Por: José Tamborrel Suárez Año: 1952 NO busques aplausos… Trabaja y deja hablar… Sentirse aplaudido por alguna acción de mérito es algo que desconcierta, pues precisamente quien es capaz de realizar algo así es porque vale, y al que vale le molestan esas manifestaciones que juzga no merecer. El aplauso es sencillamente un rumor. El hombre sensato, jamás aplaude por aplaudir… (Ojo, Leones y Rotarios). Cuando se aprende a conocer los deberes que se tienen para con nuestros semejantes, los homenajes no se pueden considerar sino como algo inmerecido. Los hombres de mérito detestan el aplauso. Aplauso es la acción de aplaudir o sea palmotear en señal de aprobación o entusiasmo. También aplaudir es celebrar o elogiar con palabras u otras demostraciones a personas y cosas. En la actualidad, el plazo se prodiga tanto a gentes sin mérito y a cosas sin importancia, que ya ninguno lo toma en consideración. La mayor parte de los aplausos que se conceden en los actos públicos o sociales, son por cortesía y a veces por entusiasmo momentáneo que inmediatamente se olvida… Existen individuos a quienes les gusta verse aplaudido constantemente y para ello no pierden oportunidad. Generalmente, conocen la calidad de público que tienen por delante, y buscan los efectos que saben producirán entusiasmo y aprobación… ¡y naturalmente aplausos!... La cultura que esta clase de individuos representa poseer, ¡y quizá posean!, ase desdice mucho por esa preocupación y ese deseo constante de lucir sus habilidades oratorias ¡venga o no al caso! ZAMACOIS, el fino escritor español, refiriéndose a la manía de hablar para conseguir aplausos, comentaba: ---"Que había individuos que apenas veían a ocho o diez personas reunidas, ya se creían obligados a decir algo"… ¡y a decirlo de pie!... ¡que era lo peor!... Bodas, bautizos, confirmaciones, descubrimientos de estatuas o lapidas, inauguraciones de carreteras, puentes, banquetes literarios, entierros, etc., todo servía de pretexto a los devotos de la oratoria para tomar la palabra y fastidiar a la concurrencia"… Por cierto, no hace mucho tiempo, un periodista norteamericano realizo una interesante encuesta entre los principales hombres de ciencia del mundo, para saber si hablan sido aplaudidos alguna vez… El resultado fue que la mayor parte de ellos no solamente no conocían el aplauso, sino que confesaron que por regla general en todas partes pasaban completamente inadvertidos. El agasajo sincero es una exteriorización del sentimiento amistoso. Se agasaja para testimoniar ese sentimiento. El agasajo sincero ha degenerado mucho, sobre todo en los últimos tiempos… Ahora se hace por compromiso, interés, vanidad, conveniencia, etc. Los acercamientos que se producen en estas condiciones resultan tan superficiales como falsos. (¡Dios libre a uno de aceptar un agasajo en estos tiempos!) |
jueves, 23 de septiembre de 2010
Del aplauso
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