jueves, 23 de abril de 2009

CRITIQUILLAS XX

Por: José Tamborrel Suárez
Año: 1952


Teniendo el deseo de visitar la tumba del Benemérito de las Américas, el ilustre Benito Juárez, la tarde de un domingo me dirigí al Panteón de San Fernando, situado en el corazón de la ciudad de México y justamente a un lado del parque del mismo nombre. Al llegar a la verja la encontré cerrada con cadena t candado, lo que me descorazonó, pues pensé que inútilmente había hecho el recorrido y perdido mí tiempo. Pero cuando ya me retiraba, un infeliz pordiosero que se encontraba por ahí cerca, me hizo una seña para que me acercara, indicándome que si deseaba entrar, buscara en el parque a un limpiabotas llamado Juan, el cual tenía la llave. Así lo hice, y pronto, sin mayor trabajo, lo hallé dedicado a su actividad. Le expuse mi deseo y me rogó que lo esperara en tanto daba fin a su trabajo del momento. Minutos después nos encontrábamos frente a la verja y la abría para que yo entrara, suplicándome le dijera que tiempo pensaba permanecer dentro, porque mientras tanto el seguiría trabajando su oficio. Le indiqué que mi estancia sería cuestión de media hora a lo sumo. Perfectamente –me dijo--, dentro de media hora regresaré para abrir a usted la verja. Le costará a usted cincuenta centavos, ¿conforme? De acuerdo –le contesté--, y sin esperar más me interné por las polvosas y sucias callecillas buscando el mausoleo que conserva los restos del hombre más grande que ha tenido México. Ahí estaba, abandonado, agrietado, sucio, con un aspecto tal que me causó tristeza y coraje. Tristeza, por el criminal abandono por una cosa tan sagrada para los mexicanos, que tanto debemos a ese hombre extraordinario; y coraje, por la irresponsabilidad de las autoridades correspondientes, que deberían velar por el decoro y la dignidad de un lugar así… Triste trayectoria la de los hombres grandes. La indiferencia y el olvido es lo que se les espera. Los pueblos son malagradecidos, olvidadizos… Alrededor de la tumba todo era un inmenso basurero que llegaba hasta las de otros grandes a quienes México les debe todo: Vicente Guerrero, Zaragoza… Tres grandes figuras de la Patria cubierto de basura y detritus humanos… y dependiendo de un limpiabotas, que por cincuenta centavos permite a cualquier visitante la libertad absoluta para hacer ahí lo que le venga en gana… Cuando salí, después de pagar la cuota convenida, me fui pensando: “Si el sepulcro de la primera figura histórica de México se encuentra en tal estado de abandono, cubierta de basura y rodeada se encuentra en tal abandono, cubierta de basura y rodeada de detritus, ¿qué le espera a la de todos los actuales mandatarios, tan importantes y tan omnipotentes?...
La locura de las celebraciones ha llegado a un grado tal, que en la población de Boca del Rio, Ver., se celebró con toda pompa el primer aniversario de la introducción de la energía eléctrica a dicho lugar. ¡Qué gente…!
Toma la gente sensata de la ciudad de México se hace la ilusión de que cada una de las llamadas “Fiestas de Primavera” será la última, dada su impopularidad, miseria en que vive la totalidad del pueblo, la indiferencia absoluta de todas las clases sociales, la chabacanería y el mal gusto de ellas; pero resulta que al siguiente año la cosa se repite y con peores perfiles… El buen sentido se pierde; pero algunos vivales ganan…
Un amigo mío, alto empleado de una de las más importantes casa comerciales norteamericanas establecida en la ciudad de México y que tiene dos o tres sucursales en el interior del país, me decía: “Hoy me llamó el gerente para ordenarme aumentar cien pesos al precio de los cobertores en general. ¡Óyelo bien! ¡Cien pesos a cada cobertor! No un cinco, un diez, un veinte, cincuenta o ciento por ciento, sino: $100.00 a cada pieza… Decididamente, siguió diciéndome, estos “gringos” ya se han dado cuenta de lo enormemente estúpido de nuestra gente y está abusando de ella sin medida. ¿Hasta cuándo sabrá el mexicano gastar inteligentemente su dinero?
¿Amar a España? ¡Ya lo creo! ¡Cómo no amarla! Pero de eso a amar a los españoles que en nuestro ingenuo país se dedican a las actividades más bajas, a explotar la miseria y el vicio, con negocios tan ruines como las cantinas, los cabaretuchos, los llamados “hoteles”, las casas de empeño, etc., etc., cosas que constituyen el flagelo y la vergüenza para la sociedad, ¡no!, ¡mil veces no…! Y lo anterior, sin contar lo de la leche y el vino adulterado, en cuyas andanzas ellos son peritos y maestros de los demás… ¿Qué hay españoles honrados, notables y buenos en México? Si, gracias a Dios que los hay… y miles… ¡Ay; pero los malos y bribones son tantos…!
El lujo en México es un insulto para sus inmensas muchedumbres hambrientas y desamparadas.
Hacer gala y ostentación de riqueza en México es absurdo y grotesco, sobre todo cuando se sabe, como se sabe perfectamente, el hambre y la necesidad que padece la casi totalidad de su pueblo.

No hay comentarios: