Por: José Tamborrel Suárez
Año: 1952
A Disraeli se le atribuye uno de los más grandes consejos que conozco. Dice así:--“Nunca disputes. Si alguna persona difiere de ti, haz una cortesía y cambia la conversación”.
No hay cosa que no pueda decirse… ¡si se sabe decir!...
El arte de conversar está desapareciendo a gran prisa. La falta de tiempo t la nerviosidad que se ha apoderado de todos, son las dos causas principales. Ya es muy difícil logar una plática interesante y tranquila. La charla amena es cosa de otras épocas… ¡Dichosos los tiempos en que la gente conversaba apaciblemente horas enteras!... ¡Felices los que pudieron platicar sus cosas en la paz, y al amor del fuego!...
Cuando se quiere agradar a una persona conversadora es muy sencillo: basta dejarla hablar.
En el teléfono deberían evitarse todas esas palabras inútiles que la gente acostumbre, tales como: ¿bueno?, ¿Quién habla?, ¿hola?, etc. Al tomar el audífono concretamente debería decirse: “habla fulano”.
Dejemos a los demás que expresen sus ideas… y si sabemos poner atención a lo que nos dicen, siempre podremos adquirir algún nuevo conocimiento. Hay que considerar que a la mayor parte de la gente le gusta hablar de lo que sabe o de lo que cree saber…
Usemos buenas palabras en nuestra conversación, para que así los buenos pensamientos fluyan más fácilmente…
Las conversaciones deben sostenerse en planos elevados, evitando degeneren en vulgaridades: el cuento “vede”, la murmuración…
Delante de los suspicaces y de los tontos hay que hablar poco y claro.
La buena impresión que suelen dejarnos algunas personas no es por otra cosa, que por habernos dejado hablar a nuestras ancha o por habernos hecho creer que pensaban igual que nosotros.
No existe un solo hombre en el mundo que no sea superior a uno en algún sentido… ¡No hay que olvidarlo! Ese es el secreto para saber interesarse en cualquier conversación.
No hay que hablar solamente de lo que a uno le interesa, sino procurar hablar de lo puede interesar a los demás.
Saber tratar a los demás es un don que no tiene precio. ¿Qué lo que no puede obtenerse sabiendo tratar a la gente?
Como casi todos los hombres de empresa han comenzado desde muy abajo, es fácil conquistarlos, si se logra con habilidad y discreción hacerlos hablar de sus primeros triunfos. No hay nada que guste más a estos hombres que recordar su pasado y hacer comentarios acerca de él. Conquistémoslos por ese lado.
Si cada vez que se oyera una conversación tonta se pudiera dormir, seguramente que todo el tiempo lo pasaría uno durmiendo. Es mejor y más fácil darse a conocer hablando bien de los demás, que hablando de si mismo.
Hay tipos a los que les gusta hablar tanto, que por no ser interrumpidos no son capaces de toser.
Cuando las conversaciones se sostienen en planos elevados, la individualidad crece y el espíritu disfruta y goza.
Decálogo de la conversación:
1. No hablar en voz alta.
2. No hablar en voz demasiado baja.
3. No hablar aprisa.
4. No hablar despacio.
5. No hablar por hablar.
6. No hablar demasiado (aun de cosas interesantes).
7. No interrumpir a quien está hablando.
8. Considerar el tiempo de los otros y de uno.
9. No gesticular, ni accionar demasiado.
10. Ser lógico, claro y preciso.
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