domingo, 27 de mayo de 2012

DE LAS COSAS DEL ESPÍRITU


Por: José Tamborrel Suárez

Año: 1952

Es digno de considerarse el hecho de que los principales directores espirituales de la humanidad, como Guatama (Buda), Confucio, Moisés, Jesús, y últimamente Gandhi, hayan salido de Asia, es decir, hayan sido asiáticos.

¿Puede haber una relación más estrecha, profunda y absoluta que la que existe entre el cuerpo y el espíritu?

La humanidad no es mala pero necesita nutrirse de pan espiritual en todo tiempo… ¡y ese pan es escaso!

La humanidad solamente progresa desde el punto de vista material. Espiritualmente está tan estancada como siempre.

Las cincuenta mil tonterías de la vida moderna quitan el gusto a la mayor parte de las cosas del espíritu.

Para los espíritus selectos resulta muy difícil la convivencia con los demás.

La gente admira a los hombres que se distinguen por su espiritualidad; pero raramente los comprenden--- (¿Comprenderán los mexicanos el elevadísimo sentido espiritual de la dulce y fina filosofía de Amado Nervo?)

Fortalece constantemente tu espíritu, pues sin duda en el curso de tu vida, muchas veces y por infinidad de acusas, sufrirás dolorosos contratiempos.

Es de sabios velar por la tranquilidad del espíritu, cuidándolo de malas influencias y contagios.

El mejor deleite para el hombre culto es entregarse a sus pensamientos.

Solamente podemos llegar a la ansiada serenidad, si logramos fortalecer nuestro espíritu en la escencia del amor y los buenos principios.

Nuestra paz interior es el resultado de la fortaleza de nuestro espíritu.

Un buen espíritu se entiende fácilmente con otros iguales,

Cuando nos encontramos con una persona que hemos dejado de ver por muchos años, debemos hacer esta reflexión: su cara es la misma; pero sin duda su espíritu es otro. (El espíritu cambia sin cesar.)

No buscando las dichas pasajeras o los placeres efímeros, escalaremos más pronto las alturas… esas alturas que la mayoría ¡ni siquiera sospecha!

De cuando en cuando es conveniente y saludable para el espíritu, poner en orden los pensamientos.

Los que poseen un espíritu elevado estarán siempre sobre los demás en cualquier circunstancia, sin que tenga que ver la posición económica o social.

Ciertamente, resulta muy difícil ser espiritual en un mundo como el nuestro; pero ¡bien vale la pena!

Si tratáremos de recordar cuantos espíritus libres hemos conocido en el curso de nuestra vida, nos encontraremos que ninguno. Y es que en verdad, los espíritus libres son raros… Justamente si G. Bernard Shaw, se ha hecho famoso en el mundo, ha sido por eso; Por poseer un espíritu libre jamás sujeto a conveniencias, prejuicios o ideas.

Todo el mundo ha sida ya explorado: los continentes, los polos, las más altas montañas, el fondo de los mares, etc. Ahora falta la exploración más importante que es la del Hombre, en lo relativo a su espíritu. ¿Cuándo se iniciará una exploración de forma para saber en definitiva qué hay de todo esto?

Hasta las cosas más feas vistas con espíritu amistoso y bien dispuesto, nos parecen mejores. ¡Ojalá que así pudiéramos ver todo!...

El cuerpo y el espíritu son dos cosas totalmente opuestas, y que, sin embargo, deben mantenerse unidos. A ninguno de los dos les conviene le conviene estar supeditado; pues tan malo es que el espíritu esté bajo la férula del cuerpo, como este bajo el espíritu. Se trata de dos fuer

Todo lo bueno y lo bello que existe es obra del espíritu. De ahí su preponderancia y fuerza en la existencia de la humanidad.

El famoso “humour” inglés es una especie de de burla sobre los detalles ordinarios de la vida. En cuanto al “espirit” francés, es algo así como un detalle decorativo del pensamiento: de la burla irónica y sutil de las cosas del espíritu.

No se puede ser íntegramente espiritual, sino hasta cuando las principales necesidades materiales han sido resueltas,

No hay labor más subyugante que la de tratar de modelar espíritus sobre bases constructivas y elevadas.

La escala del espíritu es también muy alta. Después de muchos escalones subidos se piensa en ser ciudadano del mundo; luego, espíritu universal.

No hay que olvidar que vivimos, más que de las cosas materiales, de las espirituales, de cosas que jamás podemos ver ni tocar. Veamos: ánimo, fe, esperanza, ilusión, amor, etc. Si no fuera por estas cosas no viviríamos, ni tampoco valdría la pena vivir.

Es lástima que la gente ni siquiera trata de disimular su materialismo. En todas partes fustigan al espíritu sin consideración.

Apenas se reúne un pequeño número de personas, el materialismo asoma, se acerca, toma asiento… ¡y ni quien lo saque de ahí!











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