Por: José Tamborrel Suárez
Año: 1952
Es cosa cierta y definitivamente comprobada, que los que llevan una vida desordenada, pronto desparecen de la escena…
Es buena práctica vivir atento a la propia conducta, tomando en cuenta que las apariencias causan tanto daño como las faltas reales.
Es natural que no estemos de acuerdo con la conducta de muchos; pero eso no nos autoriza a juzgarlos ni a prejuzgarlos. Debemos vivir con la vista puesta en la realidad.
¡Cómo juzgar a los demás si nosotros mismos estamos llenos de vicios y defectos!... Por nuestra posición de pecadores no podemos juzgar, como tampoco lo podríamos hacer si tuviéramos virtud, porque por nuestra virtud sabríamos considerar la flaqueza y debilidad de los demás…
Tratemos de conducirnos de la mejor manera posible en todo; no para cubrir las apariencias, sino para elevarnos y convivir sabiamente con los demás, inclusive con nuestro espíritu.
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