sábado, 25 de agosto de 2012

DE LA CRÍTICA


Por: José Tamborrel Suárez
Año: 1952

Raros son los hombres que tienen el valor suficiente para criticarse sinceramente a sí mismos.

La crítica es como el bumerán, siempre regresa a su punto de partida. El que critica debe estar siempre preparado para la respuesta.

Los que no gusten de la pelea, que no critiquen.

Por una crítica constructiva… mil destructivas.

Para dar rienda suelta a las pasiones, no hay como la crítica.

Por lo general, los reproches no dan buen resultado. El hombre que sabe vivir jamás reprocha.

¿No será mejor auto-inspeccionarse antes de criticar y ver los defectos de loa demás?...

El hombre ordinario calla lo que le gusta; pero alborota y discute por lo que le disgusta.

Critiquemos; pero sin llegar a la mala intención.

No es posible la uniformidad de pareceres. Esto da lugar a la inconformidad, la que a su vez engendra el ataque, el cual puede ser suave, bien intencionado, irónico, malévolo, candente, etc. Es raro que el ataque no vaya acompañado de pasión, que es lo que suele constituir su principal fuerza. El ataque viril y sincero es rarísimo. Los hombres gustan de atacar; pero por abajo, eludiendo las consecuencias y responsabilidades, ¡Tirar la piedra y esconder la mano!… ¡El valor civil es excepcional!…

Suavicemos nuestros juicios. No prejuzguemos, Tengamos presentes nuestras propias flaquezas, pasiones, impulsos, vicios…

El descontento es una especie de purgante para el espíritu. Su reacción es la crítica.

La crítica excita… los elogios calman…

Para triunfar sobre el ataque no hay mejor fórmula que la indiferencia.

Cuando una obra provoca ataque es buena señal, pues quiere decir que sirve y vale. La obra que provoca reacciones, generalmente es buena.

El crítico, por su manera de ser, digamos: por su costumbre de criticar, no puede disfrutar de infinitas cosas, especialmente de aquellas que son “su fuerte"

sábado, 11 de agosto de 2012

DEL EXHIBICIONISMO EN LAS PLAYAS


Por: José Tamborrel Suárez
Año: 1952

Es una lástima que todas las costumbres en las playas sean tan insensatas y llenas de snobismo pesado y vulgar.

Las playas se hacen odiosas por el snobismo degradante que impera en ellas.

La tontería y la licencia es lo que generalmente predomina en las llamadas playas de moda.

En la playa y en los demás lugares en donde el hombre y la mujer se exhibes en los ridículos trajes de baño, la educación se mueve de un lado para otro, con el fin de impedir se cometan ciertos actos contra “la moral”. En estos casos, hombres u mujeres se comportan “razonablemente”, pero a flor de cada uno de ellos está lo que son… ¡y lo que ´piensan!

Para sentir asco por algunas personas, no hay como verlas en la plata en traje de baño.

Es notable el “changuismo” que se exhibe en las playas.

Para darse cuenta de la pobreza física, moral y mental de la gente, no hay sitio mejor que las playas y lugares por el estilo. (En esos sitios, todos se sienten Venus, Apolos…y grandezas…

En las playas, las mujeres ya no se desvisten más, porque materialmente no pueden.

Una mujer puede exhibirse casi desnuda en una playa (simple pantaletas e insignificante ajustador) delante de miles de hombres desconocidos, vulgares y groseros y, sin embargo, ser decente, cándida, virtuosa, púdica, discreta, moderada, sencilla, pura, espiritual, juiciosa… ¡Ah, farsa de la corrompida sociedad!...

¡Qué farsa!... Una mujer no se deja ver en la calle vestida solamente con pantaletas y portabusto; pero en la playa si… ¿En que quedamos con la decencia?

Toda esa horrible alharaca que arman los bañistas en las piscinas y en las playas, no es por otra casa, aunque ellos no lo sepan, que por acallar su falta de pudor, latente en el fondo de cada uno de ellos.

El pudro es natural en el individuo. La falta de pudor no es natural y revela desde luego alguna anormalidad. El cubrirse o taparse es algo como una especie de amparo instintivo. El individuo normal siempre es pudoroso, y por nada de esta vida se exhibiría en forma contraria a las buenas reglas establecidas sobre el particular. Con la “civilización”, el instinto del pudor pudo desarrollarse más ampliamente, hasta llegar a ser una prensa moral indispensable en el ser humano en general. En esto, como n la mayor parte de las cosas, ¡se es o no se es!... La actitud de algunas mujeres resulta incongruente en esta cuestión. Por ejemplo; una mujer “decente” toma asiento cuidadosamente, viendo que el vestido “no se le suba”, y es capaz de pensar muy mal del hombre que fijara su atención en cualquier detalle que ella por descuido mostrara; pero en cambio, una hora después, esa misma mujer se desviste por ahí en cualquier lugar público –una caseta de baño de alguna piscina o de alguna playa-- y sale a exhibirse punto menos que desnuda (de hecho desnuda), delante de centenares de personas, probablemente sin educación… Hablando con franqueza y haciendo a un lado las infantiles defensas que suelen hacerse eb estos casos. ¿Se puede llamar pudor a eso? ¿Se puede llamar decencia? ¿Es moral?... No nos hagamos tontos. Eso no es pudor ni decente ni moral.

Desde el punto de vista dela verdad estricta: ¿existe alguna diferencia entre la mujer que públicamente se exhibe en traje de baño, de la que “por ahí” lo hace en ropa íntima?

Por más que quiero, no puedo encontrar la diferencia entre la mujer “decente” que se exhibe desnuda en una playa, y la “mariposilla” que por necesidad p desvergüenza lo hace en cualquier “burlesque” o revistilla de teatro de arrabal.

Si las mujeres no se engañaran tanto con su belleza y atractivos, no serían tan insensatas se exhibirse públicamente en traje de baño.

Ver el trasero a la gente es horrible… y eso es lo que enseñan a todo el mundo las mujeres “decentes” en las playas y balnearios.

Eso del desnudismo en las playas es una grandísima porquería… (Las religiones están cruzadas de brazos ante tanta insensatez…)













domingo, 3 de junio de 2012

DE LAS COSAS DE LOS ESTADOS UNIDOS DE AMÉRICA


Por: José Tamborrel Suárez

Año: 1952

Si el pueblo norteamericano no pone un “hasta aquí” a la deificación de la juventud, muy pronto se convertirá en un inmenso conglomerado infantil. Todo lo que se refiere a la niñez y a la juventud es bien visto y se doblega ante sus necedades y caprichos. El país es un enorme parque infantil en donde casi todos juegan… Con todas las prerrogativas que disfrutan y la forma tan placentera que deslizan sus vidas, es natural y lógico que a la mayor parte les guste seguir gozando de todo eso… siguiendo el juego, las costumbres, las lecturas y las ideas hasta el fin. He ahí la infantilidad que ten pública y notoria es característica en ese gran país. De los Estados Unidos de América pueda afirmarse que es un pueblo formado por dos clases de niños: chicos y grandes.

Si los Estados Unidos de América tuvieran la tan traída y llevada bomba atómica, ya hubieran pulverizado a la fanfarrona Rusia… y si la fanfarrona Rusia tuviera la bomba atómica, ya hubiera pulverizado al mundo. (¡No es lo mismo poseer un poderosísimo explosivo, que poseer la bomba atómica!)

Los norteamericanos que visitan México se han convertido en verdaderos expertos en lo relativo en la adquisición y uso de los llamados “huaraches”. Ellos aseguran que entre más burdos y pestosos mejor.

La seguridad crea confianza y de la confianza se aprovechan los bribones, que es justamente lo que acontece en los Estados Unidos de América, en donde el ambiente de seguridad crea confianza en su gente, de la cual se aprovechan los malvivientes. Por eso en ese país, a pesar de lo estricto de las leyes, la perfección policiaca, etc., se realizan tantos y tantos delitos que asombran

al resto del mundo. En México, como no existe ninguna seguridad, no existe tampoco confianza, y no habiendo confianza existe temor, que obliga a todos a cuidarse a sí mismos. En México, todo el mundo toma las máximas precauciones en la calle, en el hogar, en el campo, etc., y gracias a ese cuidado que se toma, podemos vivir relativamente protegidos… ¡Lo malo de aquí es descuidarse!... ¡Entonces si!...

En unas estadísticas angloamericanas leí lo siguiente: de cien niños nacidos hoy, sesenta llegarán a los treinta años; treinta a los sesenta; nueve a los setenta y solamente uno a los noventa.

El barrio neoyorkino conocido con el nombre de Greenwich Village, era antes el preferido de los músicos, poetas, pintores y demás artistas. De ahí la fama de ser una especie de Barrio Latino en la gran urbe latinoamericana. En la actualidad es una zona como cualquier otra; pero eso no obsta para que muchos sigan explotando su antiguo prestigio (¡si prestigio puede llamarse lo que fue!), y hagan aparecer como auténticos sitios de reunión de “artistas”, ciertos restaurantes, cantinas y centros nocturnos, para lo cual alquilan vagos y holgazanes verdaderos para “dar color” al lugar, dedicándoles algunas mesas estratégicamente dispuestas. El procedimiento debe haber dado buenos resultados, pues aquellos sitios abundan.

La conformidad es admirable. El ejemplo que dan las mujeres de raza negra que viven en los E.U.A., es una buena prueba de ello. Estas mujeres, a pesar de todos los inconvenientes de su raza en ese país, no se oponen a seguir proporcionándole más ciudadanos.

Se duda que las norteamericanas de raza negra sean reflexivas e inteligentes, y que a pesar de que no ignoran el ambiente desfavorable en que sus hijos se moverán, insisten en tenerlos.

Parece que el “gentlemanismo” inglés (perdón por el neologismo), está a punto de desaparecer. Para Inglaterra será una pérdida de mucha importancia, pues significaría nada menos que la de su personalidad. Una Inglaterra sin “gentlemen”, sería como unos Estados Unidos de América sin dinero…

Un candidato a la presidencia de Estados Unidos de América, tiene forzosamente que poseer las siguientes características, si es que quiere que se le tome en cuenta: vestir con sencillez, gustar del “baseball”, practicar la pesca, acariciar a los niños en público, procurar que los llamen con el diminutivo de su nombre de pila, sonreír venga o no a cuento, exhibirse al lado de su esposa y mostrarse jovial.

Me da pena decirlo: pero lo cierto es que los mejores estudiantes en las universidades norteamericanas, han sido siempre los extranjeros.

Un cálculo conservador hace ascender a ciento veinte mil personas las que anualmente mueren en los E.U.A., por causa de accidentes. Eso significa que mensualmente mueren diez mil personas… trescientas treinta y tres diarias… catorce por hora…

En los E.U.A., anualmente resultan heridas por accidentes un millón doscientos mil personas, lo que equivale cien mil al mes, tres mil trescientas treinta y tres diarias, ciento treinta y ocho por hora… y cerca de tres por minuto…

Cuando en los E.U.A., se lee esa antipática publicidad que se lleva páginas enteras en los periódicos y revistas, relacionada con la gordura, el mal olor de las axilas o el mal aliento de la boca, no puede uno menos de pensar, que toda la gente de ese país huele mal… y que las gordura está considerada como un grave y penoso mal.

Entre un blanco bribón y un negro inocente, siempre resultará condenado el negro… La justicia en los E.U.A., es “tan curiosa” como en todas partes.

Asombrado me quedé cuando leyendo diversas estadísticas norteamericanas, me entré que en ese país los fumadores gastan más de mil millones de dólares anualmente en su vicio: Dólares 83, 333,333.33 al mes--- Dólares 2,777,777.77 diarios… Dólares 115,749.74 por hora… Dólares 1,929.00 por minuto.

En la ciudad de Nueva York existen aproximadamente doce mil pordioseros, los cuales obtienen ingresos que sobrepasan a la importante suma de diez millones de dólares anualmente.

A los Estados Unidos de América: “Una cosa es ayudar y otra entrometerse”. –Richard Pattee--- (condensado de Columbia).

En general, el norteamericano vive mejor que el mexicano; pero no en lo particular.

Lena Horne, la artista norteamericana de teatro y de cine declaró que solamente dos cosas había ambicionado en su vida: triunfar en su arte, y se tratada como gente, considerando su condición de mujer de raza negra. Que lo primero la había logrado; pero que en cuanto a lo segundo, y por lo que a su vida en los Estados Unidos de América se refiere, no, pues siempre en todos los lugares públicos como hoteles, restaurantes, carros de ferrocarril, etc., etc., era menospreciada y humilladla. (”True Confesion”, abril 1949) ¿Y la decantada democracia norteamericana?

Cosa mil veces probada es que nosotros los latinoamericanos conocemos más de los Estados Unidos de América, que ellos de nuestros países… t que conocemos más de ellos, que ellos de nosotros.

Con el fin de saber con alguna exactitud, si en los E.U.A. la proporción de mujeres bonitas y elegantes, y la de los hombres altos, guapos y bien presentados, guardaba el tanto por ciento que el vulgo se supone, un grupo compuesto de seis personas: tres hombres y tres mujeres, con una amplia preparación cultural y antecedentes de refinamiento y buen gusto, conocedores de todos los ámbitos cosmopolitas del mundo, acordaron situarse durante varios días en diversos lugares muy concurridos de las principales ciudades del país, para estudiar y observar detenidamente el caso. Al efecto, después de considerar cuidadosamente el terreno donde se iba operar, se colocaron estratégicamente, repartiéndose el trabajo de observación, y con rápidos y con varios contadores automáticos en la mano. Dieron comienzo a su labor. Seis veces la repitieron, sumaron, sacaron promedios, y el resultado de sus investigaciones fue el siguiente, que echa por tierra toda esa idea de decantadas ideas sobre la belleza, elegancia y esbeltez de la mujer norteamericana, así como el de la estatura, presentación y guapura de los hombres:

Por cada millar de mugres observadas, solamente dos resultaron bonitas.

Por cada millar de mujeres observadas, solamente dos resultaron elegantes.

Por cada millar de mujeres observadas, solamente una resultó poseer vinito cuerpo.

Por cada millar de mujeres observadas, solamente dos resultaron poseer bonitas piernas; sin llegar a ser perfectas. Para buscar esto último, hubo necesidad de establecer grupos de cinco mil, para así poder establecer un porcentaje. Este porcentaje pudo al fin establecerse, después de que el grupo de los seis se estableció en las puertas y alrededores de las grandes universidades, playas, piscinas, etc. El resultado fue de dos mujeres con las piernas perfectas en cada grupo de cinco mil.

Con respecto a los hombres, los resultados fueron los siguientes:

Por cada millar de hombres observados, solamente siete resultaros altos.

Por cada millar de hombres observados, solamente uno resultó ser bien parecido.

Por cada millar de hombres observados, solamente dos resultaron correctamente vestidos.

En cuanto a las observaciones generales, fueron en el sentido de que en ese pueblo abundan las personas bajas de cuerpo y gordas, que la mayor parte de la belleza que exhiben las mujeres es artificial, que una inmensa mayoría consume artículos corrientes y de bajo precio, que existe una extraordinario uniformidad en lo que usan, que los hombres han perdido por completo el gusto para vestir bien, al grado que resulta difícil encontrar uno elegantemente vestido; que todo el país es un inmenso paraíso para los niños y que estos al crecer no dejan de serlo, de ahí la infantilidad que es notoria en ese país. Que es uno de los pueblos que menos come, ya que en medio día solamente toman un emparedado con un vaso de leche o alguna bebida refrescante… Que practican una democracia rarísima puesto que establecen marcadas diferencias raciales entre ellos mismos: con los negros, los judíos, los indios, etc., todos ellos habitantes y ciudadanos del país, y que como tales deberían gozar de los mismos derecho y prerrogativas que los demás… Que es un pueblo de esclavos, ya que todo él no hace otra cosa que trabajar para los diez mil dueños de los principales negocios y artículos de la república…

En los Estados Unidos de América está aún vacante la gloria para el hombre que ponga fin a la bochornosa situación en que se encuentra la gente de raza negra, ciento por ciento norteamericanos, que vive en ese país. Los norteamericanos demuestran una terrible ignorancia y un desconocimiento absoluto de los principios fundamentales del Hombre, al establecer distinciones en una época como esta, y lo que es peor, hacerla con sus mismos ciudadanos, con la gente que convive, con la que de manera afectiva forma parte de su conglomerado, su economía, su política, etc. ¿Qué pensará el mundo de esta situación, dentro de algunos años? Los Estados Unidos de América han avanzado finalmente en su actuación exterior, haciendo a un lado la vieja política dominante y entrometida, que tan odiosos los hicieron a principio de este siglo, principalmente en las Naciones Latinoamericanas. Este avance firme y constante, ha sido extraño dentro de su propio país, en donde con respecto a las cuestiones raciales siguen pensando lo mismo que hace cien años.

Los angloamericanos no entienden ningún concurso de bellaca o de elección de reina para cualquier evento o de elección de reina para cualquier evento, que no sea sobre la case de fotografiarlas o exhibirlas en simple traje de baño,

Lo más probable es que la llamada “Doctrina Monroe” no sea mala, pero lo que disgusta a los países que están al sur del Rio Bravo o Grande, es que Monroe y los Estados Unidos de América la hayan creado, autonombrándose tutores, sin consentimiento de ellos, como si una cosa de la importancia de ésta pudiera hacerse así, porque sí. La política de los Estados Unidos de América con respecto a los Países del Sur, ha sido siempre equivocada, y para decirlo con franqueza: poco inteligente, con una falta absoluta de conocimiento del medio. Con solamente con un poco de tacto y de sentido común, los Estados Unidos de América podrían conquistar nuestro corazón…

La obsesión del angloamericano es la apariencia personal. Para ellos eso significa todo. De acuerdo con su manera de pensar, todo éxito está basado en eso. Una inmensa mayoría de esa gente, puede traer encima todo lo que posee.

Nada más cierto que los norteamericanos para poder hacer vida social, realizar negocios, hablar de amor a una mujer, etc., necesitan forzosamente beber aguardiente. La timidez norteamericana raya en lo increíble. Los únicos momentos en que se humanizan es cuando beben. Su timidez es innata y posiblemente tenga su origen en el puritanismo de los primeros pobladores de la América del Norte.

El norteamericano no concibe ni dl más insignificante acto social si no es bebiendo. Es imposible pensar en un acto social realizado por dos de ellos que no medie la bebida.

Los norteamericanos son tan ingenuos, por no decir otra cosa, que para ellos, los Estados Unidos de Norteamérica, es América. La cosa llega a tal grado, que por ejemplo, anualmente eligen a una “señorita” para que por su belleza represente a su país, y en lugar de designarla con el nombre que le corresponde,, que sería “Miss United States of America”, la designan como “Miss America”… como si los demás países de América no contaran para nada.

Raro es el norteamericano que sabe establecer la división geográfica de América. Para ellos, Norteamérica es su país. En esto se olvidan de Canadá y México, dos enormes y pujantes países. Jamás saben que los mexicanos somos tan norteamericanos como ellos…

¡Las cosas que podría yo contar de los norteamericanos!... Algún día lo haré.









domingo, 27 de mayo de 2012

DE LAS COSAS DEL ESPÍRITU


Por: José Tamborrel Suárez

Año: 1952

Es digno de considerarse el hecho de que los principales directores espirituales de la humanidad, como Guatama (Buda), Confucio, Moisés, Jesús, y últimamente Gandhi, hayan salido de Asia, es decir, hayan sido asiáticos.

¿Puede haber una relación más estrecha, profunda y absoluta que la que existe entre el cuerpo y el espíritu?

La humanidad no es mala pero necesita nutrirse de pan espiritual en todo tiempo… ¡y ese pan es escaso!

La humanidad solamente progresa desde el punto de vista material. Espiritualmente está tan estancada como siempre.

Las cincuenta mil tonterías de la vida moderna quitan el gusto a la mayor parte de las cosas del espíritu.

Para los espíritus selectos resulta muy difícil la convivencia con los demás.

La gente admira a los hombres que se distinguen por su espiritualidad; pero raramente los comprenden--- (¿Comprenderán los mexicanos el elevadísimo sentido espiritual de la dulce y fina filosofía de Amado Nervo?)

Fortalece constantemente tu espíritu, pues sin duda en el curso de tu vida, muchas veces y por infinidad de acusas, sufrirás dolorosos contratiempos.

Es de sabios velar por la tranquilidad del espíritu, cuidándolo de malas influencias y contagios.

El mejor deleite para el hombre culto es entregarse a sus pensamientos.

Solamente podemos llegar a la ansiada serenidad, si logramos fortalecer nuestro espíritu en la escencia del amor y los buenos principios.

Nuestra paz interior es el resultado de la fortaleza de nuestro espíritu.

Un buen espíritu se entiende fácilmente con otros iguales,

Cuando nos encontramos con una persona que hemos dejado de ver por muchos años, debemos hacer esta reflexión: su cara es la misma; pero sin duda su espíritu es otro. (El espíritu cambia sin cesar.)

No buscando las dichas pasajeras o los placeres efímeros, escalaremos más pronto las alturas… esas alturas que la mayoría ¡ni siquiera sospecha!

De cuando en cuando es conveniente y saludable para el espíritu, poner en orden los pensamientos.

Los que poseen un espíritu elevado estarán siempre sobre los demás en cualquier circunstancia, sin que tenga que ver la posición económica o social.

Ciertamente, resulta muy difícil ser espiritual en un mundo como el nuestro; pero ¡bien vale la pena!

Si tratáremos de recordar cuantos espíritus libres hemos conocido en el curso de nuestra vida, nos encontraremos que ninguno. Y es que en verdad, los espíritus libres son raros… Justamente si G. Bernard Shaw, se ha hecho famoso en el mundo, ha sido por eso; Por poseer un espíritu libre jamás sujeto a conveniencias, prejuicios o ideas.

Todo el mundo ha sida ya explorado: los continentes, los polos, las más altas montañas, el fondo de los mares, etc. Ahora falta la exploración más importante que es la del Hombre, en lo relativo a su espíritu. ¿Cuándo se iniciará una exploración de forma para saber en definitiva qué hay de todo esto?

Hasta las cosas más feas vistas con espíritu amistoso y bien dispuesto, nos parecen mejores. ¡Ojalá que así pudiéramos ver todo!...

El cuerpo y el espíritu son dos cosas totalmente opuestas, y que, sin embargo, deben mantenerse unidos. A ninguno de los dos les conviene le conviene estar supeditado; pues tan malo es que el espíritu esté bajo la férula del cuerpo, como este bajo el espíritu. Se trata de dos fuer

Todo lo bueno y lo bello que existe es obra del espíritu. De ahí su preponderancia y fuerza en la existencia de la humanidad.

El famoso “humour” inglés es una especie de de burla sobre los detalles ordinarios de la vida. En cuanto al “espirit” francés, es algo así como un detalle decorativo del pensamiento: de la burla irónica y sutil de las cosas del espíritu.

No se puede ser íntegramente espiritual, sino hasta cuando las principales necesidades materiales han sido resueltas,

No hay labor más subyugante que la de tratar de modelar espíritus sobre bases constructivas y elevadas.

La escala del espíritu es también muy alta. Después de muchos escalones subidos se piensa en ser ciudadano del mundo; luego, espíritu universal.

No hay que olvidar que vivimos, más que de las cosas materiales, de las espirituales, de cosas que jamás podemos ver ni tocar. Veamos: ánimo, fe, esperanza, ilusión, amor, etc. Si no fuera por estas cosas no viviríamos, ni tampoco valdría la pena vivir.

Es lástima que la gente ni siquiera trata de disimular su materialismo. En todas partes fustigan al espíritu sin consideración.

Apenas se reúne un pequeño número de personas, el materialismo asoma, se acerca, toma asiento… ¡y ni quien lo saque de ahí!











miércoles, 23 de mayo de 2012

DE LA CORTESÍA


Por: José Tamborrel Suárez

Año: 1952

El hombre cortés es siempre un hombre que se respeta a sí mismo.

Si somos atentos y corteses con los nuestros, seguramente lo seremos con los extraños. No está bien ser descortés con los suyos y atento con los demás.

No se puede concebir la civilización sin cortesía.

Los modales corteses están desapareciendo. La gente se está olvidando que son necesarios.

Siendo la cortesía suavizadora de la brusquedad humana, debería establecerse su enseñanza obligatoria en todos los planteles educativos. La cortesía es la acción con la que se demuestra el comedimiento y respeto que una persona tiene por otra. Es absolutamente indispensable en el trato de gente. Su acción regula las infinitas relaciones que existen entre las personas. De no existir la cortesía, todo seria un horrible caos, lleno de complicaciones y dificultades. Por otra parte, la cortesía no requiere inteligencia, cultura ni riqueza. Ya alguien dijo por ahí, que era de los pocos bienes que no están monopolizados por los ricos, que siempre han sido los menos corteses.

Los que han experimentado la agradable sensación de ser tratados con cortesía deberían en reciprocidad hacerla sentir a los demás.

En la diaria lucha por la vida, una frase cortés levanta el espíritu y reconforta el ánimo… En cambio, una descortesía, oprime, desmoraliza, hunde…

Si se abusa de la cortesía se le resta encanto.

En la verdadera cortesía nada tiene que ver la adulación o la hipocresía. Ella representa la diferencia natural que debe existir en las relaciones humanas.

Emplear una cortesía irónica demuestra poco tacto, ya que ella no es medio apropiado para tanta tales ironías. La cortesía para que llene su cometido ha de ser discreta, moderada; pero sobre todo sincera.

La caballerosidad y la hidalguía son auténticamente españolas.

Con todo el mundo debe uno ser cortés; pero muy particularmente con los pobres y los humildes. Nuestra cortesía en estos casos debe ser sincera, amable, afectuosa…









DE LA COOPERACIÓN


Por: José Tamborrel Suárez

Año: 1952

Uno de los mejores ejemplos que conozco sobre lo beneficioso y práctico de la cooperación, es el de los burros, que cuando amarrados en los extremos de un mismo lazo, fueron puestos frente a dos buenas fanegas de sabroso y verde pasto, bastante separada la una de la otra. Lo primero que hicieron fue jalas cada uno por su lado para comerse la pastura; pero jalando cada uno por su lado, ninguno alcanzaba, por más esfuerzo que hacían… Entonces, los dos recapacitaron, ¡y eso que eran burros!, y se unieron para despacharse tranquilamente el primer montón, para después seguir con el segundo. Si estos animales, que entre paréntesis, no tienen nada de tontos, como el vulgo se imagina, no se hubieran puesto de acuerdo, y cada uno de ellos hubiera querido salirse con la suya, no hubieran podido siquiera probar la pastura, ya que los dos tiraban del lazo hasta ahogarse…

Cooperemos al bien de los demás en la mejor medida de nuestras posibilidades.

Prestemos nuestra cooperación en todo noble esfuerzo. Jamás nos neguemos a ocupar un puesto n la lucha por el bienestar común.









DE LA CONVERSACIÓN



Por: José Tamborrel Suárez


Año: 1952

A Disraeli se le atribuye uno de los más grandes consejos que conozco. Dice así:--“Nunca disputes. Si alguna persona difiere de ti, haz una cortesía y cambia la conversación”.

No hay cosa que no pueda decirse… ¡si se sabe decir!...

El arte de conversar está desapareciendo a gran prisa. La falta de tiempo t la nerviosidad que se ha apoderado de todos, son las dos causas principales. Ya es muy difícil logar una plática interesante y tranquila. La charla amena es cosa de otras épocas… ¡Dichosos los tiempos en que la gente conversaba apaciblemente horas enteras!... ¡Felices los que pudieron platicar sus cosas en la paz, y al amor del fuego!...

Cuando se quiere agradar a una persona conversadora es muy sencillo: basta dejarla hablar.

En el teléfono deberían evitarse todas esas palabras inútiles que la gente acostumbre, tales como: ¿bueno?, ¿Quién habla?, ¿hola?, etc. Al tomar el audífono concretamente debería decirse: “habla fulano”.

Dejemos a los demás que expresen sus ideas… y si sabemos poner atención a lo que nos dicen, siempre podremos adquirir algún nuevo conocimiento. Hay que considerar que a la mayor parte de la gente le gusta hablar de lo que sabe o de lo que cree saber…

Usemos buenas palabras en nuestra conversación, para que así los buenos pensamientos fluyan más fácilmente…

Las conversaciones deben sostenerse en planos elevados, evitando degeneren en vulgaridades: el cuento “vede”, la murmuración…

Delante de los suspicaces y de los tontos hay que hablar poco y claro.

La buena impresión que suelen dejarnos algunas personas no es por otra cosa, que por habernos dejado hablar a nuestras ancha o por habernos hecho creer que pensaban igual que nosotros.

No existe un solo hombre en el mundo que no sea superior a uno en algún sentido… ¡No hay que olvidarlo! Ese es el secreto para saber interesarse en cualquier conversación.

No hay que hablar solamente de lo que a uno le interesa, sino procurar hablar de lo puede interesar a los demás.

Saber tratar a los demás es un don que no tiene precio. ¿Qué lo que no puede obtenerse sabiendo tratar a la gente?

Como casi todos los hombres de empresa han comenzado desde muy abajo, es fácil conquistarlos, si se logra con habilidad y discreción hacerlos hablar de sus primeros triunfos. No hay nada que guste más a estos hombres que recordar su pasado y hacer comentarios acerca de él. Conquistémoslos por ese lado.

Si cada vez que se oyera una conversación tonta se pudiera dormir, seguramente que todo el tiempo lo pasaría uno durmiendo. Es mejor y más fácil darse a conocer hablando bien de los demás, que hablando de si mismo.

Hay tipos a los que les gusta hablar tanto, que por no ser interrumpidos no son capaces de toser.

Cuando las conversaciones se sostienen en planos elevados, la individualidad crece y el espíritu disfruta y goza.

Decálogo de la conversación:

1. No hablar en voz alta.

2. No hablar en voz demasiado baja.

3. No hablar aprisa.

4. No hablar despacio.

5. No hablar por hablar.

6. No hablar demasiado (aun de cosas interesantes).

7. No interrumpir a quien está hablando.

8. Considerar el tiempo de los otros y de uno.

9. No gesticular, ni accionar demasiado.

10. Ser lógico, claro y preciso.











DE LA CONTEMPLACIÓN


Por: José Tamborrel Suárez

Año: 1952

Estudiemos menos y observemos más…

Dediquemos parte de nuestro tiempo a la contemplación… Es una buena manera de emplearlo.

Hay muchos que ni siquiera tienen una idea de los que significa contemplación…

En la contemplación es donde se encuentra la verdadera sabiduría. Descartes decía:--“Para desarrollar lamente deberíamos aprender menos y contemplar más”.

Solamente los que gustan de la meditación saben lo maravillosa que es la vida.

Es la contemplación de las grandes obras arquitectónicas tu espíritu encontrará motivos de elevación.

La soledad del campo se presta para la lectura; pero se presta más para la contemplación…

A más contemplación más amor a Dios.











DEL CONSENTIMIENTO


Por: José Tamborrel Suárez

Año: 1952

Cuando se tiene que dar el consentimiento para alguna cosa, hay que reflexionarlo bien, poniendo en ello bondad y buen deseo.

Consentir en lo que se debe consentir es una buenas práctica que beneficia por igual al que lo da y al que lo recibe.

Jamás debe consentirse en algo que más tarde la conciencia puede reprobar. El Hombre debe marchar por el camino sorteando los obstáculos, con la mira puesta muy adelante y procurando siempre estar de acuerdo consigo mismo.

Asentimiento es consentimiento. Es el acto que reconoce como real y verdadera una idea, un juicio, un dictamen, una proposición. Es la base constitutiva de todo juicio. Lo hay espontaneo y reflexivo. En el primero, se pronuncia la intuición, la inmediata comprensión, la claridad del caso… En el segundo, o sea el reflexivo, es el que resulta de un análisis; es el que pesa las consecuencias, el que rectifica las primeras impresiones, las espontáneas, las precipitadas, etc. Inteligentemente, todo juicio debe ser previamente reflexionado. La espontaneidad debe estar sujeta a la reflexión, sobre todo cuando se trata de dar su consentimiento.









DE LOS CONSEJOS


Por: José Tamborrel Suárez

Año: 1952

El consejo es resultado de la experiencia. Los chinos tienen un buen proverbio, que dice:--“Si quieres conocer el camino que tienes por delante, pregunta a quien ya lo ha recorrido”… Los prudentes siempre preguntan y piden consejo. Nuestro criterio no se puede normar sino hasta después de haber oído la opinión y parecer ajenos…

No es cierto que sea inútil dar un buen consejo. Nunca puede ser inútil señalar un buen camino.

En la vida no tenemos otra cosa que aprender de los demás y aprovecharnos de su experiencia.

Los que piden consejos se dividen en dos clases:

a) Los que los piden para normar su criterio y ver qué es lo que realmente les conviene.

b) Los que buscan se les confirme lo que ellos piensan, que por cierto, es lo que todo caso harán.

Cierto tipo de tontos tiene la costumbre de aconsejar a sus amigos en público y alabarlos en privado. Séneca decía:--“Aconseja a tus amigos en la intimidad y elógialos en público”….

Aconseja a los que puedas pero sin que lo noten.





DE LA CONFORMIDAD

Por: José Tamborrel Suárez

Año: 1952

Vivamos conformes. Los males que nos aquejan son muchos sin dudar; pero los bienes que disfrutamos son siempre infinitamente más.

El mayor inconveniente de conocer lo bueno, es que fácilmente se vuelve uno descontentadizo. Por eso, cuando se tiene la suerte de conocer lo bueno, hay que prepararse para lo conformidad en todo… aun para las más adversas…

Como no es fácil que todo nos contente, procuremos andar siempre en la grata compañía de la conformidad.

La conformidad es un don maravilloso. Sin duda uno de los mejores que la vida concede.

Pérdida es la carencia o privación de lo que se poseía. También es daño o menosprecio que se recibe en una cosa. Ininterrumpidamente perdemos: ilusiones, costumbres, recuerdos, relaciones, juventud, etc., etc. Nuestro camino está sembrado de pérdidas de toda índole. Hay pérdidas que nos abruman, pérdidas que nos alegran, que nos liberan, que nos hacen felices… ¡en fin, de toso! Tenemos fe en los designios de la vida, conformándonos con cuanto nos suceda, así nos parezca lo peor o pensemos es inmerecido. Muchas veces lamentamos pérdidas que más tarde comprobamos nos beneficiaron… Pensemos que hemos nacido sin nada absolutamente y, que, por lo tanto, si algo perdemos en realidad no es tal…









sábado, 19 de mayo de 2012

DE LA CONFIANZA


Por: José Tamborrel Suárez

Año: 1952

Jamás debe uno depositar toda la confianza en nada ni en nadie…

Por mucha confianza que se tenga, no se deben descubrir esas reconditeces y esas cosas vulnerables y sensibles que todos tenemos. Es difícil encontrar quien las comprenda--- ¡y en cambio!...

Se desconfía de las personas bondadosas porque se supone que detrás de su bondad existe algún interés. En verdad, esta desconfianza es hasta cierto punto justificada, después de tantas malas experiencias con lobos disfrazados de inofensivas ovejas.

Tarde o temprano el mal hace crisis. “No hay mal que dure cien años”… Ente más mal se pongan las cosas, más confiados debemos estar en que pronto desaparecerán. Los excesos deben ser precursores de l fin.

Confiarse es entregarse…

No se debe confiar sino relativamente. Hay casos, muchos por cierto, en que hay que aparentar confianza…

Confía en Dios; pero no en los hombres, tan llenos de flaquezas y tan ávidos de todo.









DE LA CONDUCTA


Por: José Tamborrel Suárez

Año: 1952

Es cosa cierta y definitivamente comprobada, que los que llevan una vida desordenada, pronto desparecen de la escena…

Es buena práctica vivir atento a la propia conducta, tomando en cuenta que las apariencias causan tanto daño como las faltas reales.

Es natural que no estemos de acuerdo con la conducta de muchos; pero eso no nos autoriza a juzgarlos ni a prejuzgarlos. Debemos vivir con la vista puesta en la realidad.

¡Cómo juzgar a los demás si nosotros mismos estamos llenos de vicios y defectos!... Por nuestra posición de pecadores no podemos juzgar, como tampoco lo podríamos hacer si tuviéramos virtud, porque por nuestra virtud sabríamos considerar la flaqueza y debilidad de los demás…

Tratemos de conducirnos de la mejor manera posible en todo; no para cubrir las apariencias, sino para elevarnos y convivir sabiamente con los demás, inclusive con nuestro espíritu.















DE LA CONDESCENDENCIA


Por: José Tamborrel Suárez
Año: 1952

La condescendencia conduce al arraigamiento, que es la acción o efecto de arraigar o hacerse muy difícil la extinción de un vicio, un uso, una costumbre. Decía que la condescendencia conduce al arraigamiento de todo, lo mismo de un vicio que de una virtud; lo mismo de un odio que de un afecto. La condescendencia puede ser natural o porque así se desee; pero en ambos casos el camino es el mismo y los resultados idénticos. Y así como solamente la condescendencia conduce al arraigo de las cosas, así también solamente la voluntad es capaz del desarraigo de las mismas. A las suaves maneras de uno, hay que imponer después la fuerza de la otra.

Seamos condescendientes con la manera de ser de los demás. Todo tiene su razón de ser como es.

Respetemos las ideas de los demás. Quizá ellos tengan razón y nosotros seamos los equivocados. Considerar que uno jamás falla o nunca
se equivoca es grandísima tontería.

Condescendamos tanto como sea posible. Es una de las mejores formas para convivir en paz con los demás.

Aún con nuestras pequeñas fallas y nuestros mínimos vicios debemos ser condescendientes. No olvidemos que la perfección solamente es buena como ejemplo. (Nadie es pequeño en nada…)











DE LA CONCIENCIA


Por: José Tamborrel Suárez

Año: 1952



La tranquilidad de espíritu es seguramente el mejor don que la vida puede otorgar; pero solamente se puede obtener si se logra vivir en perfecta comunión con la conciencia.

La conciencian es simplemente la voz del “Yo”…

Hay gente que se preocupa mucho por su reputación; pero jamás por su conciencia.

En alguna parte leí:--“La conciencia nos aconseja como un buen amigo o una excelente madre; pero si no hacemos caso, entonces nos castiga como un inflexible juez”.

Se puede escapar del juicio de todos; pero jamás del de la conciencia.

No es posible interpretar la ley de leyes o sea la justicia de Dios, si no se posee una conciencia tranquila y serena…

Es inexplicable por qué a la conciencia no se le da toda la importancia que tiene, siendo que todos los actos del individuo dependen de ella.

Cultivar la conciencia es el más sabio y delicado de los cultivos.

El que siembra maíz, recoge maíz y no otra cosa; el que siembre trigo, recoge trigo, y así, el que siembre simpatías, recoge simpatías; el que siembra afectos, recoge afectos… nadie siembre una cosa y recoge otra.

Acostarse a dormir con la conciencia tranquila es una verdadera bendición de Dios.

Las arrugas en la mente sueles producir arrugas en el rostro.

Lo único que nos defiende de caer más en el abismo de la ignorancia y de la maldad, es nuestra maravillosa conciencia, a la que tan poca importancia conceden las religiones, quizá porque saben que el día que ésta brille como debe brillar, será el final de todas ellas.

Si uno no se entrega confiadamente a la conciencia, a la larga estará irremediablemente perdido.

Desde que nacemos la conciencia está con nosotros; pero solamente con los años se fortalece y se purifica.

Para tener éxito en la defensa de un caso, hay que tener razón. Es horrible tratar de defender algo, sabiendo que no se tiene la razón. Con la conciencia de parte de uno, se puede ir muy lejos.

Cuando por desgracia se hace involuntariamente un mal, es de lamentarse; pero no es para sentir remordimiento, pues este no cabe. En cambio, el mal que se hace a sabiendas y con la franca oposición de la conciencia, no tiene disculpas… Y si no pensara como pienso, diría, ¡que ni perdón!

Si te toca actuar de testigo, que sea tu conciencia la que hable… ¡Solamente ella!

Si cierta clase de gente se preocupara algo por su conciencia, como se preocupa por verse bien, ¡qué cambio daba el mundo!

La fuente de nuestros más íntimos impulsos no puede ser otra que nuestra conciencia, nuestra conciencia que preside y vigila todos nuestros actos.

La conciencia íntegra sigue siendo privilegio de los filósofos.

Los que quejan que les va mal y lo dicen sinceramente, es porque no saben examinar su conciencia o no le hacen mucho aprecio. Si la examinaran cuidadosamente, encontrarían los motivos suficientes para justificar lo que les acontece.

¿Qué es la corazonada? Quizás el pensamiento fulgurante de la conciencia.

Si respetas a tu conciencia puedes vivir sin religión.

La voz de Dios solamente la podemos oír a través de nuestra conciencia.

El punto de contacto entre Dios y el Hombre es la conciencia.







DE LA COMPRENSIÓN

Por: José Tamborrel Suárez

Año: 1952

La gente es más comprensiva y buena cuando no se forja muchas ilusiones con respecto a una larga vida.

¿Puede sentirse piedad sin haber sufrido penas y miserias?... Es mentira que haya personas incomprensibles, lo que pasa es que no hay quien quiera comprenderlas.

La gente podría vivir una vida infinitamente mejor si tratara de comprenderse. Nadie se preocupa por comprender a los demás. De ahí que de esta materia no se conozca mucho. Todos no se preocupan más que de sí mismos, sin importarles otra cosa.

Lo más importante que existe en el trato de gentes es la comprensión. Sin ella, todo trato es imposible, toda relación infructuosa, todo intento inútil. Por otra parte, si no se procura comprender a los demás, uno resulta incomprendido.

La vida puede ser un fracaso si no logra uno comprender a los que lo rodean.

Los comprensivos perdonan siempre. Los de mala condición, jamás. Su pobre espíritu está dominado por el maligno sentimiento de la venganza, que impide la reacción que conduce al perdón.

Los factores que intervienen en la realización de un atentado son muchos: odio, envidia, venganza, ideas radicales, etc. Todos estos factores se derivan de la incomprensión que existe de la realidad humana. Si pudiéramos llegar al fondo de todas estas cuestiones, veríamos que no hay razón para proceder así. Se odia sin motivo, se envidia sin razón, se juzga sin conocimiento… ¡Y así es todo! Nadie se pone en la posición contraria, en el lugar del otro, estudiando el origen de lo que induce a querer obrar así. Se procede dejándose llevar de los impulsos, de la pasión, la conveniencia, del egoísmo. Todos creen tener la razón y quizá la tengan; pero desde un punto de vista particular y no desde el punto de vista general, que es como deben verse estas cosas.

El abismo más grande que existe entre las personas es el de incomprensión. La gente se divide porque no se comprende.

Tratemos de comprender a los demás. Pensemos en que cada quien tiene “su razón” (aún en los casos que puede uno jurar no existe, la hay).

Si abrimos nuestro corazón para comprender a loa demás, nos sentiremos más dichosos y más humanos. Además, sin quererlo y sin absolutamente ningún esfuerzo adquiriremos un predominio espiritual sobre los que nos rodean.















DE LA COMPETENCIA

Por: José Tamborrel Suárez

Año: 1952



La competencia generalmente es buena, porque de ella nace el deseo de superación.

Si no hay ley de competencia, no hay progreso.

La competencia evita el abuso. (El abuso siempre huye de la competencia)

La competencia en el comercio, la industria, la banca, etc., debe ser razonada u juiciosa, de lo contrario sobreviene la ruina.

Hay que competir con honradez y espíritu de justicia.

Competir a tontas y locas es lo mismo que arruinarse.

Compitamos cuando sea necesario; pero siempre en términos de caballerosidad y descencia.

viernes, 18 de mayo de 2012

DE LA COMODIDAD


Por: José Tamborrel Suárez

Año: 1952



El Hombre ha vendido su libertad a cambio de las relativas comodidades que disfruta. Insensiblemente se ha convertido en un esclavo de la comodidad… ¡y cuando le va bien!, del confort.

No debemos permitir que la comodidad nos esclavice. Si lo permitimos, se convertirá en una terrible tirana que nos hará insoportable la vida.

Con la comodidad hay que “andar con pies de plomo”…

La comodidad suele presentarse frecuentemente con su fraternal amiga La indolencia, enemiga declarada de la lucha y el esfuerzo… Tan luego haga su aparición, lo mejor es levantarse e irse… Su visita siempre nos traerá perjuicios.

Sacrificando algo de nuestra comodidad, podremos disfrutar de nuevas y gratas satisfacciones.

La comodidad no es mala siempre y cuando no nos domine. Hay que ver la enorme cantidad de victimas de la comodidad.

Por comodidad se renuncia a infinidad de cosas, muchas de ellas magníficas…





DE LA COLERA


Por: José Tamborrel Suárez

Año: 1952

La cólera tiene todas estas características contrarias e anegables; es ridícula, se estrella contra la calma, es una locura pasajera, produce arrepentimiento, es completamente inútil…

Jamás debe tomarse una resolución bajo el influjo de la cólera, porque esta apaga en forma absoluta todas las luces del entendimiento y de la razón.

Disgustarse es castigarse a si mismo por las fallas que otro cometió.

Se dice que para encolerizarse es necesario mover setenta músculos, y que para sonreír solamente doce. ¡En este caso creo que vale la pena trabajar menos!

Si por desgracia, a pesar de nuestra filosofía y propósitos somos victimas de la calera no, permitamos que pase la noche con nosotros… Alguien dijo:--“No permitas que el nuevo sol alumbre tu cólera”.

No sabe vivir el que no sabe estar en paz con los demás.

El que no sabe contener su ira, tarde o temprano está perdido. Podrá escapar de una, de dos… de diez; pero al fin será víctima de su amera de ser.

La ira te hace perder la cabeza… y ésta, a ti…

Es más fácil arreglar las dificultades por la buena que por la mala. La cólera debe supeditarse a la razón y a las buenas maneras.

Para desarmar a un colérico no hay como hablar suavemente. El hombre tranquilo dominará mejor que si se deja arrastrar por la cólera. Catón decía:--“El hombre colérico abre la boca y cierra los ojos”.

A la cólera hay que oponerle la voluntad firme del sosiego.

El carácter arrebatado es una consecuencia del temperamento. Diversas circunstancias provocan la ira, la cual fácilmente se traduce en arrebato. Muchas de esas circunstancias están muy por encima de los que se puede prever y de ahí que se produzcan en cualquier momento. Visto superficialmente, el Hombre está en libertad de elegir el bien o el mal; pero esta libertad que aparentemente es absoluta, en realidad no lo es, ya que está sujeta a influencias extrañas. Un hombre bueno puede ser provocado en forma tal, que cegado por la ira, cometa una barbaridad. El pudo haber escogido el buen camino; pero las circunstancias lo obligaron a delinquir.

Hay arrebatos justificados que merecen nuestra aprobación, como los provocados por la injusticia, el abuso, la perfidia, el engaño, etc. La ley misma se ha visto en el caso de establecer diferencias entre el delito ejecutado con reflexión y frialdad, y los que se perpetran por causa, en cierta forma ajenas a uno o bajo la influencia de determinadas circunstancias o pasiones. En el primer caso, existe control y se sabe lo que se hace, en tanto que en el otro, no hay reflexión ni dominio…

La cólera es mala en cualquier circunstancia, pero en donde más perjuicio causa es en la diferencia entre esposos. La cólera invalida toda lógica y todo razonamiento. Los casados deben cerrar definitivamente la puerta a la cólera, porque si la dejan entrar les causará males irreparables.

Nada debe causarle disgusto a uno. Hay que ver todo con naturalidad y amplia comprensión. Perdonemos, disculpemos… encojámonos de hombros y sigamos nuestro camino. No hay nada que valga la pena para encolerizarse y perder la cabeza. Cuando sintamos que la sangre nos hierve y se nos sube a la cara, controlémonos, aún haciendo un sacrificio. Pensemos que es mejor hacerlo así que explotando…

Nuestro mejor triunfo no es cuando ganamos una batalla después de una explosión de cólera, sino cuando podemos controlarnos, demostrando así nuestra gran fuerza de voluntad.

Cuesta muchísimo más esfuerzo controlarse que soltarse. De ahí el merito de dominarse a sí mismo en esos casos.

Demostremos nuestra hombría de bien dominando la ira que quiere estallar dentro de nosotros.

El cobarde huye, el sensato simplemente se retira…

No hay que confundir la cobardía con la prudencia.

























DE LA CIVILIZACIÓN

Por: José Tamborrel Suárez

Año: 1952

Por lo menos civilízate en grado tal, que al morir puedas pensar: He sido lo más civilizado que es posible ser… Frase maravillosa que inundará de dicha tus últimos instantes.

Todo es exactamente igual que hace cinco, diez o veinte siglos. Basta estudiar los textos antiguos o las pasadas civilizaciones, para darse cuenta que nada ha cambiado. A veces se nota un ligero movimiento de flujo y reflujo en la cultura; pero en general, todo sigue igual. La evolución ha sido superficial y de carácter exclusivamente material. El espíritu sigue en tinieblas.

Excepto algunos adelantos en el orden científico y en el arte de matar, la Humanidad no ha dado un solo paso adelante. Moral y espiritualmente está estancada. Lo que parece progreso no es sino una forma engañosa y superficial fácil de establecer. La gente sigue siendo la misma, solamente con u n exterior diferente. Dominada siempre por la ignorancia, los prejuicios, la irresponsabilidad, ideas religiosas absurdas, etc., etc., y dentro de estos etcéteras cabe mencionar: los mismos instintos sanguinarios y crueles de las épocas más remotas, siendo la mejor prueba las matanzas que periódicamente y con cualquier pretexto organizan los países más cultos, más civilizados y más cristianos.

Tenemos que engañarnos haciéndonos creer que la civilización existe. ¡Pero bien sabemos la verdad!... ¡Cómo podemos hablar de civilización cuando en las cinco partes del mundo se guerrea sin cesar; cuando el Hombre sigue creyendo en ídolos, imágenes, etc.; cuando en los países dizque más adelantados unos hombres humillan y menosprecian a otros solamente porque son de diferente color; cuando el Hombre sigue alimentándose de carne –restos de animales-- al igual que los barbaros que habitaban en cavernas, y vagaban desnudos y medios locos al azar por la faz del mundo; cuando devastan los bosques sin considerar el enorme perjuicio que causan; cuando destruyen la mayor parte de las especies de animales sin siquiera tratar de comprenderlas; cuando se odian por el simple motivo de pensar diferente, como acontece en el caso de cuestiones religiosas; cuando lo que se ha dado en llamar justicia es una vil farsa en todas partes; cuando la verdad es un mito!... ¡Qué civilización, ni que nada!

Solamente un ligero matiz de civilización es lo que poseemos. En el fondo somos lo que fuimos siempre… La civilización apenas la hemos entrevisto.

Procuremos ser realmente civilizados, Atendiendo cuidadosamente de todos los detalles relativos, Combatamos al atraso por todos los medios a nuestro alcance. Hagamos luz en todo lo que podamos.

El peor enemigo que tiene la civilización es el militarismo. Pueblo que se militariza, pueblo que se condena. Civilización que se militariza, civilización que desaparece.

La base de la civilización está en el respeto de los eternos valores humanos. No es tan fácil que una civilización desaparezca por los motivos que generalmente se cree; pero si puede desaparecer pos esas tocadas ideas que tratan de destruir los principios humanos, siempre los mismos.

La libertad de conciencia constituye por sí sola una civilización.

A lo que hasta ahora se ha dado el nombre de civilización, se ha logrado gracias al instinto de conservación latente en todo individuo. (Hay que considerar que el instinto de conservación es indestructible.)

El atraso en el que vivimos es tan palpable que solamente los locos podrían negarlo. Fue ayer, cuando el país cristiano por excelencia, el país donde residen los directores del cristianismo: Italia, se echó encima de un pequeño y honrado país: Etiopia, y con todo su enorme poderío de fuerza bruta lo arrasó sin piedad, ametrallando a sus indefensos habitantes. Todo con beneplácito y general complacencia. ¡Como la cosa más natural del mundo!... Ni siquiera por elemental política protestaron los demás países. Los directores de las Organizaciones Religiosas se hicieron disimulados. La Liga de las Naciones calló… Y ahí se llevó a cabo una de las más espantosas matanzas que registra la historia. Ahí se tropellaron todos los derechos del Hombre y todas las conquistas de la llamada civilización.. Después de esa matanza, consumada ente la indiferencia de la Humanidad Cristiana, la Segunda Guerra Mundial, apenas veinte años degúes de la Primera… Todo lo destruimos; seres iguales a nosotros, especies de animales que deberíamos proteger, árboles que significan nuestra vida, grandes obras maestras qje son nuestro orgullo. ¡Una bomba!, y adiós trabajos, esfuerzos y desvelos de tres o cuatrocientos años… ¡Generaciones y generaciones trabajando para que una maldita bomba destruya todo en un instante.

Se confía en que no es posible pueda desaparecer la llamada “civilización” actual. Quienes piensan así, se olvidan de tantas civilizaciones desparecidas. Se olvidan de Egipto, Cina, Grecia, Roma, etc. Nada difícil es que algún día desaparezca todo esto, y pasados los siglos, surja una nueva “civilización”, con ideales y características totalmente diferentes a la actual…

Lo más probable es que el Hombre haya acabado varias veces con el mundo… (¡A juzgar por lo que estamos viendo!)

No hay duda que el pueblo Maya fue uno de los más cultos del mundo. Su calendario fue perfecto muchos cientos de años antes que el Papa Gregorio VII realizara las correcciones al Calendario Cristiano. Dominaron en cosmografía, matemáticas. En la arquitectura, también fueron notables, como puede verse por las ruinas de sus ciudades y sus maravillosos templos y palacios. Tampoco puede existir duda acerca de su origen asiático sus costumbres, cultura, lengua, tipo de arquitectura, nombres, etc., etc.

Ante todo, hay que tener presente, que lo más importante y definitivo en la vida de la Humanidad, no es el progreso de la ciencia, la industria u otras cosas, sino el Hombre en sí. El objeto de la civilización es ver antes que nada por el Hombre.

Cada generación contribuye al desarrollo y progreso de la Humanidad. Nuestra “civilización” es resultado de esfuerzos pasados. A nosotros nos corresponde contribuir también a lo futuro. (¿Creando bombas infernales? ¿Destruyendo las riquezas forestales? ¿Exterminando las especies de animales? ¿Guerreando sin cesar?

Es desconsolador saber que los dos mil quinientos millones de seres humanos que habitan el mundo, mil trescientos millones, viven lindando con la barbarie ¡Qué civilización puede existir con semejante lastre!















sábado, 28 de abril de 2012

DEL CINE, LA RADIO Y EL TEATRO



Por: José Tamborrel Suárez

Año: 1952




La superioridad del teatro sobre el cine estriba en que en el teatro se ve y oye actuar a los individuos en sus diversas caracterizaciones. Ahí lo que se ve, está sucediendo realmente, en tanto que en el cine, todo lo que se ve ha pasado ya, y no hay actuación física, lo cual tiene que decir mucho.

El cine gusta a las masas porque es una diversión cómoda.

Dentro de la relatividad de las cosas que existen, tenemos el caso de lo que aquí en México ha dado en llamarse “Cine Nacional”, si se considera que el 05% de los actores, actrices, directores, productores, etc., son extranjeros.

No hay palabras para condenar la literatura morbosa y las películas inmorales. Son dos azotes que la humanidad está sufriendo con increíble paciencia. Resulta inexplicable que los gobiernos, representantes de la sociedad, encargados de velar por su educación, bienestar, buenas costumbres, etc., permanezcan indiferentes ante tamañas osas, ¿Por qué no acabar de raíz con esto? ¿Qué es lo que espetan?...

La radio ha llegado, así es, en nuestros días una cosa casi indispensable para la vida, en ella se busca esparcimiento, distracción, noticias, conocimientos… Los dirigentes de las empresas relativas, deberían ser escrupulosos en la confección de sus programas, teniendo una mejor opinión del público que escucha. Con esa mejor opinión, sus programas también serían mejores y el público quedaría satisfecho. Se cuentas por millones las perronas que se han hecho enemigas de la radio, por la baja calidad de sus programas. La radio debería ser fuente de cultura, de divulgación científica, buenas ideas. Sus anécdotas constructivas, sus chistes finos…

Hay veces que no es posible dejar de sonreír, cuando por esas calles de Dios, ve uno a las pobres mujeres hechas una facha, por los llamados caprichos o dictados de la moda, que unos cuantos “vivales” lanzan constantemente al mundo, O bien, aquellos que dejándose crecer el pelo, se disfrazan de directores de cine: calzado color marrón con suelas amarillas y cintas azules, calcetines reyados, pantalón verde nilo, camisa azul pavo con con muchas figurillas estampadas, saco café con franjas amarillas, una esclava de sospechoso oro en el tobillo, descomunal reloj de pulsera, guantes de piel de cerdo, una gran pipa…, y un formidable de nabab aburrido… ¡Qué cosas!...

Una censurable y baja artimaña de los empresarios teatrales, en anunciar en forma llamativa, que su espectáculo es “solamente para adultos”. Con un anuncio en estas condiciones, los incultos y los estúpidos caen como moscas en la miel… (Hay que advertir que con la nota o sin la nota de marras, los menores no asisten al teatro, pues en general no es espectáculo que les agrade.

La gente dice que le gusta el teatro… ¡pero va al cine!...

Los peliculeros mexicanos han ganado mucho dinero; ¡pero nos han hecho pedazos en el extranjero!

¿Qué en México la gente no se ocupa más que de cantar, tocar la guitarra y matar?... Esta es la pregunta que de rigor le hacen a uno en el extranjero. (Gracias a los buenos oficios de nuestros “competentes” “peliculeros”…)

Cuando se va al cine y la película resulta mala, como con frecuencia sucede, lo sensato es salirse inmediatamente. Con este procedimiento se pierde el importe de la entrada, pero por lo menos no se pasa un mal rato. De lo contrario, se sufrirá un desengaño y, se habrá pagado por sufrirlo.

Los locutores de la radio deberían tener la precaución de hacer tomar sus versiones taquigráficamente, para así poderse dar cuenta de las barbaridades que hablan y de la forma tan lamentable que se repiten.

Cuando me encuentro con alguien que carece de empleo, invariablemente le aconsejo: Hágase actor de cine o cancionero… ¡Al fin! –le digo--, para esas cosas no se necesita saber nada ni entender nada…

¿Se imaginan ustedes lo que serían los llamados artistas del cine, sin la publicidad? Sin la publicidad no habría “fabulosas ganancias”, romances con toreros, luchadores o príncipes, ni viajes de ensueño, residencias lujosas, escándalos, divorcios, ¡ni nada de esas mentiras que se cuentan de ellos!... No habría más que la verdad, la cruda verdad: el duro trabajo, los salarios modernos, las intrigas para obtener un papel o cuatro semanas de trabajo, la vida vulgar, los apuros económicos, las deudas, los viajes de publicidad pagados con tacañería por la compañía cinematográfica para su viaje de publicidad… La prensa en tanto, hablaba de un maravilloso romance, de costosas dádivas del “príncipe”… ¡Cuanta miseria disfrazada!...

¿Por donde andará la moral? –se pregunta uno--, cuando ve la indiferencia de la sociedad ante el descaro y desfachatez cada vez mayor, de las llamadas actrices del cine, que públicamente y con gran bombo publicitario, se presentan en todas partes, principalmente visitando países extranjeros de sus “queridos” del momento, que lo mismo pueden ser príncipes en desgracia, directores de orquesta, vagos sin oficio ni beneficio o, lo que es más común, “gigolós” profesionales… ¡Y pensar que existe gente que suspira por estrechar la mano de una golfilla de ésas, disfrazada con la pomposa designación de actriz!...

Siempre que se va a un salón de cine existe la esperanza de ver una cosa diferente, buena, extraordinaria… Por regla general la esperanza sale defraudada… ¡sin perjuicio de que el día siguiente se persevere en lo mismo!

Para el cine se ha tenido que crear una música de tipo especial, que sieve de fondo a determinadas escenas que tiene que supeditarse a la acción. Esta música, creación de los últimos tiempos, carece de personalidad y de expresión definida, y generalmente, solo es buena para una ocasión, teniendo que adaptarse y fundirse a la visual.

Conozcamos la opinión de un gran escrito francés Claire Farrere, con respecto al teatro y al cina: “¿Cuál es la diferencia que existe entre un obra teatral y una película? Exactamente la misma que existe entre un libro y un Álbum de imágenes con leyendas o sin ellas. El primero, habla al cerebro; el segundo, a los ojos. El teatro remueve nuestro pensamiento; el cine, nuestros sentidos. Este es, por lo tanto, menos fatigoso que aquel; pero también menos provechoso. A mi juicio, el cinematógrafo llevará la mentalidad humana a la peor de las degradaciones”.

Los actores y actrices del cine son millonarios si no se trata de otra cosa que de su publicidad, porque en cuando se trata de algo serio como pagar la cuenta, la carne o la leche… ¡entonces si están quebrados! No hace mucho tiempo leí en uno de los principales diarios de la ciudad de México, la siguiente notifica: “Fulano de tal –aquí el nombre de un famoso actor--, que según su publicidad era millonario, vivía en un palacio, realizaba costosos viajes, etc., y su ex esposa --aquí el nombre de una renombrada “luminaria” del cine--, han llegado caso a un acuerdo. Ella dice que le pasará una pensión de ciento cincuenta pesos mensuales para el sostenimiento del hijo de ambos (algo así como veinte dólares al mes). ¡Sin comentarios!

Para conservar la admiración del público, los artistas de teatro y cine se sobreponen en todos sentidos… ¡inclusive a la edad!

Parece que los dineros no se llevan bien con los actores y actrices de la pantalla. Últimamente tuve oportunidad de visitar la casa de una de las más famosas artistas de Hollywood, que ha figurado en infinidad de películas durante los últimos veinte años. Esta célebre actriz, comentaba ingenuamente que todos los esfuerzos económicos de su vida, los había concentrado en realizar su sueño de poseer una linda casa como la suya, la que por cierto tiene una magnífica apariencia exterior, aun cuando es de madera, como lo son la inmensa mayoría de las casas de los Estados Unidos de América. Tiene un total de catorce cuartos y mide de fondo dieciséis metros. Al frente tiene una modesta pecina en medio de un pequeño jardín cubierto de césped. Por dentro está arreglada y decorada con bastante buen gusto. El resultado económico de veinte años de constantes esfuerzos y sacrificios, ha sido la mencionada casa. Sin embargo, durante esos veinte años, la publicidad al referirse a la conocida actriz, no ha hablado de otra cosa que de sus millones de dólares, sus ganancias fabulosas, sus extravagancias, amores con nababes, matrimonios en Roma, divorcios en Reno, ranchos en Arizona, yates de lujo, etc., etc. ¡Y en tanto la publicidad se ocupaba en ella de esa forma, la infeliz mujer luchaba sin descanso, muchas veces bastante enferma, guardando avaramente hasta el último centavo, para poder realizar la ilusión de su vida: poseer una modesta casa en un rumbo distinguido!...

Es mucha la gente razonable que considera a la radio como al anemigo número uno… ¡y no le falta razón!

A las llamadas artistas de cine todo se les pasa. Hay algunas que cada tres meses cambian marido, escandalizan con “sus buscas”, viajan descaradamente con sus amantes (aunque muchas veces, después se casen con ellos)… Sin embargo, la sociedad las acoge y disimula “sus ligerezas”…

Una fulgurante estrella del cine mexicano estuvo en Paris, y cuando regresó a México, le preguntaron qué era lo que más le había llamado la atención de la bella ciudad. Ingenuamente respondió: los franceses… ¡qué cantidad… ¡Había que verlos!...

La misma relampagueante actriz, dijo:--Cuando llegué a Londres, después de abandonar Europa… me sentí feliz.

En México, es cosa sencilla llegar a ser actriz de cine. Lo primero que se necesita es llegar a ser reina de cualquier cosa y después saberse poner en buenos términos con la prensa, lo que tampoco es difícil… ¡lo demás… viene solo!

En el cine jamás se toman en cuenta las aptitudes artísticas. La que vale, como en el caso de las mujeres, es que sean del agrado y gusto del que pone

el dinero, aunque no valgan nada en ningún sentido. Si ellas las apoyan y ayudan, los periódicos harán el resto. Así han hecho creer a infelices mujeres que sin grandes artistas, que son las más bellas del mundo, las más elegantes, las más espectaculares… ¡y quien sabe cuantas tonterías más!... hay casos de éstos para morirse de risa. Existen algunas que se creen diosas en arte y belleza… y que si no fuera por la publicidad, y la ingenuidad de los públicos, no servirían ni para barrer…

Existen señoras que, según los periódicos, son eminentes actrices de cine, ganan sumas extraordinarias por cada película, visten elegantísimas, son maravillosas… y que, sin embargo, son más inexpresivas que la misma esfinge, poseen una voz cascada y monótona, capaz de dormir al más despabilado, la belleza un tanto ajada t la elegancia muy discutible…

¡Que Dios perdone a todos esos que han intervenido en lo que se ha llamado “Cine Nacional”!... ¡Sinceramente lo deseo!

Sin el constante bombardeo de la publicidad periodística, la mayor parte de los llamados artistas de la pantalla se desinflarían como globos picados.

¡Quien sabe de donde habrán sacado nuestros peliculeros que los indios mexicanos hablan con ese desagradable acento y estilo que ellos invariablemente exigen y les aplican!... Confunden lamentablemente el modo de hablar de la clase baja mexicana que vive en los Estados Unidos de América, con la dulce y grata de nuestros indios…

Cada dia aumenta mas la infantilidad de ls públicos que asisten al cine… ¡Basta ver el alboroto y regocijo que se “arma” cuando se exhiben películas de “monitos” , que no hay duda están hechas para niños de seis, siete a ocho años. Con eso se demuestra el poco “cacumen” de la inmensa mayoría de la gente de esa época.

En las películas nacionales, de las que los mexicanos nos sentimos muy orgullosos, es muy frecuente que; el capital sea puesto por un señor de nacionalidad indefinida (¡ahora hay muchos de esos!); el director, sea libanes; el autor, sudamericano; rl distribuidor, catalán… y así todo por el estilo, hasta llegar a la última figura que es la que siempre resulta ser mexicana… ¡Ah; pero eso si, las películas son mexicanísimas!... ¡T, naturalmente, las “primeras” de la América Latina!...

En estos países hispano-americanos, cuando alguna joven, para desgracia suya, se casa con un actor de cine norteamericano su familia se va “arriba”. En estos casos en donde la publicidad hace su agosto… y sus victimas. El actor puede ser un infeliz y otras muchas cosas; pero ¡eso no importa!...! Basta que sea actor de cine!.. ¡Que se mueran de envidia las quintopatieras amigas! …

¡Es notable la idea que tiene la gente de los asalariados de H0llywood!... ¡Lo que menos se imaginan es que son millonarios!... ¡Si supieras que muchos no son dueños ni de lo que traen encima!

En Hollywood y sus alrededores cualquiera puede disfrutar de crédito… iempre y cuando no trabaje en el “cine”.

Las llamadas actrices de la pantalla son muy afectas a cierto tipo de nombrecitos. Les encanta llamarse Del Rey, Del Mar, Del Monte…

¡Vaya que la publicidad se excede! Un cronista de prensa calificó a una actriz de cine, de caballuno andar, ronca y monótona voz, mirada de loca y ceja diablescas… ¡nada menos!, que de superdivina… ¿Cómo podría, después de eso, calificar a la Benhardt, el cronista de marras? ¡No hay que exagerar!... Una cosa es que ella se lo crea… y otra, que se le diga…

Para nosotros los occidentales, el teatro japonés nos parece un tanto confuso y raro. Sin embargo, una vez que ya lo conocemos, nos sentimos irresistiblemente atraídos hacia él.

Los llamados artistas de cine pertenecen en cuerpo y alma a la publicidad. Ellos son y valen lo que la publicidad quiera. Esta los eleva, , y cuando a bien lo tiene, los destruye. Son algo así como sus hijos. Hacen mal en quejarse cuando son atacados o burlados por la prensa, pues es la prensa la que los ha colocado en el pedestal en donde se encuentran.

Todos los chismes y tonterías que se cuentan de los “artistas” de la pantalla, son consecuencia lógica de su vida absurda y del “bluff” que los rodea.

Si un pueblo es inculto, gusta del cine, pero si es analfabeto, lo maravilla…

Para los actores de cine mexicano, los sombreros de charro y las pistolas son sus útiles o herramientas de trabajo. Sin estas cosas no podrían trabajar, ni serían los que son...

Los malos directores cinematográficos, por cierto muchísimos, no encuentran otra manera de “poner sal” a sus películas, que presentando con cualquier pretexto, venga o no a cuenta, un “deshabillage”, o algún detalle así por el estilo. (En ese tipo de escenas se retratan así mismos.)

La radio se ha apartado de su cometido de llevar aducación y cultura a las masas.

Para que el teatro pueda subsistir es necesario c que cuente con apoyo social que lo sostenga… y ese apoyo es muy difícil ya en estos tiempos en los que el cina ha dominado.


El periódico “El Universal” de fecha 12 de enero de 1950, dice: “Hasta los charros del cie mexicano son extranjeros”. ¡Sin comentarios!

Los que viven de un público no pueden permitirse el lujo de enfermar, pues con razón se suponen que si no actúan constantemente y la prensa se ocupa de ellos, el tornadizo público puede olvidarse, sustituyéndolos por otros… ¡Y no les faltan motivos ni razones para pensar así!…

Una de las principales causas del encanallamiento que ahora tanto se nota en la gente, es debido a la clase de espectáculos que gusta.

Con respecto a cierto género de teatro, hay lugares en donde se puede representar tal o cual escena, sin que provoque escándalo… y otros, en los que la misma escena puede puede levantar protestas y criticarse con dureza. La elasticidad de la moral es palpable en estos casos.

¡Qué diferencia entre un actor japonés y uno que no lo es! En el japonés, por razones de tradición, costumbre, elevado concepto de su papel, etc., es un “selor” en toda la extensión de la palabra. En él hay caballerosidad, gentileza, elegancia, distinción, cultura… ¡en cambio, en los otros!...

No existe duda acerca de lo ilimitadamente fecundo del ingenio humano¸ pero si lo existe en el caso de los argumentistas y productores cinematográficos, cada vez más infantiles, prosaicos, estúpidos y alejados de la realidad. Después de cerca de medio siglo de hacer películas, todavía no han podido salir de sus veinte tipos de argumentos, que con una constancia digna de mejor suerte, han lanzado sin cesar a infelices y adormilados públicos del mundo. Estos veinte tipos de argumentos, con ligerísimas variantes, son:

1. El que se refiere a los “cow-boys”.

2. El de la revista musical.

3. El que se refiere a los líos e intrigas por el campeonato de boxeo.

4. El que de una u otra forma se refiere a las carreras de caballos.

5. El tema de presidiarios.

6. El relativo a dificultades entre “gánsteres”.

7. El de las películas cómicas que no tienen ni pies ni cabeza.

8. El trilladísimo y siempre igual de los piratas.

9. El de la guerra con sus intrigas de espionaje, etc.

10. La de los aviadores.

11. El de las luchas deportivas entre las universidades norteamericanas.

12. El del triangulo amoroso, que lo repiten sin variante alguna.

13. El del psicoanálisis, que tiene la característica de ser siempre un terrible “papasal” que nadie entiende (ni los que lo escribieron).

14. El del fiscal que es candidato a gobernador, y que por equis razones se ve en aprietos.

15. El del médico que trunca su carrera por algunas circunstancias desgraciada, se hace borracho y se establece en alguna isla o lugar lejano. Este tipo de medico siempre tiene “buen fondo” y es filosofo.

16. El que se relaciona con una mujer exótica en lejanos países. (Estas películas siempre se llaman: Shanghái, Estambul, Argel, Marruecos, etc.)

17. El policial. El crimen que se comete en una residencia… El detective tonto y atrabiliario que trata de descubrir a autor entre los asistentes. La mayor parte de las escenas de estas películas se desarrollan siempre en el salón principal de la casa…

18. El del tipo novelesco, que por cierto no lo han explotado tanto como a los demás, seguramente porque se requiere de más imaginación y de un fino espíritu humorístico…

19. El de los misterios: ventanas que se abren solas, cortinas que vuelan, relámpagos, truenos, sombras, ruidos raros, telarañas, la mujer de cara larga vestida de negro, etc.

20. El de la mujer que, en una u otra forma pone cuernos al marido, ¡y este cae de rodillas pidiéndole perdón!...

De acuerdo con esta clasificación, desde que uno ve el comienzo de la película puede darle el número correspondiente… ¡y conocer el resultado final!



Lo que es, que si el sabio Le Forest, inventor de la radio, juzgó y así lo hizo saber a la Asociación Internacional de Estaciones de Radio, de que lo estúpido y falto de sentido de sus programas, parecía que estaban hechos y detonados a un publico de no mas de trece años de edad. ¿Qué podría decirse del actual cine hablado, cuyos argumentos, actuación de actores, clase de ellos, mentalidad, situaciones, publicidad, etc., etc., es tan mediocre? Podría decirse: ¡afirmándose!, que estaba hecho para un publico de ignorantes y locos… Los que están dedicados a esa insustancial y lucrativa industria, deberían considerar, aunque fuera un poco, al publico, al infeliz publico, que a falta de otra distracción se ve forzado a concurrir a un salón de cine, para salir siempre defraudado ante tanta barbaridad y tontería. Los públicos en general no saben apreciar lo que es extraordinariamente bueno, pero i saben estimar y distinguir lo bueno…

Así como van las cosas, el “triunfo” de cierta clase de mujeres será sumamente fácil: de familia a reina de cualquiera de las mil y una cosas, como ahora tanto se acostumbra… y de ahí al “estrellato del cina”… Es una carrera que ya se está poniendo de moda… Las fámulas disminuirán; pero en cambio habrá reinas y estrellas de cine en cantidad…

¡Dichosos aquellos tiempos en que el teatro estaba considerado como un centro de cultura¡…

Lástima que un invento tan maravilloso como el de la televisión no sirve para otra cosa que para ver y oír estupideces.

¡Maravillosa ingenuidad los que en esta época adquieren un inútil aparto de televisión. (Inútil porque no sirve para nada, excepto para fatigarse la vista y el oído… El más malo de los pasatiempos es infinitamente mejor e infinitamente más económico.)

Los “snobs” y los simples han tenido una nueva oportunidad: adquirir un aparato de televidión.