…

No usa sombrero.

Se perfuma con la loción de “moda”.

Se engrasa extraordinariamente el pelo y se peina con meticulosidad.

Usa anillos en las manos, reloj de pulsera y broches en camisas y corbatas.

Exteriormente es limpio (en términos generales)

Es muy exigente en lo relativo a la limpieza y brillantez de su calzado.

Llueva o truene semanariamente asiste a la peluquería (los sábados).

Lleva las uñas mal cortadas y generalmente no muy limpias.

Jamás se lava los dientes; pero se los limpia con la toalla o el pañuelo.

Se suena las narices estruendosamente.

Ríe a carcajadas por cualquier chiste de mal gusto.

En lo general es mal encarado.

Siente mucho respeto por la gente de dinero, los curas y los militares.

Gusta de afeitarse cuidadosamente. En esto es una verdadera autoridad.

Sufre de callos en los pies y de mal olor en la boca.

Jamás paga lo que debe a no ser por la fuerza.

Todo lo que adquiere lo compra en abonos.

Masca chicle cuando baila y cuando está en el cine.

Usa encendedor en cuyo manejo es un experto.

Se siente deportista aunque no lo sea ni lo haya sido.

Bebe cerveza o bebidas gaseosas embotelladas.

Es fumador y al hablar de ese lo hace con un admirable sentido de suficiencia.

Le gusta acariciar a las mujeres; pero sin responsabilidad.

Por dinero es capaz de cualquier cosa.

Es mal hijo; pero el día de las Madres cumple con ir a comer al lado de la autora de sus días.

Siempre habla mal del Gobierno; pero se desvive por ocupar un puesto cualquiera en él.

Acostumbre pegar a los hijos a los que por otra parte consiente con exceso.

Si comete un atropello con su automóvil siempre huye.

Es mal adulador pero no por su gusto, sino por escaso cacumen.

Se siente “muy macho”.

No sabe escribir una carta.

Le fascinan las credenciales que pueden concederle alguna impunidad.

Es católico; pero pésimo cristiano.

Es malicioso y suspicaz.

Habla de lo que no sabe y asegura lo que no le consta.

Admira a los toreros y a toda la gentuza del cina.

Su poco ingenio lo gasta en chascarrillos de dudosa gracia.

Asiste a cuanto lugar lo invitan, sobre todo si no hay que gastar nada.

No por equivocación asiste a una conferencia, un concierto o cualquier acto cultural por el estilo.

Lee el periódico de “cabo a rabo”.

Es ventajoso en todos sus tratos y, en eso piensa que hay inteligencia, sagacidad y conocimiento.

El concepto que tiene de su “hombría” le impide ser respetuoso y decente con las damas.

No tiene ni la más remota idea de lo que es la emoción estética.

Jamás trata de comprender a los demás. Solamente se preocupa por sí mismo.

Siente una marcada inclinación por las domésticas.

No le importa atropellar con su automóvil a un perro.

Es celoso; pero no sabe evitar las situaciones que desarrollan esta pasión.

El ruido le es indiferente.

Cree en todo lo que ve impreso.

Se embeleza y se pone más tonto cuando escucha esas horribles canciones de “ahora”.

Si acaso tiene alguna educación, tan luego como se apodera del volante de un automóvil la pierde.

En su casa padece escasez; pero a él le gusta pasar por espléndido en la calle, con sus amigos.

Su máxima prueba de capacidad mental-económica consiste en adquirir uno de esos llamados títulos de capitalización.

Le gusta que su mujer luzca bien; pero pelea con ella por lo que gasta en eso.

Es supersticioso y con infinitos prejuicios.

¡Naturalmente! Se cree un sabio.

Si se le concede confianza, siempre abusa.

Enamora a cuanta mujer se pone a su alcance.

Prefiere el ingreso seguro de un sueldo a ganarse la vida en otra forma.

Es muy afecto a retratarse y a dedicar fotografías.

Hace alarde de sus líos de faldas.

Es de esos tontos que cree a pie juntillas que no se puede ser bueno si no se tiene una religión.

Gusta de hacer favores; pero de esos que no cuestan absolutamente ningún trabajo.

Es irresponsable en todo sentido.

Solamente se acuerda que tiene hermanas cuando necesita algo de ellas.

Si alguien le debe algo es muy meticuloso.

Es indiferente al árbol, a los animales y en general a todas las bellas manifestaciones de la Naturaleza.

Gasta lamentablemente el tiempo en nimiedades y pláticas insulsas.

Le encanta desvelarse. En ello ve un detalle de la “buena vida” que cree estarse dando…

Es efusivo-hipócrita.

Su regla es desear a la mujer del prójimo.

Procura vestir a la moda aunque ésta sea ridiculísima.

En el restaurante come cuanto la sirven sin importarle calidad, origen, etc.

Presume de ser conocedor de vinos y licores.

Para amueblar su casa siempre copia de los demás. Carece de originalidad en esto.

El domingo no puede permanecer en su casa. Forzosamente tiene que salir; pero si para desdicha suya no sale, entonces se aburre y se duerma.

Es desordenado en todas sus cosas.

Ni da amor ni lo recibe. (Ni es capaz de amar con el espíritu, ni digno de ser amado así.)

Come carne y se burla de los vegetarianos considerándolos locos.

Asiste a las llamadas “fiestas” en donde parece divertirse en grande.

Es inquieto. Si está en un lugar desea estar en otro… y en otro…

Come y bebe hasta hartarse, sobre todo cuando no le cuesta.

Si se le concede alguna hospitalidad, se extralimita.

Admira la fuerza.

Cree que la última palabra de la “buena vida” consiste en asistir a un cabaret o bañarse en la playa.

Gusta de adornar y poner toda clase de accesorios a su automóvil.

No cuida lo que no es suyo.

Es iluso en todo.

Puede querer a su mujer y sin embargo serle infiel.

Prefiere la barato a lo bueno.

Gasta más de lo que tiene y de lo que puede.

Prefiere la comida del restaurante a la de su casa.

A su automóvil le pone aceite importado del mejor y en su casa se cocina con el peor aceite del país.

En su casa siempre está de mal humos y pésimo talante.

Siempre tiene muchos proyectos para el futuro.

Es materialista en grado superlativo.

La mentira no tiene importancia para él.

Jamás es sincero: pero le gusta que lo sean con él.

Si cree que tiene facilidad de palabra a toda costa trata de lucirse.

No bebe agua en la comida. Prefiere cualquier brebaje embotellado.

Es tan inocente que todavía cree que el pan de dulce contiene huevo.

Solamente come fruta cuando no puede comer otra cosa.

Es muy avaro en sus deberes y obligaciones.

Buen novio y mal esposo.

Es incumplido; pero le gusta exigir cumplimiento.

Le encantan las “combinaciones” para ganar dinero sin trabajar.

No es malo; pero sumamente ignorante.

Piensa que es caritativo y bueno solamente porque suele dar por ahí de cuando en cuando una limosna.

No entiende el automóvil más que para “volar” en él.

En sus viajes no asimila nada.

Cree en el “cielo”, la “gloria”, el “infierno”, el “diablo”, los “serafines” y “querubines”… ¡hasta en el coco!...
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