domingo, 27 de mayo de 2012

DE LAS COSAS DEL ESPÍRITU


Por: José Tamborrel Suárez

Año: 1952

Es digno de considerarse el hecho de que los principales directores espirituales de la humanidad, como Guatama (Buda), Confucio, Moisés, Jesús, y últimamente Gandhi, hayan salido de Asia, es decir, hayan sido asiáticos.

¿Puede haber una relación más estrecha, profunda y absoluta que la que existe entre el cuerpo y el espíritu?

La humanidad no es mala pero necesita nutrirse de pan espiritual en todo tiempo… ¡y ese pan es escaso!

La humanidad solamente progresa desde el punto de vista material. Espiritualmente está tan estancada como siempre.

Las cincuenta mil tonterías de la vida moderna quitan el gusto a la mayor parte de las cosas del espíritu.

Para los espíritus selectos resulta muy difícil la convivencia con los demás.

La gente admira a los hombres que se distinguen por su espiritualidad; pero raramente los comprenden--- (¿Comprenderán los mexicanos el elevadísimo sentido espiritual de la dulce y fina filosofía de Amado Nervo?)

Fortalece constantemente tu espíritu, pues sin duda en el curso de tu vida, muchas veces y por infinidad de acusas, sufrirás dolorosos contratiempos.

Es de sabios velar por la tranquilidad del espíritu, cuidándolo de malas influencias y contagios.

El mejor deleite para el hombre culto es entregarse a sus pensamientos.

Solamente podemos llegar a la ansiada serenidad, si logramos fortalecer nuestro espíritu en la escencia del amor y los buenos principios.

Nuestra paz interior es el resultado de la fortaleza de nuestro espíritu.

Un buen espíritu se entiende fácilmente con otros iguales,

Cuando nos encontramos con una persona que hemos dejado de ver por muchos años, debemos hacer esta reflexión: su cara es la misma; pero sin duda su espíritu es otro. (El espíritu cambia sin cesar.)

No buscando las dichas pasajeras o los placeres efímeros, escalaremos más pronto las alturas… esas alturas que la mayoría ¡ni siquiera sospecha!

De cuando en cuando es conveniente y saludable para el espíritu, poner en orden los pensamientos.

Los que poseen un espíritu elevado estarán siempre sobre los demás en cualquier circunstancia, sin que tenga que ver la posición económica o social.

Ciertamente, resulta muy difícil ser espiritual en un mundo como el nuestro; pero ¡bien vale la pena!

Si tratáremos de recordar cuantos espíritus libres hemos conocido en el curso de nuestra vida, nos encontraremos que ninguno. Y es que en verdad, los espíritus libres son raros… Justamente si G. Bernard Shaw, se ha hecho famoso en el mundo, ha sido por eso; Por poseer un espíritu libre jamás sujeto a conveniencias, prejuicios o ideas.

Todo el mundo ha sida ya explorado: los continentes, los polos, las más altas montañas, el fondo de los mares, etc. Ahora falta la exploración más importante que es la del Hombre, en lo relativo a su espíritu. ¿Cuándo se iniciará una exploración de forma para saber en definitiva qué hay de todo esto?

Hasta las cosas más feas vistas con espíritu amistoso y bien dispuesto, nos parecen mejores. ¡Ojalá que así pudiéramos ver todo!...

El cuerpo y el espíritu son dos cosas totalmente opuestas, y que, sin embargo, deben mantenerse unidos. A ninguno de los dos les conviene le conviene estar supeditado; pues tan malo es que el espíritu esté bajo la férula del cuerpo, como este bajo el espíritu. Se trata de dos fuer

Todo lo bueno y lo bello que existe es obra del espíritu. De ahí su preponderancia y fuerza en la existencia de la humanidad.

El famoso “humour” inglés es una especie de de burla sobre los detalles ordinarios de la vida. En cuanto al “espirit” francés, es algo así como un detalle decorativo del pensamiento: de la burla irónica y sutil de las cosas del espíritu.

No se puede ser íntegramente espiritual, sino hasta cuando las principales necesidades materiales han sido resueltas,

No hay labor más subyugante que la de tratar de modelar espíritus sobre bases constructivas y elevadas.

La escala del espíritu es también muy alta. Después de muchos escalones subidos se piensa en ser ciudadano del mundo; luego, espíritu universal.

No hay que olvidar que vivimos, más que de las cosas materiales, de las espirituales, de cosas que jamás podemos ver ni tocar. Veamos: ánimo, fe, esperanza, ilusión, amor, etc. Si no fuera por estas cosas no viviríamos, ni tampoco valdría la pena vivir.

Es lástima que la gente ni siquiera trata de disimular su materialismo. En todas partes fustigan al espíritu sin consideración.

Apenas se reúne un pequeño número de personas, el materialismo asoma, se acerca, toma asiento… ¡y ni quien lo saque de ahí!











miércoles, 23 de mayo de 2012

DE LA CORTESÍA


Por: José Tamborrel Suárez

Año: 1952

El hombre cortés es siempre un hombre que se respeta a sí mismo.

Si somos atentos y corteses con los nuestros, seguramente lo seremos con los extraños. No está bien ser descortés con los suyos y atento con los demás.

No se puede concebir la civilización sin cortesía.

Los modales corteses están desapareciendo. La gente se está olvidando que son necesarios.

Siendo la cortesía suavizadora de la brusquedad humana, debería establecerse su enseñanza obligatoria en todos los planteles educativos. La cortesía es la acción con la que se demuestra el comedimiento y respeto que una persona tiene por otra. Es absolutamente indispensable en el trato de gente. Su acción regula las infinitas relaciones que existen entre las personas. De no existir la cortesía, todo seria un horrible caos, lleno de complicaciones y dificultades. Por otra parte, la cortesía no requiere inteligencia, cultura ni riqueza. Ya alguien dijo por ahí, que era de los pocos bienes que no están monopolizados por los ricos, que siempre han sido los menos corteses.

Los que han experimentado la agradable sensación de ser tratados con cortesía deberían en reciprocidad hacerla sentir a los demás.

En la diaria lucha por la vida, una frase cortés levanta el espíritu y reconforta el ánimo… En cambio, una descortesía, oprime, desmoraliza, hunde…

Si se abusa de la cortesía se le resta encanto.

En la verdadera cortesía nada tiene que ver la adulación o la hipocresía. Ella representa la diferencia natural que debe existir en las relaciones humanas.

Emplear una cortesía irónica demuestra poco tacto, ya que ella no es medio apropiado para tanta tales ironías. La cortesía para que llene su cometido ha de ser discreta, moderada; pero sobre todo sincera.

La caballerosidad y la hidalguía son auténticamente españolas.

Con todo el mundo debe uno ser cortés; pero muy particularmente con los pobres y los humildes. Nuestra cortesía en estos casos debe ser sincera, amable, afectuosa…









DE LA COOPERACIÓN


Por: José Tamborrel Suárez

Año: 1952

Uno de los mejores ejemplos que conozco sobre lo beneficioso y práctico de la cooperación, es el de los burros, que cuando amarrados en los extremos de un mismo lazo, fueron puestos frente a dos buenas fanegas de sabroso y verde pasto, bastante separada la una de la otra. Lo primero que hicieron fue jalas cada uno por su lado para comerse la pastura; pero jalando cada uno por su lado, ninguno alcanzaba, por más esfuerzo que hacían… Entonces, los dos recapacitaron, ¡y eso que eran burros!, y se unieron para despacharse tranquilamente el primer montón, para después seguir con el segundo. Si estos animales, que entre paréntesis, no tienen nada de tontos, como el vulgo se imagina, no se hubieran puesto de acuerdo, y cada uno de ellos hubiera querido salirse con la suya, no hubieran podido siquiera probar la pastura, ya que los dos tiraban del lazo hasta ahogarse…

Cooperemos al bien de los demás en la mejor medida de nuestras posibilidades.

Prestemos nuestra cooperación en todo noble esfuerzo. Jamás nos neguemos a ocupar un puesto n la lucha por el bienestar común.









DE LA CONVERSACIÓN



Por: José Tamborrel Suárez


Año: 1952

A Disraeli se le atribuye uno de los más grandes consejos que conozco. Dice así:--“Nunca disputes. Si alguna persona difiere de ti, haz una cortesía y cambia la conversación”.

No hay cosa que no pueda decirse… ¡si se sabe decir!...

El arte de conversar está desapareciendo a gran prisa. La falta de tiempo t la nerviosidad que se ha apoderado de todos, son las dos causas principales. Ya es muy difícil logar una plática interesante y tranquila. La charla amena es cosa de otras épocas… ¡Dichosos los tiempos en que la gente conversaba apaciblemente horas enteras!... ¡Felices los que pudieron platicar sus cosas en la paz, y al amor del fuego!...

Cuando se quiere agradar a una persona conversadora es muy sencillo: basta dejarla hablar.

En el teléfono deberían evitarse todas esas palabras inútiles que la gente acostumbre, tales como: ¿bueno?, ¿Quién habla?, ¿hola?, etc. Al tomar el audífono concretamente debería decirse: “habla fulano”.

Dejemos a los demás que expresen sus ideas… y si sabemos poner atención a lo que nos dicen, siempre podremos adquirir algún nuevo conocimiento. Hay que considerar que a la mayor parte de la gente le gusta hablar de lo que sabe o de lo que cree saber…

Usemos buenas palabras en nuestra conversación, para que así los buenos pensamientos fluyan más fácilmente…

Las conversaciones deben sostenerse en planos elevados, evitando degeneren en vulgaridades: el cuento “vede”, la murmuración…

Delante de los suspicaces y de los tontos hay que hablar poco y claro.

La buena impresión que suelen dejarnos algunas personas no es por otra cosa, que por habernos dejado hablar a nuestras ancha o por habernos hecho creer que pensaban igual que nosotros.

No existe un solo hombre en el mundo que no sea superior a uno en algún sentido… ¡No hay que olvidarlo! Ese es el secreto para saber interesarse en cualquier conversación.

No hay que hablar solamente de lo que a uno le interesa, sino procurar hablar de lo puede interesar a los demás.

Saber tratar a los demás es un don que no tiene precio. ¿Qué lo que no puede obtenerse sabiendo tratar a la gente?

Como casi todos los hombres de empresa han comenzado desde muy abajo, es fácil conquistarlos, si se logra con habilidad y discreción hacerlos hablar de sus primeros triunfos. No hay nada que guste más a estos hombres que recordar su pasado y hacer comentarios acerca de él. Conquistémoslos por ese lado.

Si cada vez que se oyera una conversación tonta se pudiera dormir, seguramente que todo el tiempo lo pasaría uno durmiendo. Es mejor y más fácil darse a conocer hablando bien de los demás, que hablando de si mismo.

Hay tipos a los que les gusta hablar tanto, que por no ser interrumpidos no son capaces de toser.

Cuando las conversaciones se sostienen en planos elevados, la individualidad crece y el espíritu disfruta y goza.

Decálogo de la conversación:

1. No hablar en voz alta.

2. No hablar en voz demasiado baja.

3. No hablar aprisa.

4. No hablar despacio.

5. No hablar por hablar.

6. No hablar demasiado (aun de cosas interesantes).

7. No interrumpir a quien está hablando.

8. Considerar el tiempo de los otros y de uno.

9. No gesticular, ni accionar demasiado.

10. Ser lógico, claro y preciso.











DE LA CONTEMPLACIÓN


Por: José Tamborrel Suárez

Año: 1952

Estudiemos menos y observemos más…

Dediquemos parte de nuestro tiempo a la contemplación… Es una buena manera de emplearlo.

Hay muchos que ni siquiera tienen una idea de los que significa contemplación…

En la contemplación es donde se encuentra la verdadera sabiduría. Descartes decía:--“Para desarrollar lamente deberíamos aprender menos y contemplar más”.

Solamente los que gustan de la meditación saben lo maravillosa que es la vida.

Es la contemplación de las grandes obras arquitectónicas tu espíritu encontrará motivos de elevación.

La soledad del campo se presta para la lectura; pero se presta más para la contemplación…

A más contemplación más amor a Dios.











DEL CONSENTIMIENTO


Por: José Tamborrel Suárez

Año: 1952

Cuando se tiene que dar el consentimiento para alguna cosa, hay que reflexionarlo bien, poniendo en ello bondad y buen deseo.

Consentir en lo que se debe consentir es una buenas práctica que beneficia por igual al que lo da y al que lo recibe.

Jamás debe consentirse en algo que más tarde la conciencia puede reprobar. El Hombre debe marchar por el camino sorteando los obstáculos, con la mira puesta muy adelante y procurando siempre estar de acuerdo consigo mismo.

Asentimiento es consentimiento. Es el acto que reconoce como real y verdadera una idea, un juicio, un dictamen, una proposición. Es la base constitutiva de todo juicio. Lo hay espontaneo y reflexivo. En el primero, se pronuncia la intuición, la inmediata comprensión, la claridad del caso… En el segundo, o sea el reflexivo, es el que resulta de un análisis; es el que pesa las consecuencias, el que rectifica las primeras impresiones, las espontáneas, las precipitadas, etc. Inteligentemente, todo juicio debe ser previamente reflexionado. La espontaneidad debe estar sujeta a la reflexión, sobre todo cuando se trata de dar su consentimiento.









DE LOS CONSEJOS


Por: José Tamborrel Suárez

Año: 1952

El consejo es resultado de la experiencia. Los chinos tienen un buen proverbio, que dice:--“Si quieres conocer el camino que tienes por delante, pregunta a quien ya lo ha recorrido”… Los prudentes siempre preguntan y piden consejo. Nuestro criterio no se puede normar sino hasta después de haber oído la opinión y parecer ajenos…

No es cierto que sea inútil dar un buen consejo. Nunca puede ser inútil señalar un buen camino.

En la vida no tenemos otra cosa que aprender de los demás y aprovecharnos de su experiencia.

Los que piden consejos se dividen en dos clases:

a) Los que los piden para normar su criterio y ver qué es lo que realmente les conviene.

b) Los que buscan se les confirme lo que ellos piensan, que por cierto, es lo que todo caso harán.

Cierto tipo de tontos tiene la costumbre de aconsejar a sus amigos en público y alabarlos en privado. Séneca decía:--“Aconseja a tus amigos en la intimidad y elógialos en público”….

Aconseja a los que puedas pero sin que lo noten.





DE LA CONFORMIDAD

Por: José Tamborrel Suárez

Año: 1952

Vivamos conformes. Los males que nos aquejan son muchos sin dudar; pero los bienes que disfrutamos son siempre infinitamente más.

El mayor inconveniente de conocer lo bueno, es que fácilmente se vuelve uno descontentadizo. Por eso, cuando se tiene la suerte de conocer lo bueno, hay que prepararse para lo conformidad en todo… aun para las más adversas…

Como no es fácil que todo nos contente, procuremos andar siempre en la grata compañía de la conformidad.

La conformidad es un don maravilloso. Sin duda uno de los mejores que la vida concede.

Pérdida es la carencia o privación de lo que se poseía. También es daño o menosprecio que se recibe en una cosa. Ininterrumpidamente perdemos: ilusiones, costumbres, recuerdos, relaciones, juventud, etc., etc. Nuestro camino está sembrado de pérdidas de toda índole. Hay pérdidas que nos abruman, pérdidas que nos alegran, que nos liberan, que nos hacen felices… ¡en fin, de toso! Tenemos fe en los designios de la vida, conformándonos con cuanto nos suceda, así nos parezca lo peor o pensemos es inmerecido. Muchas veces lamentamos pérdidas que más tarde comprobamos nos beneficiaron… Pensemos que hemos nacido sin nada absolutamente y, que, por lo tanto, si algo perdemos en realidad no es tal…









sábado, 19 de mayo de 2012

DE LA CONFIANZA


Por: José Tamborrel Suárez

Año: 1952

Jamás debe uno depositar toda la confianza en nada ni en nadie…

Por mucha confianza que se tenga, no se deben descubrir esas reconditeces y esas cosas vulnerables y sensibles que todos tenemos. Es difícil encontrar quien las comprenda--- ¡y en cambio!...

Se desconfía de las personas bondadosas porque se supone que detrás de su bondad existe algún interés. En verdad, esta desconfianza es hasta cierto punto justificada, después de tantas malas experiencias con lobos disfrazados de inofensivas ovejas.

Tarde o temprano el mal hace crisis. “No hay mal que dure cien años”… Ente más mal se pongan las cosas, más confiados debemos estar en que pronto desaparecerán. Los excesos deben ser precursores de l fin.

Confiarse es entregarse…

No se debe confiar sino relativamente. Hay casos, muchos por cierto, en que hay que aparentar confianza…

Confía en Dios; pero no en los hombres, tan llenos de flaquezas y tan ávidos de todo.









DE LA CONDUCTA


Por: José Tamborrel Suárez

Año: 1952

Es cosa cierta y definitivamente comprobada, que los que llevan una vida desordenada, pronto desparecen de la escena…

Es buena práctica vivir atento a la propia conducta, tomando en cuenta que las apariencias causan tanto daño como las faltas reales.

Es natural que no estemos de acuerdo con la conducta de muchos; pero eso no nos autoriza a juzgarlos ni a prejuzgarlos. Debemos vivir con la vista puesta en la realidad.

¡Cómo juzgar a los demás si nosotros mismos estamos llenos de vicios y defectos!... Por nuestra posición de pecadores no podemos juzgar, como tampoco lo podríamos hacer si tuviéramos virtud, porque por nuestra virtud sabríamos considerar la flaqueza y debilidad de los demás…

Tratemos de conducirnos de la mejor manera posible en todo; no para cubrir las apariencias, sino para elevarnos y convivir sabiamente con los demás, inclusive con nuestro espíritu.















DE LA CONDESCENDENCIA


Por: José Tamborrel Suárez
Año: 1952

La condescendencia conduce al arraigamiento, que es la acción o efecto de arraigar o hacerse muy difícil la extinción de un vicio, un uso, una costumbre. Decía que la condescendencia conduce al arraigamiento de todo, lo mismo de un vicio que de una virtud; lo mismo de un odio que de un afecto. La condescendencia puede ser natural o porque así se desee; pero en ambos casos el camino es el mismo y los resultados idénticos. Y así como solamente la condescendencia conduce al arraigo de las cosas, así también solamente la voluntad es capaz del desarraigo de las mismas. A las suaves maneras de uno, hay que imponer después la fuerza de la otra.

Seamos condescendientes con la manera de ser de los demás. Todo tiene su razón de ser como es.

Respetemos las ideas de los demás. Quizá ellos tengan razón y nosotros seamos los equivocados. Considerar que uno jamás falla o nunca
se equivoca es grandísima tontería.

Condescendamos tanto como sea posible. Es una de las mejores formas para convivir en paz con los demás.

Aún con nuestras pequeñas fallas y nuestros mínimos vicios debemos ser condescendientes. No olvidemos que la perfección solamente es buena como ejemplo. (Nadie es pequeño en nada…)











DE LA CONCIENCIA


Por: José Tamborrel Suárez

Año: 1952



La tranquilidad de espíritu es seguramente el mejor don que la vida puede otorgar; pero solamente se puede obtener si se logra vivir en perfecta comunión con la conciencia.

La conciencian es simplemente la voz del “Yo”…

Hay gente que se preocupa mucho por su reputación; pero jamás por su conciencia.

En alguna parte leí:--“La conciencia nos aconseja como un buen amigo o una excelente madre; pero si no hacemos caso, entonces nos castiga como un inflexible juez”.

Se puede escapar del juicio de todos; pero jamás del de la conciencia.

No es posible interpretar la ley de leyes o sea la justicia de Dios, si no se posee una conciencia tranquila y serena…

Es inexplicable por qué a la conciencia no se le da toda la importancia que tiene, siendo que todos los actos del individuo dependen de ella.

Cultivar la conciencia es el más sabio y delicado de los cultivos.

El que siembra maíz, recoge maíz y no otra cosa; el que siembre trigo, recoge trigo, y así, el que siembre simpatías, recoge simpatías; el que siembra afectos, recoge afectos… nadie siembre una cosa y recoge otra.

Acostarse a dormir con la conciencia tranquila es una verdadera bendición de Dios.

Las arrugas en la mente sueles producir arrugas en el rostro.

Lo único que nos defiende de caer más en el abismo de la ignorancia y de la maldad, es nuestra maravillosa conciencia, a la que tan poca importancia conceden las religiones, quizá porque saben que el día que ésta brille como debe brillar, será el final de todas ellas.

Si uno no se entrega confiadamente a la conciencia, a la larga estará irremediablemente perdido.

Desde que nacemos la conciencia está con nosotros; pero solamente con los años se fortalece y se purifica.

Para tener éxito en la defensa de un caso, hay que tener razón. Es horrible tratar de defender algo, sabiendo que no se tiene la razón. Con la conciencia de parte de uno, se puede ir muy lejos.

Cuando por desgracia se hace involuntariamente un mal, es de lamentarse; pero no es para sentir remordimiento, pues este no cabe. En cambio, el mal que se hace a sabiendas y con la franca oposición de la conciencia, no tiene disculpas… Y si no pensara como pienso, diría, ¡que ni perdón!

Si te toca actuar de testigo, que sea tu conciencia la que hable… ¡Solamente ella!

Si cierta clase de gente se preocupara algo por su conciencia, como se preocupa por verse bien, ¡qué cambio daba el mundo!

La fuente de nuestros más íntimos impulsos no puede ser otra que nuestra conciencia, nuestra conciencia que preside y vigila todos nuestros actos.

La conciencia íntegra sigue siendo privilegio de los filósofos.

Los que quejan que les va mal y lo dicen sinceramente, es porque no saben examinar su conciencia o no le hacen mucho aprecio. Si la examinaran cuidadosamente, encontrarían los motivos suficientes para justificar lo que les acontece.

¿Qué es la corazonada? Quizás el pensamiento fulgurante de la conciencia.

Si respetas a tu conciencia puedes vivir sin religión.

La voz de Dios solamente la podemos oír a través de nuestra conciencia.

El punto de contacto entre Dios y el Hombre es la conciencia.







DE LA COMPRENSIÓN

Por: José Tamborrel Suárez

Año: 1952

La gente es más comprensiva y buena cuando no se forja muchas ilusiones con respecto a una larga vida.

¿Puede sentirse piedad sin haber sufrido penas y miserias?... Es mentira que haya personas incomprensibles, lo que pasa es que no hay quien quiera comprenderlas.

La gente podría vivir una vida infinitamente mejor si tratara de comprenderse. Nadie se preocupa por comprender a los demás. De ahí que de esta materia no se conozca mucho. Todos no se preocupan más que de sí mismos, sin importarles otra cosa.

Lo más importante que existe en el trato de gentes es la comprensión. Sin ella, todo trato es imposible, toda relación infructuosa, todo intento inútil. Por otra parte, si no se procura comprender a los demás, uno resulta incomprendido.

La vida puede ser un fracaso si no logra uno comprender a los que lo rodean.

Los comprensivos perdonan siempre. Los de mala condición, jamás. Su pobre espíritu está dominado por el maligno sentimiento de la venganza, que impide la reacción que conduce al perdón.

Los factores que intervienen en la realización de un atentado son muchos: odio, envidia, venganza, ideas radicales, etc. Todos estos factores se derivan de la incomprensión que existe de la realidad humana. Si pudiéramos llegar al fondo de todas estas cuestiones, veríamos que no hay razón para proceder así. Se odia sin motivo, se envidia sin razón, se juzga sin conocimiento… ¡Y así es todo! Nadie se pone en la posición contraria, en el lugar del otro, estudiando el origen de lo que induce a querer obrar así. Se procede dejándose llevar de los impulsos, de la pasión, la conveniencia, del egoísmo. Todos creen tener la razón y quizá la tengan; pero desde un punto de vista particular y no desde el punto de vista general, que es como deben verse estas cosas.

El abismo más grande que existe entre las personas es el de incomprensión. La gente se divide porque no se comprende.

Tratemos de comprender a los demás. Pensemos en que cada quien tiene “su razón” (aún en los casos que puede uno jurar no existe, la hay).

Si abrimos nuestro corazón para comprender a loa demás, nos sentiremos más dichosos y más humanos. Además, sin quererlo y sin absolutamente ningún esfuerzo adquiriremos un predominio espiritual sobre los que nos rodean.















DE LA COMPETENCIA

Por: José Tamborrel Suárez

Año: 1952



La competencia generalmente es buena, porque de ella nace el deseo de superación.

Si no hay ley de competencia, no hay progreso.

La competencia evita el abuso. (El abuso siempre huye de la competencia)

La competencia en el comercio, la industria, la banca, etc., debe ser razonada u juiciosa, de lo contrario sobreviene la ruina.

Hay que competir con honradez y espíritu de justicia.

Competir a tontas y locas es lo mismo que arruinarse.

Compitamos cuando sea necesario; pero siempre en términos de caballerosidad y descencia.

viernes, 18 de mayo de 2012

DE LA COMODIDAD


Por: José Tamborrel Suárez

Año: 1952



El Hombre ha vendido su libertad a cambio de las relativas comodidades que disfruta. Insensiblemente se ha convertido en un esclavo de la comodidad… ¡y cuando le va bien!, del confort.

No debemos permitir que la comodidad nos esclavice. Si lo permitimos, se convertirá en una terrible tirana que nos hará insoportable la vida.

Con la comodidad hay que “andar con pies de plomo”…

La comodidad suele presentarse frecuentemente con su fraternal amiga La indolencia, enemiga declarada de la lucha y el esfuerzo… Tan luego haga su aparición, lo mejor es levantarse e irse… Su visita siempre nos traerá perjuicios.

Sacrificando algo de nuestra comodidad, podremos disfrutar de nuevas y gratas satisfacciones.

La comodidad no es mala siempre y cuando no nos domine. Hay que ver la enorme cantidad de victimas de la comodidad.

Por comodidad se renuncia a infinidad de cosas, muchas de ellas magníficas…





DE LA COLERA


Por: José Tamborrel Suárez

Año: 1952

La cólera tiene todas estas características contrarias e anegables; es ridícula, se estrella contra la calma, es una locura pasajera, produce arrepentimiento, es completamente inútil…

Jamás debe tomarse una resolución bajo el influjo de la cólera, porque esta apaga en forma absoluta todas las luces del entendimiento y de la razón.

Disgustarse es castigarse a si mismo por las fallas que otro cometió.

Se dice que para encolerizarse es necesario mover setenta músculos, y que para sonreír solamente doce. ¡En este caso creo que vale la pena trabajar menos!

Si por desgracia, a pesar de nuestra filosofía y propósitos somos victimas de la calera no, permitamos que pase la noche con nosotros… Alguien dijo:--“No permitas que el nuevo sol alumbre tu cólera”.

No sabe vivir el que no sabe estar en paz con los demás.

El que no sabe contener su ira, tarde o temprano está perdido. Podrá escapar de una, de dos… de diez; pero al fin será víctima de su amera de ser.

La ira te hace perder la cabeza… y ésta, a ti…

Es más fácil arreglar las dificultades por la buena que por la mala. La cólera debe supeditarse a la razón y a las buenas maneras.

Para desarmar a un colérico no hay como hablar suavemente. El hombre tranquilo dominará mejor que si se deja arrastrar por la cólera. Catón decía:--“El hombre colérico abre la boca y cierra los ojos”.

A la cólera hay que oponerle la voluntad firme del sosiego.

El carácter arrebatado es una consecuencia del temperamento. Diversas circunstancias provocan la ira, la cual fácilmente se traduce en arrebato. Muchas de esas circunstancias están muy por encima de los que se puede prever y de ahí que se produzcan en cualquier momento. Visto superficialmente, el Hombre está en libertad de elegir el bien o el mal; pero esta libertad que aparentemente es absoluta, en realidad no lo es, ya que está sujeta a influencias extrañas. Un hombre bueno puede ser provocado en forma tal, que cegado por la ira, cometa una barbaridad. El pudo haber escogido el buen camino; pero las circunstancias lo obligaron a delinquir.

Hay arrebatos justificados que merecen nuestra aprobación, como los provocados por la injusticia, el abuso, la perfidia, el engaño, etc. La ley misma se ha visto en el caso de establecer diferencias entre el delito ejecutado con reflexión y frialdad, y los que se perpetran por causa, en cierta forma ajenas a uno o bajo la influencia de determinadas circunstancias o pasiones. En el primer caso, existe control y se sabe lo que se hace, en tanto que en el otro, no hay reflexión ni dominio…

La cólera es mala en cualquier circunstancia, pero en donde más perjuicio causa es en la diferencia entre esposos. La cólera invalida toda lógica y todo razonamiento. Los casados deben cerrar definitivamente la puerta a la cólera, porque si la dejan entrar les causará males irreparables.

Nada debe causarle disgusto a uno. Hay que ver todo con naturalidad y amplia comprensión. Perdonemos, disculpemos… encojámonos de hombros y sigamos nuestro camino. No hay nada que valga la pena para encolerizarse y perder la cabeza. Cuando sintamos que la sangre nos hierve y se nos sube a la cara, controlémonos, aún haciendo un sacrificio. Pensemos que es mejor hacerlo así que explotando…

Nuestro mejor triunfo no es cuando ganamos una batalla después de una explosión de cólera, sino cuando podemos controlarnos, demostrando así nuestra gran fuerza de voluntad.

Cuesta muchísimo más esfuerzo controlarse que soltarse. De ahí el merito de dominarse a sí mismo en esos casos.

Demostremos nuestra hombría de bien dominando la ira que quiere estallar dentro de nosotros.

El cobarde huye, el sensato simplemente se retira…

No hay que confundir la cobardía con la prudencia.

























DE LA CIVILIZACIÓN

Por: José Tamborrel Suárez

Año: 1952

Por lo menos civilízate en grado tal, que al morir puedas pensar: He sido lo más civilizado que es posible ser… Frase maravillosa que inundará de dicha tus últimos instantes.

Todo es exactamente igual que hace cinco, diez o veinte siglos. Basta estudiar los textos antiguos o las pasadas civilizaciones, para darse cuenta que nada ha cambiado. A veces se nota un ligero movimiento de flujo y reflujo en la cultura; pero en general, todo sigue igual. La evolución ha sido superficial y de carácter exclusivamente material. El espíritu sigue en tinieblas.

Excepto algunos adelantos en el orden científico y en el arte de matar, la Humanidad no ha dado un solo paso adelante. Moral y espiritualmente está estancada. Lo que parece progreso no es sino una forma engañosa y superficial fácil de establecer. La gente sigue siendo la misma, solamente con u n exterior diferente. Dominada siempre por la ignorancia, los prejuicios, la irresponsabilidad, ideas religiosas absurdas, etc., etc., y dentro de estos etcéteras cabe mencionar: los mismos instintos sanguinarios y crueles de las épocas más remotas, siendo la mejor prueba las matanzas que periódicamente y con cualquier pretexto organizan los países más cultos, más civilizados y más cristianos.

Tenemos que engañarnos haciéndonos creer que la civilización existe. ¡Pero bien sabemos la verdad!... ¡Cómo podemos hablar de civilización cuando en las cinco partes del mundo se guerrea sin cesar; cuando el Hombre sigue creyendo en ídolos, imágenes, etc.; cuando en los países dizque más adelantados unos hombres humillan y menosprecian a otros solamente porque son de diferente color; cuando el Hombre sigue alimentándose de carne –restos de animales-- al igual que los barbaros que habitaban en cavernas, y vagaban desnudos y medios locos al azar por la faz del mundo; cuando devastan los bosques sin considerar el enorme perjuicio que causan; cuando destruyen la mayor parte de las especies de animales sin siquiera tratar de comprenderlas; cuando se odian por el simple motivo de pensar diferente, como acontece en el caso de cuestiones religiosas; cuando lo que se ha dado en llamar justicia es una vil farsa en todas partes; cuando la verdad es un mito!... ¡Qué civilización, ni que nada!

Solamente un ligero matiz de civilización es lo que poseemos. En el fondo somos lo que fuimos siempre… La civilización apenas la hemos entrevisto.

Procuremos ser realmente civilizados, Atendiendo cuidadosamente de todos los detalles relativos, Combatamos al atraso por todos los medios a nuestro alcance. Hagamos luz en todo lo que podamos.

El peor enemigo que tiene la civilización es el militarismo. Pueblo que se militariza, pueblo que se condena. Civilización que se militariza, civilización que desaparece.

La base de la civilización está en el respeto de los eternos valores humanos. No es tan fácil que una civilización desaparezca por los motivos que generalmente se cree; pero si puede desaparecer pos esas tocadas ideas que tratan de destruir los principios humanos, siempre los mismos.

La libertad de conciencia constituye por sí sola una civilización.

A lo que hasta ahora se ha dado el nombre de civilización, se ha logrado gracias al instinto de conservación latente en todo individuo. (Hay que considerar que el instinto de conservación es indestructible.)

El atraso en el que vivimos es tan palpable que solamente los locos podrían negarlo. Fue ayer, cuando el país cristiano por excelencia, el país donde residen los directores del cristianismo: Italia, se echó encima de un pequeño y honrado país: Etiopia, y con todo su enorme poderío de fuerza bruta lo arrasó sin piedad, ametrallando a sus indefensos habitantes. Todo con beneplácito y general complacencia. ¡Como la cosa más natural del mundo!... Ni siquiera por elemental política protestaron los demás países. Los directores de las Organizaciones Religiosas se hicieron disimulados. La Liga de las Naciones calló… Y ahí se llevó a cabo una de las más espantosas matanzas que registra la historia. Ahí se tropellaron todos los derechos del Hombre y todas las conquistas de la llamada civilización.. Después de esa matanza, consumada ente la indiferencia de la Humanidad Cristiana, la Segunda Guerra Mundial, apenas veinte años degúes de la Primera… Todo lo destruimos; seres iguales a nosotros, especies de animales que deberíamos proteger, árboles que significan nuestra vida, grandes obras maestras qje son nuestro orgullo. ¡Una bomba!, y adiós trabajos, esfuerzos y desvelos de tres o cuatrocientos años… ¡Generaciones y generaciones trabajando para que una maldita bomba destruya todo en un instante.

Se confía en que no es posible pueda desaparecer la llamada “civilización” actual. Quienes piensan así, se olvidan de tantas civilizaciones desparecidas. Se olvidan de Egipto, Cina, Grecia, Roma, etc. Nada difícil es que algún día desaparezca todo esto, y pasados los siglos, surja una nueva “civilización”, con ideales y características totalmente diferentes a la actual…

Lo más probable es que el Hombre haya acabado varias veces con el mundo… (¡A juzgar por lo que estamos viendo!)

No hay duda que el pueblo Maya fue uno de los más cultos del mundo. Su calendario fue perfecto muchos cientos de años antes que el Papa Gregorio VII realizara las correcciones al Calendario Cristiano. Dominaron en cosmografía, matemáticas. En la arquitectura, también fueron notables, como puede verse por las ruinas de sus ciudades y sus maravillosos templos y palacios. Tampoco puede existir duda acerca de su origen asiático sus costumbres, cultura, lengua, tipo de arquitectura, nombres, etc., etc.

Ante todo, hay que tener presente, que lo más importante y definitivo en la vida de la Humanidad, no es el progreso de la ciencia, la industria u otras cosas, sino el Hombre en sí. El objeto de la civilización es ver antes que nada por el Hombre.

Cada generación contribuye al desarrollo y progreso de la Humanidad. Nuestra “civilización” es resultado de esfuerzos pasados. A nosotros nos corresponde contribuir también a lo futuro. (¿Creando bombas infernales? ¿Destruyendo las riquezas forestales? ¿Exterminando las especies de animales? ¿Guerreando sin cesar?

Es desconsolador saber que los dos mil quinientos millones de seres humanos que habitan el mundo, mil trescientos millones, viven lindando con la barbarie ¡Qué civilización puede existir con semejante lastre!