Por: José Tamborrel Suárez
Año: 1952
Cuando se tiene que dar el consentimiento para alguna cosa, hay que reflexionarlo bien, poniendo en ello bondad y buen deseo.
Consentir en lo que se debe consentir es una buenas práctica que beneficia por igual al que lo da y al que lo recibe.
Jamás debe consentirse en algo que más tarde la conciencia puede reprobar. El Hombre debe marchar por el camino sorteando los obstáculos, con la mira puesta muy adelante y procurando siempre estar de acuerdo consigo mismo.
Asentimiento es consentimiento. Es el acto que reconoce como real y verdadera una idea, un juicio, un dictamen, una proposición. Es la base constitutiva de todo juicio. Lo hay espontaneo y reflexivo. En el primero, se pronuncia la intuición, la inmediata comprensión, la claridad del caso… En el segundo, o sea el reflexivo, es el que resulta de un análisis; es el que pesa las consecuencias, el que rectifica las primeras impresiones, las espontáneas, las precipitadas, etc. Inteligentemente, todo juicio debe ser previamente reflexionado. La espontaneidad debe estar sujeta a la reflexión, sobre todo cuando se trata de dar su consentimiento.
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