Por: José Tamborrel Suárez
Año: 1952
El ahorro individual generalizado, constituye de manera efectiva la riqueza y bienestar de la nación.
Antes para ahorrar, se necesitaba ser hombre de juicio, económico, medido, sensato. Ahora, en estos difíciles tiempos, lo que se necesita es ser mago y tener tratos secretos con el mismo diablo.
Cuando un hombre permite que su esposa o sus hijos contraigan deudas, está renunciando a su tranquilidad y a su posición de hombre libre.
Vivir al día es vivir en el aire. Es caminar a ciegas sobre una cuerda. El más insignificante tropiezo significa la caída mortal.
El ahorro tiene una terrible enemiga: la moda.
Muchos infelices jamás pueden ahorrar nada por "guardar las apariencias".
Lo más bello del ahorro es que significa esperanza...
martes, 15 de enero de 2008
DE LA AFLICCIÓN
Por: José Tamborrel Suárez
Año: 1952
"La más grande ayuda que podemos dar a un afligido, no es quitarle la pena de su aflicción, sino despertarle mejores energías para que pueda sobrellevarla". Así dijo Philips Brooks. Lo anterior debe tenerse presente para cuando sea necesario...
No podemos negar que vivimos afligidos. Pero no puede ser de otra manera... Nuestra sensibilidad nos lleva a eso... ¡Está todo tan confuso...!
Una vieja canción española, decía: "El hombre que no se aflige cuando llora una mujer, ni ha conocido a su madre, ni sabe lo que es querer"...
Año: 1952
"La más grande ayuda que podemos dar a un afligido, no es quitarle la pena de su aflicción, sino despertarle mejores energías para que pueda sobrellevarla". Así dijo Philips Brooks. Lo anterior debe tenerse presente para cuando sea necesario...
No podemos negar que vivimos afligidos. Pero no puede ser de otra manera... Nuestra sensibilidad nos lleva a eso... ¡Está todo tan confuso...!
Una vieja canción española, decía: "El hombre que no se aflige cuando llora una mujer, ni ha conocido a su madre, ni sabe lo que es querer"...
DE LA AFINIDAD
Por: José Tamborrel Suárez
Año: 1952
La afinidad es resultado de educación, costumbres, ambiente y condiciones parecidas.
La afinidad en el amor, la amistad, etc., no está casi nunca en los primeros actos que se realizan, si no en los fines que se persiguen. Dicho de otra manera: la afinidad en los diversos actos relacionados de la gente, no está en los medio sino en los fines.
La afinidad de pareceres en las personas es base de simpatías y afectos.
Todos estamos sujetos a las afinidades colectivas, según el lugar donde vivimos. Si no hubiera afinidad en las colectividades seguramente todo sería un lío...
Gracias a la afinidad las infinitas especies existen. Desde este punto de vista la afinidad es la vida...
Año: 1952
La afinidad es resultado de educación, costumbres, ambiente y condiciones parecidas.
La afinidad en el amor, la amistad, etc., no está casi nunca en los primeros actos que se realizan, si no en los fines que se persiguen. Dicho de otra manera: la afinidad en los diversos actos relacionados de la gente, no está en los medio sino en los fines.
La afinidad de pareceres en las personas es base de simpatías y afectos.
Todos estamos sujetos a las afinidades colectivas, según el lugar donde vivimos. Si no hubiera afinidad en las colectividades seguramente todo sería un lío...
Gracias a la afinidad las infinitas especies existen. Desde este punto de vista la afinidad es la vida...
DEL AFEMINAMIENTO
Por: José Tamborrel Suárez
Año: 1952
En los afeminados es tan natural serlo, que por eso no lo ocultan. No se conocen muchos casos de verdaderos afeminados que sientan vergüenza de serlo. Los afeminados piensan de una manera extraña... Entre otras cosas, se suponen que por su minoría son seres escogidos y privilegiados, superiores a los demás.
El afeminado es un ser humano como cualquiera, que tiene la desgracia de padecer una anormalidad, que la ciencia comienza a tratar como una enfermedad con brillantes éxitos.
Los afeminados se encuentran emboscados en todas partes. En donde menos se lo imagina uno... ¡ahí están!...
Año: 1952
En los afeminados es tan natural serlo, que por eso no lo ocultan. No se conocen muchos casos de verdaderos afeminados que sientan vergüenza de serlo. Los afeminados piensan de una manera extraña... Entre otras cosas, se suponen que por su minoría son seres escogidos y privilegiados, superiores a los demás.
El afeminado es un ser humano como cualquiera, que tiene la desgracia de padecer una anormalidad, que la ciencia comienza a tratar como una enfermedad con brillantes éxitos.
Los afeminados se encuentran emboscados en todas partes. En donde menos se lo imagina uno... ¡ahí están!...
DEL AFAN
Por: José Tamborrel Suárez
Año: 1952
El afán es el principio para lograr las grandes realizaciones. Gracias a su misterioso empuje se ha podido crear lo que existe. Es interesante observar al Hombre cuando se dedica con afán a alguna cosa.
Piensa que en el anhelo que pongas por conseguir o realizar alguna cosa, existe una poderosa fuerza que resueltamente te ayudará, si la sabes aprovechar.
Pongamos afán en nuestras luchas, así resultarán más humanas.
El afán es creador. Todo lo que existe se debe muy principalmente a él.
Año: 1952
El afán es el principio para lograr las grandes realizaciones. Gracias a su misterioso empuje se ha podido crear lo que existe. Es interesante observar al Hombre cuando se dedica con afán a alguna cosa.
Piensa que en el anhelo que pongas por conseguir o realizar alguna cosa, existe una poderosa fuerza que resueltamente te ayudará, si la sabes aprovechar.
Pongamos afán en nuestras luchas, así resultarán más humanas.
El afán es creador. Todo lo que existe se debe muy principalmente a él.
DE LA ADVERSIDAD
Por: José Tamborrel Suárez
Año: 1952
En las grandes penas, el tiempo juega un papel muy importante. Cuando por experiencia ya se conoce lo que significa, hay veces que bien puede uno decir: -"Si logro soportar esto un mes más estoy salvado".
Los árabes dicen: -"Que venga el mal cuanto antes; pero que venga solo"... ¡Y cuánta razón tienen!...
La vida no puede considerarse completa, sino se han conocido los rigores de la adversidad.
Si pusiéramos todo nuestro interés en cultivar algún elevado ideal, nos ayudaría grandemente en nuestras horas amargas y difíciles. ¡Tantas por cierto! Ese ideal nos serviría de refugio y de consuelo.
En los reveses de fortuna no pierdas la moral, y en los del espíritu, afiánzate con fuerza a tus convicciones y principios.
Cuando se pierde la moral es cuando realmente está uno arruinado.
Si tu espíritu no flaquea, estás salvado.
La adversidad es la suerte contraria. El infortunio. La situación desgraciada en que se encuentran los seres. Es, asimismo, una admirable forjadora de las virtudes del Hombre. A través de ella se crece, desdoblada, lucha y aprende. Por otra parte, la adversidad siempre ha sido una base magnífica para una personalidad.
Es muy difícil pueda existir un concepto cabal de la vida y sus cosas, si el espíritu no se ha templado en los rigores de la adversidad.
Cuando la adversidad llame a tu puerta, echa mano a todos los recursos morales y espirituales con que cuentes, pensando que a pesar del mal que te cause, terminará por ser buena contigo.
Muchas veces al descubrir la amargura y los sufrimientos de los demás, quisiera uno poderlas apretar contra el pecho y llorar con ellos.
Todas las penas; pero principalmente las de índole moral, fortifican el espíritu.
Shakeaspare, decía: -"Una desgracia va siempre pisando la ropa a otra, tan inmediatamente caminan". Y así es; pues el infortunio todo lo complica. Además, es lógico que infortunio traiga infortunio. Una desgracia trae más desgracias. "Desgracia llama desgracia", dice un refrán español.
Se deben resistir los días aciagos y difíciles. Ellos se van, pero el tiempo los empuja, y tras ellos, ¡qué duda cabe!, vendrán los días venturosos con su esplendor y alegría.
Los días aciagos son tan saludables para el espíritu y para una comprensión mejor de la vida, que, por eso, una vez pasados, se les recuerda gratamente... ¡y muchas veces hasta se suspira por ellos...!
En la vigorización constante de los principios morales, está la mejor defensa contra los reveses y las contrariedades.
Las mejores realizaciones del hombre tuvieron siempre su origen en la escuela de la adversidad. En ella es donde se han creado las más maravillosas ilusiones, que un día pudieron hacerse realidad...
En las "caídas" es donde hay que demostrar la fortaleza moral que se posee. Confucio, decía: -"La gloria no radica en no caer jamás, sino en levantarse cada vez que caemos".
No todos los hombres que matan son malos. En estas cosas hay mucho de fatalidad y de condiciones adversas.
Es muy difícil que el mal venga sólo. Casi se podría afirmar que eso no es posible, dado que no hay acto, que por insignificante que sea, que no tenga repercusiones. Al mal en sí no le demos mayor importancia; pero estemos alertas en sus repercusiones.
Con la prosperidad hay amigos. Con la adversidad ¡nada!
La adversidad es cobarde. Generalmente no resiste una actitud resuelta...
Si vemos la adversidad, salgamos a su encuentro. Démosle la cara. No perdamos nuestra presencia de ánimo.
Año: 1952
En las grandes penas, el tiempo juega un papel muy importante. Cuando por experiencia ya se conoce lo que significa, hay veces que bien puede uno decir: -"Si logro soportar esto un mes más estoy salvado".
Los árabes dicen: -"Que venga el mal cuanto antes; pero que venga solo"... ¡Y cuánta razón tienen!...
La vida no puede considerarse completa, sino se han conocido los rigores de la adversidad.
Si pusiéramos todo nuestro interés en cultivar algún elevado ideal, nos ayudaría grandemente en nuestras horas amargas y difíciles. ¡Tantas por cierto! Ese ideal nos serviría de refugio y de consuelo.
En los reveses de fortuna no pierdas la moral, y en los del espíritu, afiánzate con fuerza a tus convicciones y principios.
Cuando se pierde la moral es cuando realmente está uno arruinado.
Si tu espíritu no flaquea, estás salvado.
La adversidad es la suerte contraria. El infortunio. La situación desgraciada en que se encuentran los seres. Es, asimismo, una admirable forjadora de las virtudes del Hombre. A través de ella se crece, desdoblada, lucha y aprende. Por otra parte, la adversidad siempre ha sido una base magnífica para una personalidad.
Es muy difícil pueda existir un concepto cabal de la vida y sus cosas, si el espíritu no se ha templado en los rigores de la adversidad.
Cuando la adversidad llame a tu puerta, echa mano a todos los recursos morales y espirituales con que cuentes, pensando que a pesar del mal que te cause, terminará por ser buena contigo.
Muchas veces al descubrir la amargura y los sufrimientos de los demás, quisiera uno poderlas apretar contra el pecho y llorar con ellos.
Todas las penas; pero principalmente las de índole moral, fortifican el espíritu.
Shakeaspare, decía: -"Una desgracia va siempre pisando la ropa a otra, tan inmediatamente caminan". Y así es; pues el infortunio todo lo complica. Además, es lógico que infortunio traiga infortunio. Una desgracia trae más desgracias. "Desgracia llama desgracia", dice un refrán español.
Se deben resistir los días aciagos y difíciles. Ellos se van, pero el tiempo los empuja, y tras ellos, ¡qué duda cabe!, vendrán los días venturosos con su esplendor y alegría.
Los días aciagos son tan saludables para el espíritu y para una comprensión mejor de la vida, que, por eso, una vez pasados, se les recuerda gratamente... ¡y muchas veces hasta se suspira por ellos...!
En la vigorización constante de los principios morales, está la mejor defensa contra los reveses y las contrariedades.
Las mejores realizaciones del hombre tuvieron siempre su origen en la escuela de la adversidad. En ella es donde se han creado las más maravillosas ilusiones, que un día pudieron hacerse realidad...
En las "caídas" es donde hay que demostrar la fortaleza moral que se posee. Confucio, decía: -"La gloria no radica en no caer jamás, sino en levantarse cada vez que caemos".
No todos los hombres que matan son malos. En estas cosas hay mucho de fatalidad y de condiciones adversas.
Es muy difícil que el mal venga sólo. Casi se podría afirmar que eso no es posible, dado que no hay acto, que por insignificante que sea, que no tenga repercusiones. Al mal en sí no le demos mayor importancia; pero estemos alertas en sus repercusiones.
Con la prosperidad hay amigos. Con la adversidad ¡nada!
La adversidad es cobarde. Generalmente no resiste una actitud resuelta...
Si vemos la adversidad, salgamos a su encuentro. Démosle la cara. No perdamos nuestra presencia de ánimo.
lunes, 14 de enero de 2008
DE LA ADULACIÓN
Por: José Tamborrel Suárez
Año: 1952
Afortunadamente los aduladores solamente viven de los verdaderos estúpidos. De ellos viven y engordan.
Los aduladores son parcos en lisonjas con los de abajo; para así poder acumular para los de arriba. Con los unos economizan... y con los otros despilfarran.
Aprobar las virtudes o cualidades de otros con algún fin que no sea su propio merecimiento, revela bajeza de espíritu.
Se debe vivir prevenido en contra de ésos que se dice tienen "labia". De ésos, que por su manera de hablar sugestionan y gustan. La regla es que siempre sean falsísimos valores... ¡Simpatía por fuera, miseria y basura por dentro!...
Adular es alabar con espíritu interesado. El adulador es hipócrita. Para él solamente existen dos clases de gentes: los que pueden dar, y los demás. Muchos aman la lisonja y favorecen a los aduladores, resultando así peores que éstos; pues por lo menos los que adulan, lo hacen buscando un provecho, que quizá hasta necesiten, en tanto que los otros lo hacen por estupidez y por el deplorable gusto de verse adulados.
El señor general don Alvaro Obregón, exquisito pensador y filósofo, solía decir: -"No nos preocupemos del mal que nos puedan hacer nuestros enemigos; preocupémonos por el que nos pueden hacer los amigos que nos adulan..."
El adulador es un pobre diablo, cualquiera que sea su posición económica, política o social.
Debemos vivir en guardia contra el halago, la alabanza, el elogio y todas esas cosas. Ellas dan al traste con los mejores propósitos y con las más fuertes voluntades.
Se debe desconfiar de esos que todo alaban y a todos tributan lisonjas. Generalmente son unos desvergonzados... Sus víctimas preferidas son los simples.
La lisonja en términos generales es vil. Ni hay que decirla, ni hay que escucharla.
Para el adulador todo está bien, todo es genial, magnífico, sublime, maravilloso, estupendo, único.
Para mal de los aduladores existen quienes creen que se merecen todas las lisonjas y alabanzas contenidas en la vaciedad humana, y en consecuencia no las agradecen ni las recompensan.
En la mayoría de los casos, los que adulan y mienten no engañan a nadie... ¡ni siquiera a sí mismos!
Para lisonjear el amor propio de los tontos no se necesita mucho; pero para hacerlo con los verdaderamente inteligentes, sí se requiere de mucho tacto y de mucha destreza.
Hay que tener presente que adular quiere decir poner la cabeza en el suelo...
Año: 1952
Afortunadamente los aduladores solamente viven de los verdaderos estúpidos. De ellos viven y engordan.
Los aduladores son parcos en lisonjas con los de abajo; para así poder acumular para los de arriba. Con los unos economizan... y con los otros despilfarran.
Aprobar las virtudes o cualidades de otros con algún fin que no sea su propio merecimiento, revela bajeza de espíritu.
Se debe vivir prevenido en contra de ésos que se dice tienen "labia". De ésos, que por su manera de hablar sugestionan y gustan. La regla es que siempre sean falsísimos valores... ¡Simpatía por fuera, miseria y basura por dentro!...
Adular es alabar con espíritu interesado. El adulador es hipócrita. Para él solamente existen dos clases de gentes: los que pueden dar, y los demás. Muchos aman la lisonja y favorecen a los aduladores, resultando así peores que éstos; pues por lo menos los que adulan, lo hacen buscando un provecho, que quizá hasta necesiten, en tanto que los otros lo hacen por estupidez y por el deplorable gusto de verse adulados.
El señor general don Alvaro Obregón, exquisito pensador y filósofo, solía decir: -"No nos preocupemos del mal que nos puedan hacer nuestros enemigos; preocupémonos por el que nos pueden hacer los amigos que nos adulan..."
El adulador es un pobre diablo, cualquiera que sea su posición económica, política o social.
Debemos vivir en guardia contra el halago, la alabanza, el elogio y todas esas cosas. Ellas dan al traste con los mejores propósitos y con las más fuertes voluntades.
Se debe desconfiar de esos que todo alaban y a todos tributan lisonjas. Generalmente son unos desvergonzados... Sus víctimas preferidas son los simples.
La lisonja en términos generales es vil. Ni hay que decirla, ni hay que escucharla.
Para el adulador todo está bien, todo es genial, magnífico, sublime, maravilloso, estupendo, único.
Para mal de los aduladores existen quienes creen que se merecen todas las lisonjas y alabanzas contenidas en la vaciedad humana, y en consecuencia no las agradecen ni las recompensan.
En la mayoría de los casos, los que adulan y mienten no engañan a nadie... ¡ni siquiera a sí mismos!
Para lisonjear el amor propio de los tontos no se necesita mucho; pero para hacerlo con los verdaderamente inteligentes, sí se requiere de mucho tacto y de mucha destreza.
Hay que tener presente que adular quiere decir poner la cabeza en el suelo...
DE LA VIRTUD
Por: José Tamborrel Suarez
Año: 1952
La virtud estimada es rara.
Donde quiera que se encuentre la virtud, siempre es resplandeciente y hermosa.
Todos quieren ser virtuosos; pero nada hacen para lograrlo.
Los malvados, los viciosos y los otros por el estilo, siempre tratan de encubrirse con el manto de la virtud. Por eso siempre es bueno no levantar discretamente un de sus puntas y ver qué hay adentro.
Todos quieren que lo demás sean virtuosos, para así poder vivir tranquilamente... Quieren la virtud para otros; pero no para sí. Pretenden honradez, cuando ellos no son honrados; justicia, cuando son injustos; amistad, cuando no la sienten; amor, cuando no lo dan; fidelidad, si son desleales; valentía, si cobardes...
La virtud es la síntesis de lo mejor , es la suprema aspiración espiritual. Nada hay ni puede estar ella y, sin embargo, todo se confabula y se predispone contra ella.
La gente, en su inmensa mayoría, jamás ha pretendido ser virtuosa: se ha conformado con intentar parecerlo.
¡De serlo, a parecer serlo, hay la distancia de la verdad a la mentira!...
El camino de la virtud suele ser a veces muy duro; pero vale la pena recorrerlo, siendo que al final está la dicha, acompañada de sus hermanas: Tranquilidad y Serenidad.
Sin buenos hábitos y costumbres no es posible la vida placentera.
Las batallas que se libran dentro de sí mismo, son las batallas propias... Y las mejores victorias que se obtienen, son aquellas en las que se logra vencerse a sí mismo.
Debido a desengaños que sufren, muchas personas tratan de abominar su decencia, honradez y principio, juzgando que por ser así, la maldad se ceba en ellos. Pensar así no es sensato. Sería el colmo que se tuviera que renunciar a la virtud solamente porque otros carecen de ella.
Sin la virtud todo está en el aire.
Si hay virtud, hay satisfacción en la conciencia.
La virtud mana alegría, contento felicidad...
Ya lo dijo Voltaire: "Solamente los hombres virtuosos pueden tener amigos y disfrutar de ese precioso bien".
La gente laboriosa generalmente es virtuosa. Es estar ocupada la defiende de tentaciones, oficiosidades y tonterías.
Si somos laboriosos mantendremos mejor nuestra posición y daremos un buen ejemplo a todos: particularmente a los que nos rodean.
¡Cómo puede haber virtud, si no hay dominio sobre sí mismo!...
E vicio al suelo... La virtud al cielo.
La honra es una especie de inválida, que solamente puede caminar apoyándose en las muletas de la virtud.
La única modestia digna de admirarse, es la natural.
Cuando uno se resuelve a acompañar a la virtud, es difícil volverse atrás.
Estamos viviendo una época en la que la virtud tiene que pedir constantemente excusas al vicio.
¡Tal parece que la virtud viviera escondida!... ¡Tan raro es verla!... Muchas veces, recorriendo nuestro camino, creemos hallarla; pero nos equivocamos. Lo que parece ser, no es otra cosa que la cautelosa, desconfiada y astuta hipocresía...
Las virtudes y los defectos no son particularmente de determinado grupo racial, sino de la Humanidad entera... Pertenecen al Hombre en general.
¡Qué hermoso papel de quien por sus virtudes y merecimientos se hace acreedor a la confianza y cariño de los demás!...
Cuando la finalidad que se busca es legítima, generalmente siempre se llega a ella.
Es mentira que los demás nos hagan daño; nos lo hacemos nosotros mismos, por nuestra manera de ser. Seamos virtuosos y las cosas nos resultarán mejores; y por ese camino encontraremos la dicha.
La virtud es fuente de felicidad y dicha.
No recuerdo el nombre de cierta mujer que se ufanaba ante Sócrates, de poderle quitar todos sus discípulos, si le daba la gana... El gran filósofo, después de mirarla de hito en hito, le dijo: "Es muy posible que lo lograras, porque los invitas a descender por una fácil pendiente, en tanto que yo los obligo a subir a la virtud, pendiente ardua y desconocida de la mayor parte de los hombres".
Solamente los hombres virtuosos pueden ser ecuánimes.
La mayoría de la gente no sabe distinguir la virtud del vicio.
La fuerza de los ingleses demostrada a través de sus muchas situaciones difíciles, estriba en una sola cosa: sus virtudes... Tienen la suerte de poseer más virtudes que defectos. (Colectivamente hablando.)
Acerca de la virtud puede decirse que no nace, sino que se hace; que entre más se ejercita, más se ama; y que, como dijo Aristóteles: -"Ella siempre está en medio, ya que los extremos son siempre viciosos"...
Se cuenta que en los gloriosos días de la Grecia Antigua, Sócrates accedió a que un famoso frenólogo lo examinase; pero sin darse a conocer... Una vez terminado el examen, el frenólogo con toda claridad le manifestó, entre otras cosas, que a juzgar por su rostro era muy sensual y seguramente beodo... Sócrates, lo escuchó atentamente y con toda calma respondió: -"Aunque por naturaleza estoy expuestoa la lujuria y a la embriaguez, he logrado contener estos vicios por medio de la continuidad práctica de la virtud"...
Las virtudes aisladas pierden fuerza. Para que la tengan es necesario que marchen estrechamente unidas.
Hay personas de buenos sentimientos; pero que tienen el defecto de querer que todo el mundo lo sepa.
La virtud es buena; pero es mejor cuando resulta provechosa para los demás.
Séneca decía: "La Naturaleza no nos otorga la virtud; ser bueno es un arte"... Lo anterior es verdad; pero hay que considerar que si bien es cierto que la Naturaleza no nos concede la virtud, en cambio si nos concede la conciencia, para que presida todos nuestros actos y nos empuje a la virtud...
La virtud estimada es rara.
Donde quiera que se encuentre la virtud, siempre es resplandeciente y hermosa.
Todos quieren ser virtuosos; pero nada hacen para lograrlo.
Los malvados, los viciosos y los otros por el estilo, siempre tratan de encubrirse con el manto de la virtud. Por eso siempre es bueno no levantar discretamente un de sus puntas y ver qué hay adentro.
Todos quieren que lo demás sean virtuosos, para así poder vivir tranquilamente... Quieren la virtud para otros; pero no para sí. Pretenden honradez, cuando ellos no son honrados; justicia, cuando son injustos; amistad, cuando no la sienten; amor, cuando no lo dan; fidelidad, si son desleales; valentía, si cobardes...
La virtud es la síntesis de lo mejor , es la suprema aspiración espiritual. Nada hay ni puede estar ella y, sin embargo, todo se confabula y se predispone contra ella.
La gente, en su inmensa mayoría, jamás ha pretendido ser virtuosa: se ha conformado con intentar parecerlo.
¡De serlo, a parecer serlo, hay la distancia de la verdad a la mentira!...
El camino de la virtud suele ser a veces muy duro; pero vale la pena recorrerlo, siendo que al final está la dicha, acompañada de sus hermanas: Tranquilidad y Serenidad.
Sin buenos hábitos y costumbres no es posible la vida placentera.
Las batallas que se libran dentro de sí mismo, son las batallas propias... Y las mejores victorias que se obtienen, son aquellas en las que se logra vencerse a sí mismo.
Debido a desengaños que sufren, muchas personas tratan de abominar su decencia, honradez y principio, juzgando que por ser así, la maldad se ceba en ellos. Pensar así no es sensato. Sería el colmo que se tuviera que renunciar a la virtud solamente porque otros carecen de ella.
Sin la virtud todo está en el aire.
Si hay virtud, hay satisfacción en la conciencia.
La virtud mana alegría, contento felicidad...
Ya lo dijo Voltaire: "Solamente los hombres virtuosos pueden tener amigos y disfrutar de ese precioso bien".
La gente laboriosa generalmente es virtuosa. Es estar ocupada la defiende de tentaciones, oficiosidades y tonterías.
Si somos laboriosos mantendremos mejor nuestra posición y daremos un buen ejemplo a todos: particularmente a los que nos rodean.
¡Cómo puede haber virtud, si no hay dominio sobre sí mismo!...
E vicio al suelo... La virtud al cielo.
La honra es una especie de inválida, que solamente puede caminar apoyándose en las muletas de la virtud.
La única modestia digna de admirarse, es la natural.
Cuando uno se resuelve a acompañar a la virtud, es difícil volverse atrás.
Estamos viviendo una época en la que la virtud tiene que pedir constantemente excusas al vicio.
¡Tal parece que la virtud viviera escondida!... ¡Tan raro es verla!... Muchas veces, recorriendo nuestro camino, creemos hallarla; pero nos equivocamos. Lo que parece ser, no es otra cosa que la cautelosa, desconfiada y astuta hipocresía...
Las virtudes y los defectos no son particularmente de determinado grupo racial, sino de la Humanidad entera... Pertenecen al Hombre en general.
¡Qué hermoso papel de quien por sus virtudes y merecimientos se hace acreedor a la confianza y cariño de los demás!...
Cuando la finalidad que se busca es legítima, generalmente siempre se llega a ella.
Es mentira que los demás nos hagan daño; nos lo hacemos nosotros mismos, por nuestra manera de ser. Seamos virtuosos y las cosas nos resultarán mejores; y por ese camino encontraremos la dicha.
La virtud es fuente de felicidad y dicha.
No recuerdo el nombre de cierta mujer que se ufanaba ante Sócrates, de poderle quitar todos sus discípulos, si le daba la gana... El gran filósofo, después de mirarla de hito en hito, le dijo: "Es muy posible que lo lograras, porque los invitas a descender por una fácil pendiente, en tanto que yo los obligo a subir a la virtud, pendiente ardua y desconocida de la mayor parte de los hombres".
Solamente los hombres virtuosos pueden ser ecuánimes.
La mayoría de la gente no sabe distinguir la virtud del vicio.
La fuerza de los ingleses demostrada a través de sus muchas situaciones difíciles, estriba en una sola cosa: sus virtudes... Tienen la suerte de poseer más virtudes que defectos. (Colectivamente hablando.)
Acerca de la virtud puede decirse que no nace, sino que se hace; que entre más se ejercita, más se ama; y que, como dijo Aristóteles: -"Ella siempre está en medio, ya que los extremos son siempre viciosos"...
Se cuenta que en los gloriosos días de la Grecia Antigua, Sócrates accedió a que un famoso frenólogo lo examinase; pero sin darse a conocer... Una vez terminado el examen, el frenólogo con toda claridad le manifestó, entre otras cosas, que a juzgar por su rostro era muy sensual y seguramente beodo... Sócrates, lo escuchó atentamente y con toda calma respondió: -"Aunque por naturaleza estoy expuestoa la lujuria y a la embriaguez, he logrado contener estos vicios por medio de la continuidad práctica de la virtud"...
Las virtudes aisladas pierden fuerza. Para que la tengan es necesario que marchen estrechamente unidas.
Hay personas de buenos sentimientos; pero que tienen el defecto de querer que todo el mundo lo sepa.
La virtud es buena; pero es mejor cuando resulta provechosa para los demás.
Séneca decía: "La Naturaleza no nos otorga la virtud; ser bueno es un arte"... Lo anterior es verdad; pero hay que considerar que si bien es cierto que la Naturaleza no nos concede la virtud, en cambio si nos concede la conciencia, para que presida todos nuestros actos y nos empuje a la virtud...
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