miércoles, 15 de abril de 2009

CRITIQUILLAS XIX

Por: José Tamborrel Suárez
Año: 1952

¡Cuánto beneficio haría el Presidente de la República, si mandata llamar a los gobernadores de los Estados y les diera instrucciones de despistolizar al país! Con esa simple disposición, el Presidente salvaría de la muerte a los cuarenta seres humanos que diariamente que diariamente caen víctimas de la pistola…. Cuarenta personas diarias, mil doscientas al mes, catorce mil cuatrocientas al año… y ochenta y seis mil cuatrocientas en los seis años de su periodo… ¡Qué poder el de un Presidente, que con sólo una orden puede salvar de la muerte a cerca de cien mil personas!... Y lo anterior sin considerar a los que dependen de ellas… ¿Qué exagero? ¡No hay tal!... La cifra es baja. Además, puede fácilmente comprobarse… (Y un millón de pistolas al mar… ¡Qué acto de cultura para un gobierno y un pueblo!... ¡Qué hermoso ejemplo al mundo!...)
¡A lo que ha llegado el Bosque de Chapultepec!... ¡Adiós bello y tranquilo lugar!... Ahora, gracias a la indiferencia de las autoridades: inmundas barracas, basura, atracciones propias de ferias pueblerinas, mujerzuelas, aridez, abandono en general… Ese lugar necesita urgentemente:
El desazolve de su lago.
La apertura de sus antiguos canales.
El inmediato retiro de todas esas atracciones de plazuela.
La desaparición de esos “puestos” de fritangas y dizque refrescos.
La creación de un bien presentado cuerpo de Policía del Bosque.
La pavimentación de todas sus callecillas. (Debería de ser de mosaico… ¡se gasta tanto dinero en otras cosas!
Constante atención de sus prados y repoblación de su arboleda ya exhausta.
Prohibición estricta de usarlo como comedor público…
ESE LUGAR DEBE SER DESTINADO AL DESCANSO ESPIRITUAL DE TRES MILLONES DE SERES QUE VIVEN EN EL DISTRITO FEDERAL.
Ampliarlo en todos sentidos, inclusive anexando ciertos lugares que sin justificación ni derecho se le han segregado, restándolos al patrimonio público.
Limpieza moral, ¡mucha limpieza moral!
La maldición tiene que caer sobre los que no han sabido defender las riquezas forestales del país… ¿Qué será de México dentro de unos cuantos años? Un país seco, polvoso, pobre, caluroso, inhabitable…
Los desdichados vecinos de la ciudad de México son constantemente molestados por una absurda disposición de las autoridades de tránsito, que consiste en que cada vez que hay un mitote: manifestaciones, desfiles, comparsas de reinas, etc., por la principal avenida de la ciudad, las citadas autoridades, prohíben el paso en dicha arteria, que de hecho divide en dos partes la ciudad… ¡y esto, desde las ocho de la mañana!, sabiendo, como ellas lo saben, que la manifestación, desfile, o lo que sea, pasará por ahí hasta después de medio día… ¡La tal disposición no puede ser más aburrida!... Todo el mundo se queja, hay discusiones en cada esquina, los negocios se interrumpen, la vida en general se paraliza, etc., etc.… y cuando uno cree que eso no es posible que vuelva a repetirse, ¡ahí está de nuevo!... ¡Mal día para los habitantes de la Capital de México cuando hay un desfile! Los automovilistas sienten verdadero pánico por esas manifestaciones públicas… ¡y con justa razón! Bien puede decirse que la disposición de que se trata “PARTE EN DOS A LA CIUDAD”. (Recuerdo el caso de un desfile de Recogedores de Basura, que parcialmente interrumpió la vida de la ciudad, gracias a la energía y esfuerzo que se puso para que la principal avenida no pudiera ser atravesada por otros que no fueran los manifestantes.)
Pertenecer al Sindicato de petroleros significa todas estas cosas: ganar mucho dinero; trabajar poco; ser admirado, temido, envidiado… ¡el pueblo se hunde; pero ellos se salvan!... (los consentidos del Gobierno y los odiados del pueblo.)
Siguiendo la escala ascendente de los precios que la gasolina viene alcanzando, lógicamente, dentro de veinte años, el litro costará diez pesos. ¡Bastante cara hemos pagado NUESTRA INVISIBLE independencia económica!...
La gente de la ciudad de México le da el nombre de café a una substancia de color y sabor indefinido, que tiene la propiedad de ennegrecer el agua y manchar indeleblemente la ropa. La tal substancia debe ser inofensiva; pues de lo contrario ya les hubiera dado a todos un “patatús”, considerando que su consumo es general en todas las clases sociales… Esto me recuerda cierta anécdota de los viejos tiempos, cuando los buenos y “honrados” comerciantes se conformaban solamente por substituir el café por garbanza o achicoria. Cuéntase que en una ocasión, un estirado personaje de la política, entró en un restaurante postinero, y pidió un café, el cual inmediatamente le fue servido; pero al probarlo tosió, eructó y eructó y estuvo a punto de ahogarse. Furioso, y haciendo más aspavientos que una vieja frente al diablo, mandó llamar al propietario del establecimiento, y con voz corajuda, y echando chispas, le increpó la mala calidad del producto, diciéndole: me quiere usted hacer el favor de decirme ¿qué demonios es este café?... ¡De achicoria, mi señor! –contestó cachazudo el interpelado--, ¿de qué quería su merced que fuera?
Ya es tiempo que los países hispano-americanos concierten con España tratados de reciprocidad en lo relativo a cuestiones de migración. Entre ellos y nosotros no hay razón para que existan las barreras que injustamente existen. ¿Qué ellos no se porten con nosotros, como nosotros nos portamos con ellos?... ¡es malo! Pero lo es para ellos… ¡Así son! Y debemos perdonárselos. Para nosotros, ellos siempre serán de casa. Jamás se nos ha ocurrido considerarlos extranjeros… Y ya que de ellos heredamos esa bendita hospitalidad de que tan ufanos nos sentimos, justo es que ellos la disfruten. Nada mejor que estrechar de manera efectiva los lazos que nos unen, que la reciprocidad en el aspecto migratorio.
Los españoles que residen en América forman su “colonia”. Crean sus casinos, centros de reunión, hospitales, panteones… Procuran casarse entre sí, y muchos de ellos hasta regresan a España solamente para buscar compañera y reformar a estos países. Pero hay una cosa que siempre acontece, y es que sus hijos resultan más americanos que los mismos nativos… ¡Y hasta ahí llega el españolismo tan celosamente guardado!...
Soy propietario de zonas madereras de gran importancia, inmensas extensiones boscosas… y preferiría morir de hambre antes de destruir un solo árbol de ellas. Destruir seres maravillosos como los árboles, pacientemente creados por la Naturaleza durante siglos, para protegernos y servirnos, por su relación con las lluvias, el clima, etc., etc., todo lo cual se traduce en riqueza de los campos, la abundancia en todo, salud… para con el producto de su destrucción obtener una serie de cosas, la mayor parte inútiles… ¡No, no y mil veces NO!... Eso no es para un hombre de conciencia… Lo es para los enemigos de la humanidad… ¡Malditos sean los que destruyen el árbol!...
El símbolo de la Madre Mexicana ha estado representada en los últimos años por cierta actriz española, un tanto cómica… ¡Ni que los mexicanos no tuviéramos lindas madrecitas que pudieran representar dignamente su papel! (¡Harta en eso teníamos que fallar!... ¡Vaya cosas las nuestras!)
Hubo Presidente de México que materialmente deliraba porque todo llevara su nombre. Su afán en ese sentido llegó a tal extremo que por poco le pone su nombre al Canal del desagüe del Valle de México. ¡Acabáramos!

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