sábado, 19 de mayo de 2012

DE LA CONCIENCIA


Por: José Tamborrel Suárez

Año: 1952



La tranquilidad de espíritu es seguramente el mejor don que la vida puede otorgar; pero solamente se puede obtener si se logra vivir en perfecta comunión con la conciencia.

La conciencian es simplemente la voz del “Yo”…

Hay gente que se preocupa mucho por su reputación; pero jamás por su conciencia.

En alguna parte leí:--“La conciencia nos aconseja como un buen amigo o una excelente madre; pero si no hacemos caso, entonces nos castiga como un inflexible juez”.

Se puede escapar del juicio de todos; pero jamás del de la conciencia.

No es posible interpretar la ley de leyes o sea la justicia de Dios, si no se posee una conciencia tranquila y serena…

Es inexplicable por qué a la conciencia no se le da toda la importancia que tiene, siendo que todos los actos del individuo dependen de ella.

Cultivar la conciencia es el más sabio y delicado de los cultivos.

El que siembra maíz, recoge maíz y no otra cosa; el que siembre trigo, recoge trigo, y así, el que siembre simpatías, recoge simpatías; el que siembra afectos, recoge afectos… nadie siembre una cosa y recoge otra.

Acostarse a dormir con la conciencia tranquila es una verdadera bendición de Dios.

Las arrugas en la mente sueles producir arrugas en el rostro.

Lo único que nos defiende de caer más en el abismo de la ignorancia y de la maldad, es nuestra maravillosa conciencia, a la que tan poca importancia conceden las religiones, quizá porque saben que el día que ésta brille como debe brillar, será el final de todas ellas.

Si uno no se entrega confiadamente a la conciencia, a la larga estará irremediablemente perdido.

Desde que nacemos la conciencia está con nosotros; pero solamente con los años se fortalece y se purifica.

Para tener éxito en la defensa de un caso, hay que tener razón. Es horrible tratar de defender algo, sabiendo que no se tiene la razón. Con la conciencia de parte de uno, se puede ir muy lejos.

Cuando por desgracia se hace involuntariamente un mal, es de lamentarse; pero no es para sentir remordimiento, pues este no cabe. En cambio, el mal que se hace a sabiendas y con la franca oposición de la conciencia, no tiene disculpas… Y si no pensara como pienso, diría, ¡que ni perdón!

Si te toca actuar de testigo, que sea tu conciencia la que hable… ¡Solamente ella!

Si cierta clase de gente se preocupara algo por su conciencia, como se preocupa por verse bien, ¡qué cambio daba el mundo!

La fuente de nuestros más íntimos impulsos no puede ser otra que nuestra conciencia, nuestra conciencia que preside y vigila todos nuestros actos.

La conciencia íntegra sigue siendo privilegio de los filósofos.

Los que quejan que les va mal y lo dicen sinceramente, es porque no saben examinar su conciencia o no le hacen mucho aprecio. Si la examinaran cuidadosamente, encontrarían los motivos suficientes para justificar lo que les acontece.

¿Qué es la corazonada? Quizás el pensamiento fulgurante de la conciencia.

Si respetas a tu conciencia puedes vivir sin religión.

La voz de Dios solamente la podemos oír a través de nuestra conciencia.

El punto de contacto entre Dios y el Hombre es la conciencia.







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