Noviembre de 1952
El pueblo de México no es un pueblo retrasado como comúnmente se cree. Su calidad racial es tan buena o mejor que muchas de las que están consideradas como superiores. El trazo que se observa no es racial ni cosa que se le parezca. Es simplemente resultado de la falta de gobiernos responsables que ininterrumpidamente ha padecido… Lo poco que se ha podido hacer, ha sido gracias a la magnífica calidad de su pueblo… ¡y a pesar de sus gobiernos!... México, quizá hubiera podido ser el país más adelantado del mundo (aunque lo parezca no es exageración), si hubiera tenido gobernantes, ¡lástima!
Con el mayor gusto manifiesto que después de haber conocido y tratado a la mayor parte de los diversos grupos indígenas que habitan en nuestro país, JAMAS he encontrado uno solo que careciera de los principios básicos que hacen la civilización. Ellos podrán tener muchos defectos (no más que los que tienen los que se consideran “superiores”) y ser ignorantes en muchas cosas (de lo que se considera “moderno”); pero particularmente cada uno de ellos es “gente” en toda la extensión de la palabra. Uno está acostumbrado a verlos humildes, callados, insignificantes, mal vestidos, y creer que no valen nada: pero hay que hablar con ellos, inspirarles confianza, tratarlos con respeto y entonces se asombra uno de sus conocimientos, de su filosofía y de sus elevados principios morales. Hablar mal de nuestros indios es no conocerlos.
Mientras en México existan millones de desheredados, siempre existirá la amenaza de una nueva revolución social. Todos deberían preocuparse por el reparto equitativo de la riqueza… ¡y pronto!... ¡antes de que sea demasiado tarde!... Esas inmensas legiones de hombres que se han enriquecido a la sombra del Gobierno, deberían despojarse de algo de lo que han quitado al pueblo y construir escuelas, orfanatorios, casas para ancianos, hospitales, etc., en lugar de dejar las enormes fortunas a sus viudas para que las despilfarren, como todos los días lo vemos.
Todo lo que sobresale en México: un palacio, una inmensa propiedad, etc., es generalmente de alguien que en una forma u otra ha estado conectado al gobierno.
En México, los grandes latifundios de los personajes del Gobierno, los militares afortunados, etc., se llaman simplemente “ranchos”… Dios lo libre a uno si al referirse a ellos los llama “haciendas”… Los odiosos nombres de hacienda, hacendado, etc., han desaparecido por completo, siendo propios de los “asquerosos reaccionarios”… Ellos son modestos… simplemente tienen sus “ranchos”… y son rancheros.
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