miércoles, 15 de abril de 2009

CRITIQUILLAS XVII

Por: José Tamborrel Suárez
Año: 1952

Desde hace muchísimos años en México sentó plaza la siguiente y verídica frase: “El Código Civil se hizo a los ricos y el Código Penal para castigar a los pobres”… ¡Y vaya que así es!

A juzgar por la clase de gente que está recluida en las cárceles de México, los ricos jamás atentan contra la ley… ¡Sin duda que éstos son unos bienaventurados!... ¡Dichoso país en donde los ricos don santos!... Nunca supe en mis años que un rico fuera a la cárcel, así hubiese cometido el peor de los delitos.

El poder de un Presidente de México es inmenso… ilimitado, sólo comparable con el de los más absolutos dictadores del mundo… Su voluntad mueve todo.
En los últimos años el pueblo de México ha venido renunciando poco a poco a todos sus derechos, hasta convertirse en lo que es: una masa de gente incolora, envilecida, explotada, burlada, sin voluntad para nada y sin fe en nadie… ¡triste trayectoria la nuestra!...
Los únicos que en realidad sostienen limpia la ciudad de México son los humildes pepenadores. Son también los únicos servidores efectivos del pueblo que no cuestan al Gobierno ni un solo centavo.
Existen países como México, en los que la libertad de prensa y nada es lo mismo. ¡De qué sirve que de cuando en cuando los periódicos se atrevan a decir “algo”, si los Gobiernos jamás les hacen caso!...
Ya es tiempo que el gobierno de México resuelva poner fin al pulque, la infame y embrutecedora bebida que tanto daño ha causado siempre a nuestro desamparado pueblo. No es un secreto para nadie los efectos que produce ese pestilente líquido. Si se quiere salvar del encanallamiento a millones de seres, suprímase esa bebida. Los impuestos que rinde al Estado no pagan ni la millonésima parte de los perjuicios que ocasiona. ¡Pobre pueblo el se México!... ¡No hay quien vea por él!... (Lo peor será cuando todo el país esté convertido en un inmenso erial, gracias a la terrible desforestación que, a ciencia y paciencia de los últimos Gobiernos, se ha llevado a cabo en toda su extensión. Entonces, en esas tierras áridas, secas e improductivas, no quedará otra cosa que sembrar que el maldito maguey… ¡Que Dios ayude al México del futuro!...)
México posee las mejores leyes que existen en el mundo; pero de nada sirven, porque nadie les hace caso.
Cuando se establece un negocio en México, hay que considerar que siempre se hace en sociedad con el Gobierno y el sindicato. ¡Dos socios que no ponen absolutamente nada!... ¡En ningún sentido!...excepto muchas dificultades y molestias; ¡pero eso sí, tratando de sacar el mayor provecho, sin entrar en razones!... A ellos no les importa que el negocio sea bueno o malo, que gane o pierda…
Una de las cosas que a los mexicanos nos ha restado popularidad y simpatía de los países Centro y sudamericanos, es nuestra tonta e incontenible vanidad. Resulta con que cada vez que tenemos que referirnos a cualquiera de nuestras cosas, lo mismo sea de un mal tenor, que de una aburrida cancionera; de un hotel, que de una estación de radio; de una industria, que de un salón cinematográfico, tenemos que agregar; “QUE SE TRATA DEL MEJOR DE LA AMÉRICA LATINA”… Esta frasecita la conocen hasta el cansancio en esos países, y con justa razón se burlan de ella y de nosotros… ¡Bien se conoce que los que hablan así, no tienen ni remota idea de lo que valen, poseen y son esos países hermanos!... Ya es tiempo que dejen de presumir los que tal hacen; tanto porque no se debe mentir, como por no ofender a quienes siempre nos han demostrado cariño y confianza. Además, no es razonable seguir haciendo el ridículo con esas invenciones, que revelan un complejo de superioridad con respecto a las demás naciones hispano-americanas… Apenas surge por ahí una actriz de cine de aspecto caballuno y voz cascada y monótona, ya dicen que es la más bonita del continente. (No siempre se conforman con lo de la América Latina… y entonces se “tiran más alto”…) ¡Qué un barítono tiene éxito en un ambiente de cabaret!, ya también lo reputan como el mejor del continente; que un chofer o locutor se hace actor de cine, ya dicen que es el mejor de la América Latina… ¡Conozco más de dos docenas de actores de este tipo que, según ellos y su publicidad, son los mejores, de la, en este caso sufrida, América Latina!...)
México debería considerar el ejemplo que el Japón dio al mundo, cuando por medio de un perseverante esfuerzo, logró introducir y hacer realidad los más elementales principios de higiene de su pueblo, logrando en esta forma que su población se duplicara en solamente treinta y cinco años.
Existen países como México, en que todo lo relativo al tránsito de peatones y vehículos, se arregla sobre la base exclusiva de pintar rayas en las calles. Entre más sabio es el funcionario jefe de tránsito, más rayas ordena pintar.
En México, el llamado servicio telegráfico es tan malo…qué, por ejemplo: usted pone un mensaje dando aviso que ha llegado bien y que tal día estará de regreso… ¡Pues regresará usted y le informarán que jamás han recibido mensaje alguno!... ¡Y usted se dará a los mil diablos!.. Pero cuando ya ni se acuerde… ¡digamos, quince días después!, un buen día, a las altas horas de la noche, será usted bruscamente despertado por un mensajero, portador del telegrama que usted puso dos semanas antes… ¡Y DIOS lo libre de quejarse!... ¡Nadie le hace caso!... ¡Y posiblemente hasta se rían de usted!...y no faltará alguno por ahí que le diga: “No sea ‘maje’ ¿pos que no se da cuenta de que estamos sindicalizados?...
Existe gente tan inocente… ¡qué todavía telegrafía!... ¡Bueno, después de todo no hay por qué admirarse, si se piensa que hay quienes pretenden obtener una comunicación telefónica de larga distancia!... ¡que es el colmo!...
Un amigo le preguntó a otro: ¿Qué crees que sea peor: el llamado servicio telefónico o el telegráfico; una película de charros o una cancionera romántica?... ¡Oyes! –le respondió el otro-- ¡no me las pongas tan difíciles!...
¿Semana Santa en México? Semana de placer, de viajes, de alegres excursiones, de exhibicionismo en playas y balnearios…
Los reyes y emperadores aztecas no se sentían bien el día que no se comían unos higaditos humanos…

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