Por: José Tamborrel Suárez
Año: 1952
La cólera tiene todas estas características contrarias e anegables; es ridícula, se estrella contra la calma, es una locura pasajera, produce arrepentimiento, es completamente inútil…
Jamás debe tomarse una resolución bajo el influjo de la cólera, porque esta apaga en forma absoluta todas las luces del entendimiento y de la razón.
Disgustarse es castigarse a si mismo por las fallas que otro cometió.
Se dice que para encolerizarse es necesario mover setenta músculos, y que para sonreír solamente doce. ¡En este caso creo que vale la pena trabajar menos!
Si por desgracia, a pesar de nuestra filosofía y propósitos somos victimas de la calera no, permitamos que pase la noche con nosotros… Alguien dijo:--“No permitas que el nuevo sol alumbre tu cólera”.
No sabe vivir el que no sabe estar en paz con los demás.
El que no sabe contener su ira, tarde o temprano está perdido. Podrá escapar de una, de dos… de diez; pero al fin será víctima de su amera de ser.
La ira te hace perder la cabeza… y ésta, a ti…
Es más fácil arreglar las dificultades por la buena que por la mala. La cólera debe supeditarse a la razón y a las buenas maneras.
Para desarmar a un colérico no hay como hablar suavemente. El hombre tranquilo dominará mejor que si se deja arrastrar por la cólera. Catón decía:--“El hombre colérico abre la boca y cierra los ojos”.
A la cólera hay que oponerle la voluntad firme del sosiego.
El carácter arrebatado es una consecuencia del temperamento. Diversas circunstancias provocan la ira, la cual fácilmente se traduce en arrebato. Muchas de esas circunstancias están muy por encima de los que se puede prever y de ahí que se produzcan en cualquier momento. Visto superficialmente, el Hombre está en libertad de elegir el bien o el mal; pero esta libertad que aparentemente es absoluta, en realidad no lo es, ya que está sujeta a influencias extrañas. Un hombre bueno puede ser provocado en forma tal, que cegado por la ira, cometa una barbaridad. El pudo haber escogido el buen camino; pero las circunstancias lo obligaron a delinquir.
Hay arrebatos justificados que merecen nuestra aprobación, como los provocados por la injusticia, el abuso, la perfidia, el engaño, etc. La ley misma se ha visto en el caso de establecer diferencias entre el delito ejecutado con reflexión y frialdad, y los que se perpetran por causa, en cierta forma ajenas a uno o bajo la influencia de determinadas circunstancias o pasiones. En el primer caso, existe control y se sabe lo que se hace, en tanto que en el otro, no hay reflexión ni dominio…
La cólera es mala en cualquier circunstancia, pero en donde más perjuicio causa es en la diferencia entre esposos. La cólera invalida toda lógica y todo razonamiento. Los casados deben cerrar definitivamente la puerta a la cólera, porque si la dejan entrar les causará males irreparables.
Nada debe causarle disgusto a uno. Hay que ver todo con naturalidad y amplia comprensión. Perdonemos, disculpemos… encojámonos de hombros y sigamos nuestro camino. No hay nada que valga la pena para encolerizarse y perder la cabeza. Cuando sintamos que la sangre nos hierve y se nos sube a la cara, controlémonos, aún haciendo un sacrificio. Pensemos que es mejor hacerlo así que explotando…
Nuestro mejor triunfo no es cuando ganamos una batalla después de una explosión de cólera, sino cuando podemos controlarnos, demostrando así nuestra gran fuerza de voluntad.
Cuesta muchísimo más esfuerzo controlarse que soltarse. De ahí el merito de dominarse a sí mismo en esos casos.
Demostremos nuestra hombría de bien dominando la ira que quiere estallar dentro de nosotros.
El cobarde huye, el sensato simplemente se retira…
No hay que confundir la cobardía con la prudencia.
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